Respecto a la pasada feria de San Isidro, de vez en cuando, hacemos memoria de todo lo que allí ocurrió y, al pensarlo nos entran ganas de llorar porque, como le sucediera a Joselito Adame, cuesta mucho de entender que en su tarde más emotiva en Las Ventas, apenas concitó la atención de nadie y, como nos mostraron las imágenes, el mayor de los Adame se jugó la vida con más veracidad que el noventa por ciento de los matadores de toros que actuaron en dicha feria; si repasamos las imágenes nos daremos cuenta de la gran injusticia a la que fue sometido dicho matador hidrocálido.

Era la tarde de los toros de Arauz de Robles que, dicho sea de pasada, salvo el primero de Ángel Téllez con el que le permitió bordar el toreo para llevarse todos los titulares de la tarde y después los de la feria y, acto seguido, ser llamado para sustituir a Emilio de Justo, con ello está dicho todo. Como digo, una corrida difícil, desclasada, en ocasiones criminal; el cartel de espadas ya anunciaba lo que sería la corrida, Joselito Adame, Pepe Moral y Ángel Téllez, con la fortuna de que, como he explicado, Téllez se llevó el premio gordo de la corrida. Eran tres desdichados sin fortuna, no había glamur en la plaza y, de ahí vino la hecatombe en todos los órdenes, de forma muy concreta para Joselito Adame que, en su segundo, tras sufrir una dramática cogida en el primer muletazo, todavía le sobraron arrestos para jugarse la vida con el toro y matarlo de una gran estocada.

Recuerdo con emoción cada uno de los muletazos de Joselito Adame con dicho toro y, sin lugar a dudas, protagonizó la faena más emotiva de la feria; no hablo de belleza, digo lo que este diestro llevó a cabo que no fue otra cosa que un ejercicio de desprecio a la vida para intentar cautivar a los aficionados que, al parecer, no hubo el acuerdo necesario para que dicha faena hubiera tenido otro calado. Al margen de ello, aunque Adame no le veamos anunciado en ninguna feria, hay que convenir que en su país es ídolo admirado y que, tras dicha faena y antes, en su dramática cogida, pudo haber tenido consecuencias dramáticas, hasta el punto de que, muchos días después todavía llevaba un collarín para sujetarle las vértebras. Justicia entonces para este hombre que supo jugarse la vida pese a estar lesionado por la cogida y que, todo aquel alarde de valor solo tuvo como premio una cicatera vuelta al ruedo.