El destino también juega y, en ocasiones a modo de imponderables que tanto pueden beneficiar o perjudicar, según se mire, a un colectivo o, en nuestro caso a un torero determinado. Empiezo por un colectivo que, como pudimos ver, chorreaba sangre a borbotones y nadie lo impidió. ¡Cosas del destino! Diría el otro sí, pero que joden muchísimo. Es el caso del FC Barcelona que hace dos semanas se enfrentó a su eterno rival, el Español de Barcelona al que, los azulgranas ganaron de forma ilícita en un penalti que jamás existió y, lo que es peor, nadie se ocupó de revisar la jugada en el VAR para que la duda quedara disipada. Ganó el Barcelona por un lance del destino que, a modo de fraude, ganaron al equipo que, en cuatro ocasiones tuvieron en sus botas la posibilidad de meterles cuatro goles al rival y ningún balón le dio por entrar en la portería rival que, de haberlo hecho, su triunfo hubiera sido de clamor. El destino y el árbitro jugaban a favor del triunfador, en este caso el Barcelona.

Esos mismos imponderables suceden a diario en el mundo de los toros en que, existen dos circunstancias que definen mucho el triunfo o el fracaso. La primera tiene lugar en la mañana de la corrida durante el sorteo de los toros a lidiar que, hay que tener mucha suerte o potra, como le llaman en el argot, para que te caiga en hado el lote que embestirá que, dicho sea de paso, en todas las corridas sale algún que otro toro apto para la lidia y, como consecuencia, para que el diestro logre el triunfo.

Pero, paradojas del destino, si nos fijamos, esa suerte siempre se la lleva el campeón, como le ocurriera al Barcelona. ¿No podía, la suerte, repartirse por sí misma ante todos los lidiadores? Eso sería lo justo pero, es así donde el destino juega su papel en que, para bien o para mal, como antes decía, determina lo indeterminable. ¿Qué hacer? Hombre, si se es figura del toreo no pasa nada porque todo se les está permitido, el problema viene dado cuando a un muchacho le hace falta el triunfo como agua de mayo y comprueba que, los toros que han valido han caído en las manos menos necesitadas. ¿Saben los ganaderos a la hora del sorteo qué toros podrán embestir? En muchas ocasiones, por supuesto. Luego, ¿cabe fraude en el sorteo? No creo pero lo que sí es muy cierto es que, en muchos momentos, a tenor de lo que ha pronosticado el ganadero, si en el cartel hay un diestro o dos, que no tengan fuerza, el sorteo queda en la nada y los mejores toros se los lleva el que menos falta le hacen.

A la hora de matar cabe aplicar aquello de, ¿suerte o imponderables? Vete tú a saber porque esto ya es más complicado. Es aquí donde el destino se entretiene en jugar malas pasadas a muchos diestros porque, amigos, lo de matar tiene mucho que ver con la suerte, pero muchísimo. He visto a muchos toreros practicar con el carro la suerte de matar y, a la hora de la verdad, todavía están pegando pinchazos. ¿Será que el destino es más cruel y cabrón de lo que muchos pensamos? Yo creo que sí.

Por momentos, en los toros, cuando comprobamos que todo queda en manos del destino es cuando nos derrumbamos cual castillo de naipes porque, lo que se dice torear, o se torea bien o nunca debemos no podemos espera a la diosa suerte. Es como el albañil que pone ladrillos, o los pone bien o se le derrumba el edificio. Torear es lo mismo, ahí sí que no cabe el factor suerte ni mucho menos esperar a que los imponderables sean propicios. Pero sí tiene su aquel que, por momentos, los toreros, en las circunstancias antes apuntadas tengan que depender del factor suerte o que el destino sea caprichoso y juegue a favor o en contra. En los toros, el “penalti” a favor no es otra cosa que, a la hora de matar entre la espada con contundencia al primer envite y, previamente, que la suerte haya sido dadivosa con el diestro permitiéndole en el sorteo los toros adecuados para el éxito.

De igual modo, aunque sean en pocas ocasiones, no es menos cierto que hemos visto toros que, en los primeros tercios pronosticaban el fracaso del diestro y, por esos lances del destino que nadie nos podrá aclarar, caso de lo que le sucedió a Curro Díaz en Cazalla de la Sierra en que, en su segundo enemigo, un toro totalmente inservible para la lidia, a la hora de la muleta le dio por embestir y se ganó hasta el indulto. Aquí el destino sí jugó a favor del diestro de Linares que, ante semejante toro, en los primeros tercios de la lidia no dábamos un duro por el animal y, como digo, terminó indultado.