Hay imágenes taurinas que nunca deberían salir a la luz, es el caso de la despedida de Enrique Ponce en Istres, allá por tierras galas. Es cierto que, en Francia, como en España, hay sitios donde el toro no aparece ni por casualidad, pero, nada importa. Ver la forma con la que Ponce se despidió de dicha afición produce, en el mejor de los casos, una tremenda indignación al ver que, el maestro de maestros se marcha del toreo, -si es que se va alguna vez-, matando novillotes engordados para la ocasión y, como no podía ser de otro modo, eran de Juan Pedro, algo muy similar a lo que pasó en Granada pero, en Istres, corregido y aumentado para denigrar todavía mucho más el espectáculo.

Creo que hacía años que no veía con mis ojos una corrida de toros tan indigna, tan pequeña y escueta de todo, pero, no es menos verdad que, los animalitos, enseñados para la ocasión embistieron como los ángeles, cosa que me parece genial pero, amigos, ¿dónde queda la emoción si no existe el toro? Es mejor ver entrenar de salón a los toreros y de tal manera nadie se siente defraudado; insisto que, lo de Istres me pareció lo más grotesco del mundo. Toros sin apenas pitones, ningún trapío, cero de casta, agravantes todos para que el toreo no tuviera ni la más mínima emoción. Eso sí, tras el festejo, todos a hombros, hasta el ganadero.

Eso sí, los palmeros de turno siguen vitoreando a un hombre que lo ha logrado todo en el toreo pero que, una vez más, ha regresado para seguir ejerciendo su auténtica profesión, la de enfermero ante animalitos inválidos cuya única virtud se basa en la nobleza. Mucha tristeza en invadió tras ver aquellas imágenes deplorables de alguien que lo ha sido todo en el toreo pero que, como pronostiqué el día que se marchó, ha vuelto para seguir con el esperpento con el que se retiró. Con decir que tiene contratada toda la camada de Juan Pedro para su retirada, con eso está dicho todo. ¿No sentirá rubor Enrique Ponce al ver esos “becerrotes” a los que se enfrenta cuando él, como se sabe, en sus primeros años de matador podía con todo? Ha degenerado el toreo hasta los límites de lo insospechable, pero, todavía ha sido peor la degeneración si de toreros hablamos y, Enrique Ponce es el ejemplo de lo que digo.

Claro que, al respecto de lo que explico no es Enrique Ponce el único culpable; lo son, por supuesto que sí, sus acompañantes que, todos, sin distinción, se lo pasan a lo grande ante estos animalitos indefensos que, sin el menor atisbo de maldad embisten como si fueran cómplices -que lo son- de las parodias que se montan por esas plazas de toros. Fijémonos cómo será todo que, ayer, como contaron los portalitos adictos al poder, según ellos, a la corrida lidiada ayer en Alicante les faltó trapío a los bicornes. Y si lo dicen los palmeros de turno, los demás ya podemos imaginarnos cómo sería el festejo; eso sí, todos a hombros, faltaría más.

Y para remachar el clavo de lo que siempre vengo pregonando, esos becerrotes que los hacen pasar por toros en cualquier plaza, la mejor virtud que esgrimen, de cara a los toreros es que, como si tuvieran hecho un acuerdo tácito con sus matadores, nunca les causarán el menor problema ni cogida alguna puesto que, todo se resume en bondad franciscana sin le menor atisbo de emoción que pueda calar en los tendidos. Ellos, todos, podrán triunfar por lo grande pero, si un toro no tiene casta ni emoción, el triunfo solo es posible ante aficionados imberbes que todavía les faltan muchos años de aprendizaje para saber discernir un becerrote de un toro auténtico. Por cierto, yo no estuve pero, ¿cómo serían los toros del sábado en Alicante en que, Manzanares y Roca Rey, en un mano a mano muy “reñido” sólo el alicantino cortó una oreja? Ese resultado dice mucho más que millones de palabras.

En la imagen de André Viard, el momento triunfal de la salida en hombros de los matadores con el ganadero. Aconsejo a todo el mundo que vea las imágenes e Tendido Cero al respecto y, si prestan un mínimo de atención, seguro que entienden mis quejas.