La memoria de los empresarios taurinos suele ser muy pasajera o, lo que es lo mismo, la mayoría de los toreros son muñecos de trapos que, una vez se han ensuciado los tiran a la basura. Lo digo porque, a diario me acuerdo de Javier Castaño y sus gestas, todo un hito en los últimos veinte años y, mi pena es indescifrable.
Los toreros, todos, no valen por lo que son, pero sí por lo que los demás quieren que sean. Recordemos que Javier Castaño sigue en activo, que no se ha retirado del toreo pero que, a tenor de las circunstancias, caulquiera dirría que se marchó a sus aposentos salmantinos. No podemos olvidar el bagaje heroico que adorna la carrera y obra de este diestro singular que, de la verdad hizo un modo de vida dentro de los ruedos.
Todos sabemos que, Javier Castaño, en su momento, como les ha ocurrido a otros diestros, se erigió como un auténtico especialista con los toros de Miura y, para su dicha, ostenta un garladón que muy pocos toreros pueden esgrimir y, en honor a la verdad, si mi memoria no es es infiel, Castaño es el único diestro que ha cortado cinco orejas a los toros de Miura en una sola tarde puesto que, como era normal y lógico, se enfrentaba a seis ejemplares de la dehesa de Zahariche.
Pero no se trata de rememorar aquella épica de hace diez años en que, el salmantino mataba seis toros de Miura en el coliseo romano de Nimes en una matinal inolvidable puesto que, como digo, dicha hazaña ningún torero la había logrado antes y mucho menos despuès de que él frmara aquella epopeya al más alto nivel. Lo de Javier Castaño con los Miura tiene historia porque por sus manos han pasado decenas de toros de este hierro con los que ha conseguido triunfos memorables. Pero, ya digo, la memoria empresarial es muy corta y un éxito de hoy apenas vale nada para mañana.
Es el sino que le está tocando vivir a Javier Castaño en la actualidad que, pese a todo, no pierde la ilusión y mucho menos la esperanza de volver a encontrarse de nuevo con la mítica ganadería para seguir engrandeciendo mucho más su historia tan trascendental como mítica. Yo me descubro ante estre diestro que, como dije, de la verdad hizo un modo de vida admirable del que tanto tenemos que agradederle.
Le dejaron solo, como a tantos, porque historias como la de Javier Castaño se han repetido hasta la saciedad en múltiples ocasiones pero, los aficionados, los que a Dios gracias todavía tenemos memoria no podemos pasar por alto aquella efemérides referida y, mucho menos lo que ha sido, hasta ahora, la carrera admirable de esste diestro tan puro como auténtico.
Quiera Dios que reine la justicia empresarial, cosa que dudo mucho, y que se repitan las epopeyas de Jaiver Castaño que, si tantas veces lo lograra, ¿quién puede ahora dudar de su valía? E, insisto, ese galardón que un día lograra en Nimes, será sin duda alguna la épica que les contará a sus nietos que, pasados los años, con tan hermosa historia seguro que les emocionará como nos ha emocionado siempre a los aficionados.