La reaparición de Joxín Iriarte en calidad de apoderado nos ha supuesto una bocanada de aire fresco para el alma, no en vano, en su momento, el taurino vasco demostró sus aptitudes y, lo que es mejor, sus actitudes cuando apoderó a Curro Díaz, sin lugar a dudas, la etapa más gloriosa del diestro de Linares.

Tras aquella separación Joxín quedó un poco al margen de todo y, lo que es peor, llegó la pandemia que nos arruinó a todos, hasta el punto de que, como vemos, son ya dos años sin la feria de Azpeitia, la que le ha dado relumbrón Joxín Iriarte. Parece, por lo menos así lo queremos creer, que está pasando la pandemia y para el año próximo, todos estamos llenos de ilusiones cuando retornemos a la normalidad.

Como digo, la noticia en estos días no ha sido otra que el apoderamiento de Joxín Iriarte al torero Diego Carretero que, como tantos, tras una triunfal alternativa en Alicante lo dejaron sentado en su casa como si de un delincuente se tratara. Como diría el otro, son “las cosas” del toreo en que, de la noche a la mañana, como le ocurriera a Carretero, en vez de darle paso por la consecución de su gran triunfo en Alicante le pararon en seco.

Personas cercanas a Diego Carretero nos han hecho saber que el chaval tiene ilusión para parar un barco y, lo que es mejor, como pudimos ver, un valor a prueba de bombas que, unido a su torería puede funcionar en el escalafón con una dignidad admirable. Por lo visto, son los valores que Joxín Iriarte ha visto en el chico para decidirse en su apoderamiento.

Es cierto que Iriarte es un hombre creativo, inquieto, capaz, audaz, inteligente y cabal, valores que ya ha demostrado en el toreo pese a que, en su día, alguien le calificara como inexperto. Tras conocer a Iriarte, a este hombre se le puede calificar como queramos pero, lo de inexperto me parece una falta de respeto hacia su persona, sencillamente porque lo que ha sido su trayectoria como apoderado y, lo que es mejor, lo que ha supuesto su gestión directa en la plaza de toros de Azpeitia durante tantísimos años en que, el éxito y la verdad, en aquella feria, se han dado siempre la mano, varando en el “puerto” de la filantropía más bella, sabedores todos hacia donde van a parar los beneficios de dicha feria norteña.

Comprendemos, sin necesidad de que nos lo apunte nadie, que a estas alturas de la temporada, encarando ya la recta final, Iriarte no podrá hacer muchos milagros por aquello de conseguirle más o menos contratos a Diego Carretero pero, por el contrario, estoy seguro que a ambos les alienta la esperanza hacia el año venidero en que, empezando pronto, pueden acabar muy alto.

Hombres como Joxín Iriarte siempre serán bien recibidos en el mundo del toro en que, como se sabe, hay muchos “vivos” sueltos que tanto daño le hacen a la fiesta en su conjunto. Es por ello que, la honradez, capacidad de gestión y altura de miras del apoderado vasco deben de tener el premio correspondiente.

Yo admiro mucho a Joxín Iriarte como persona pero, han sido sus hechos los que me han llenado de convicciones, la feria de Azpeitia es el punto de referencia que dice todo de este hombre porque, mientras en muchos pueblos de Dios, las figuras se lo pasan en grande con el burro adormilado y sin fuerzas, Tomelloso ha sido el último ejemplo, Iriarte monta su feria con su majestad el toro, elemento fundamental para que resplandezca la fiesta con toda su verdad. ¿Qué podemos pensar de un hombre que, como empresario es capaz de darle brillo y esplendor al toro en toda su pujanza? ¡Qué es un hombre íntegro, no cabe la menor duda!