Qué felices nos las prometíamos a finales de aquella década gloriosa de los años setenta en que, todos unidos votamos el cambio porque, España, sin el generalísimo ya no tenía sentido. Es decir, estábamos abocados a votar por la Democracia, sin duda, el menor de los males si de política hablamos. No es menos cierto que, en aquellos años, los españoles, con Franco vivíamos de forma opípara en todos los sentidos, algo que siguen negando los gandules, oportunistas, demagogos y todos aquellos que aspiraban a formar parte del elenco de la política porque sabían que allí había un filón por descubrir, pero el pueblo llano y puro vivíamos con dignidad, alegría, sin zozobras, con trabajo y con una altura de miras que nunca más se volverá a repetir en nuestra amada España.

Insisto, sin Franco, teníamos que elegir a nuestros políticos y fue Adolfo Suárez el que nos llevó al tránsito, eso sí, con una categoría sublime puesto que, este hombre al que nunca le podremos pagar todo lo que hizo por España puesto que, unió a la derecha y la izquierda, hasta el punto de que Manuel Fraga y Santiago Carrillo convivían juntos, no cabía éxito mayor. Ya éramos demócratas en aquellos tiempos y, cada cuatro años tendríamos la opción de elegir a nuestros representantes políticos y, tras Adolfo Suárez llegó Felipe González que, con su partido socialista arrasó por completo en las urnas, algo que entendimos todos hasta el punto de que en el parlamento, convivían todas las fuerzas políticas de la nación y, hasta el Partido Comunista era respetado por todos.

Felipe González tuvo la fortuna de llegar al poder en un momento fantástico con el que gozaba España puesto que, era época de crecimiento industrial en todos los sentidos, gozábamos de un estado de bienestar jamás imaginado que, lógicamente, venía de tiempos atrás puesto que, a primeros de los años sesenta España ya estaba en plena ebullición en todos los órdenes, una vicisitud que favoreció muchísimo al régimen socialista. A partir de ahí los políticos se dieron cuenta del gran filón que suponía la democracia, razón por la que nacieron las diecisiete autonomías para que miles de vagos encontraran el acomodo que jamás hubieran logrado en el mundo laboral.

Todo lo dimos por bien empleado puesto que, el trabajo lo eclipsaba todo; teníamos compromiso en todos los órdenes y mientras la gente laboraba y traía a su casa un sueldo para vivir con dignidad, todo lo demás apenas nadie reparaba en ello. Durante casi veinte años nadie cuestionó a Felipe González que, mientras supo sostener a su partido no tuvo problema alguno puesto que, su debacle llegó cuando apareció la corrupción en el PSOE destrozándole su eslogan que decía: Cien años de honradez, justamente los que no habían gobernado.

La podredumbre que se destapó en dicho partido mandó a Felipe González a la oposición para que, una vez más, fuera la derecha la que arreglara todos los desaguisados que dicho partido había provocado durante el mandato felipista. Le sucedió en el cargo José María Aznar que, durante sus dos legislaturas tocamos el cielo con nuestras manos en todos los órdenes, el progreso era la norma en todos los sentidos y, como se comprobó, éramos la admiración del mundo. Pero tuvo que llegar el atentado de Atocha para que, muchas gentes cambiaran el signo de su voto muy pocos días después para, sin saber las razones, llegar al cataclismo más absoluto puesto que, en poco tiempo se destrozó todo lo que Aznar había logrado pero, las urnas suelen ser muy caprichosas, lo contado es la prueba de todo ello. Como dije, ni el mismísimo Felipe González se le pasó por la cabeza prohibir nada, ni inventar la memoria historia porque, González era sabedor de que en su momento las “dos” Españas” se habían reconciliado y no había motivo alguno para separarlas de nuevo.

Pero amigos, tuvo que llegar un tal Zapatero para destrozar el país, para dividir a los españoles, para prohibirnos hasta el respirar, para cuestionar la fiesta de los toros, para mentir como un bellaco diciéndole a la gente que si de economía hablábamos, jugábamos en la Champions League cuando, en realidad, cientos de miles de personas lo perdieron todo, miles de empresas se arruinaron, el paro alcanzó cifras dantescas, hasta sumar cinco millones de personas que, no es que no tuvieran trabajo, es que perdieron hasta su dignidad como seres humanos pero, el indeseable citado estuvo ocho años destrozando a España. Y lo consiguió por completo. O sea que, la democracia que nació decente, de la mano de este sujeto se prostituyó por completo.

Ante aquel caos, llego Mariano Rajoy y ganó las elecciones por mayoría absoluta, arregló muchos problemas, se enfrentó al golpe de estado de los catalanes, le dio un gran empuje a nuestra economía pero, cometió un error imperdonable, no supo ponerle freno a todos los fraudes que se cometían desde su propio partido. La corrupción alcanzó cotas siniestras mientras que, el gallego no se daba por enterado. Le faltó valor para salir en televisión diciendo que sus mismos correligionarios eran unos delincuentes, algo que pagó muy caro, hasta el punto de que, paradojas del destino, por aquellos años un tal Pedro Sánchez logró destrozar al PSOE dejándolo en mantillas pero, como era un tipo muy vivaracho, se puso la chaqueta de cuero, empezó a predicar por los pueblos y convirtió al partido en su “partido” puesto que, en las elecciones que hubieron para buscar al presidente del partido en el que se enfrentaba Sánchez contra Susana Díaz, el tipo derrotó a la andaluza por un amplio margen de votos. Cierto es que, la corrupción en el partido de Rajoy provocó la aparición de esos indeseables y criminales de Podemos y, todo se conjuró para que Sánchez hiciera una moción de censura a Rajoy para ganarle la presidencia del gobierno.

Lo que nadie sospechábamos era todo lo que se nos venía encima con tal siniestro personaje, el que juraba y perjuraba que jamás pactaría con Podemos y, de la noche a la mañana ya “hacían el amor en la misma cama”. Como tonto no es, prefirió mentir antes que perder la presidencia que había arrebatado de forma poco ortodoxa a Rajoy. No tenía otra elección para seguir en el poder –siempre con la mentira como norma- sin el apoyo de toda la basura política, justamente, la que ha prostituido la democracia. Y partir de ese momento llegó la hecatombe más insospechada puesto que, si Zapatero dejó una huella criminal y dantesca, lo de Sánchez con sus socios de toda índole no tiene nombre. Sánchez, el que apoyó a Rajoy diciéndole que respecto a Cataluña se aplicara todo el peso de la ley por su golpe de estado, de la noche a la mañana cambió de opinión, indultó a los golpistas, creó una ley para ellos para que, en lo sucesivo, hacer un golpe de estado que no sea punible de delito como lo fue el de Antonio Tejero que se pasó treinta años a la sombra con menos delito que los catalanes.

España recordará eternamente a Pedro Sánchez como a todos sus socios puesto que, todos juntos han hecho leyes para proteger a los criminales, separatistas golpistas, violadores que, por cierto, desde que se aplicó dicha ley decenas de violadores han quedado en libertad y centenares de ellos han visto rebajadas sus penas. ¿Y a dicha ley la definen como defensa hacia la mujer? Hay que ser descerebrados, criminales y estúpidos para, según ellos, las consecuencias de dicha ley es que los jueces la aplican mal. Aberraciones al más alto nivel les vemos a diario, como la ley trans, la rebaja de condena para muchos asesinos, el desprecio absoluto hacia la bandera de España por parte de muchos diputados/as, el apoyo de muchos miembros del gobierno a Putin que declaró la guerra a Ucrania con miles de muertos, todo por un capricho de ese criminal de nueva ola. Todas las aberraciones habidas y por haber se dan cita con estos personajes siniestros que, como se ha demostrado, según ellos, la vida de un perro vale más que la de un ser humano. Y la tal Belarra diciendo que lo importante de un país no son los empresarios, son los trabajadores. Mira estúpida, ¿qué fue primero la gallina o el huevo? Está clarísimo, si no hubiera empresas ¿dónde trabajarían los obreros? Siguiendo esa norma, los más de tres millones de parados que existen podrían crear una empresa y todo arreglado ¿verdad?

Si alguien lo entiende que me lo explique, puesto que yo no logro entender nada, salvo que la democracia ha sido prostituida hasta el límite de lo inimaginable. Lo que no sospechaba la democracia es que de ella, como gran prostituta, sin pretenderlo vivirían miles de gentuzas que, sin dar palo al agua gozarían de todas las prebendas habidas y por haber y, para colmo, con sueldos astronómicos los que, todos juntos, si prescindiéramos de ellos se podría construir un hospital nuevo cada mes del año. ¡Y pensar que antaño, cuando teníamos el dictador los políticos ejercían como tales por amor a España y sin percibir un solo céntimo!

Y por si faltaba algo, en estos instantes, el PSOE y demás secuaces defensores de la libertad, la prosperidad y al ser humano, ahí tienen la trama corrupta –otra más- de Canarias en la que, el sexo, las drogas y la gran vida, todo ello a cargo del presupuesto de los españoles. Vaya hijos de puta.