Me rio yo de esos imbéciles que se han pasado la vida criticando lo que según ellos era la dictadura de Franco y, dicha afirmación la dicen los que, en aquellos albores todavía no habían nacido. Hay que ser estúpidos hasta decir basta para aseverar aquello que no vivieron y, por supuesto desconocen. No es menos cierto que, auspiciados por esas corrientes mortecinas del poder en que, claro, lo lógico es criticar al franquismo para salirse ellos de rositas. Es posible que, en aquellos años del franquismo hubiera dictadura pero, esa era la percepción que tenían todos aquellos gandules que no querían trabajar y que añoraban la democracia para vivir como reyes siendo gandules porque veían, en la política, una tabla de salvación para no trabajar y vivir opíparamente y, lo han conseguido.

Yo viví aquella época y puedo jurar que me sentí el más libre del mundo; yo y millones de personas que sentían lo mismo. La libertad era la causa común en todos los órdenes y nadie se sentía prisionero de nada porque, insisto, cada cual podía ir donde la diera la gana y no se prohibía absolutamente nada. Es más, la clase política ejercían su labor altruistamente; es decir, con la honorabilidad del cargo ya se sentían pagados mientras que, en la actualidad, desde que entró la democracia, España gasta más pagando políticos que atendiendo la seguridad social.

¿Quién podría pensar en aquellos años que los toros serían cuestionados y prohibidos? Era impensable; es más, nadie lo hubiera vaticinado aun siendo el mejor de los adivinos. Pero amigo, hasta aquí hemos llegado, hasta esos barros que nos inundan sin antes haber tenido lodos. Ahora, hablar de toros es poco más que un crimen; vamos que, desde las altas esferas del poder a los aficionados nos ven como criminales sin corazón; las pruebas que tenemos así nos delatan.

La práctica totalidad del pueblo español votamos para que la democracia fuera una realidad; insisto, nadie estábamos mal con aquel régimen que nos permitió pasar de los alpargates a los coches de lujo, viviendas dignas y, los que más trabajaban, hasta tenían un apartamento en la playa, todo un logro que jamás se volverá a repetir puesto que, desde que mandó Zapatero en España, cientos de miles de nuestros compatriotas lo perdieron todo y jamás lo volverán a recuperar; insisto que, la acepción de la dictadura era la nomenclatura de los políticos en paro que aspiraban a lo que han logrado, vivir a cuerpo de rey con los sagrados impuestos de los españoles.

Todos creíamos que, con la democracia, en el peor de los casos, seguiríamos viviendo igual pero, al paso de los años la realidad nos ha demostrado lo contrario. Los que hablaban de dictadura, ahora son ellos los dictadores y, los tenemos en cada esquina. Lo que a ellos no les gusta, el pueblo que se joda, empezando por ese ente macabro llamado TVE y, en esta ocasión, terminando por un indeseable llamado José María Calado, segundo alcalde de un pueblo llamado Espartinas que, según este sujeto, mientras ellos manden no habrá toros en dicho pueblo y, lo que es peor, en la plaza no se podrá entrenar.

Según esta gentuza que dice gobernarnos antes teníamos un dictador que, según ellos, así debió ser, algo que jamás pude certificar porque siempre fui libre como el viento. Por el contrario, ahora, dictadores los hay en todas las esquinas. ¿Cómo es posible que un político no respete la decisión de un pueblo, caso de Espartinas que aman la fiesta de los toros? Eso solo tiene un nombre, Dictadura. Pero es algo que ocurre en los toros y en cualquier actividad que ellos desprecien; claro que, lo de los toros es sangrante como la vida misma puesto que, a lo largo de la geografía española tenemos decenas de lugares que, “gracias” a la puta dictadura que estos personajes ejercen se han quedado sin toros.

Y ellos, los dictadores de las esquinas, sus acciones las ven como algo normal, como si de una bendición para el pueblo se tratare cuando, como es notorio, son puñaladas traperas las que les asestan a los toros y, sin duda, a los hombres que de ello viven. ¿Qué daño podrían hacer los chavales que quieren entrenar para ser toreros en la plaza de Espartinas, o en la de Barcelona, nada importa? Daño, ninguno, pero ojo, estamos hablando de regímenes dictatoriales de cada ciudad o municipio en que, por la decisión de un dictador destruyen todo aquello que en su camino encuentran.

Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga. Debe ser el eslogan de Pablo Iglesias y sus adláteres al comprobar cómo viven dichos tipos ejerciendo la dictadura para que, manadas de borregos les sigan sin percatarse de ser utilizados. Todas estas gentuzas nos prohíben hasta respirar para que todos estemos asfixiados por la presión que nos ejercen y, cuando hayamos fallecido todos por puro desmoronamiento, nuestros dictadores seguirán viviendo como monarcas habiendo logrado su objetivo. Eso sí, animando y enalteciendo a cualquier hijo de puta que ande suelto por las calles que, a Dios gracias, ha parado en la cárcel, hasta el punto de que, como quiera que el santo lo han encarcelado, el esperpento de Echenique, Iglesias y demás indeseables de España, todos alientan los disturbios callejeros con infinidad de policías heridos, ciento de escaparates rotos….; vamos, la misma fotografía de marzo de 1936.

Insisto, todos aquellos que hablan de una dictadura por aquello que les han contado, lo que critican es lo que llevan a cabo. Eso querían ellos, la democracia para disfrazarla de la peor de las dictaduras. Miles de pruebas lo atestiguan. Al paso que vamos, dentro de cinco minutos podremos comprar en España el diario Gramma, totalmente libre; como decía Fidel Castro, Gramma era libre porque lo podías comprar por la mañana o por la tarde.