Cualquier persona que sea coetáneo mío, aficionado a los toros y que haya gozado de la libertad que yo disfruté, unida a ella por la paz y el bienestar, al ver la situación política en el mundo y la repercusión nefasta que la misma ha tenido respecto a la fiesta de los toros y del odio ancestral que la maldita izquierda tiene contra nuestra fiesta, es algo desolador puesto que, la acciones de estas gentes aberrantes e hijos puta, tanto en los toros como en cualquier actividad que produzca bienestar, todo eso hay que erradicarlos porque la izquierda, además de eliminar la fiesta de los toros lo único que pretenden es que haya miseria por doquier para que ellos vivan como reyes.
Podríamos empezar por España en que, nuestra izquierda, malévola como pocas odian la fiesta de los toros como si les fuera la vida en ello. ¿Dónde nace ese odio que nadie comprende? Está claro, es sinónimo de maldad al más alto nivel porque, si un espectáculo es totalmente legal, ¿cómo pueden haber dirigentes que lo mancillen y, lo que es peor, que lo prohíban? Nuestra Fiesta, además de la expresión artística que la define, además de ello, de este espectáculo viven cientos de miles de personas ligadas a dicho espectáculo pero, insisto, a la apestosa izquierda le importa muy poco que se pierdan miles de puestos de trabajo porque, reitero, ellos solo quieren la miseria para sus votantes que, como paradoja, en manada borreguil, les siguen votando.
Claro que, las gentes lógicas de este mundo que abogamos por la paz, la libertad, el trabajo, la dignidad del ser humano, barrunto que tendremos derecho a protestar contra todos aquellos que coartan nuestra libertad y, lo que es peor, los que juegan con nuestro sagrado pan, es el caso de los toros como en cualquier otra actividad de la vida. Vivimos prisioneros de la dictadura al más alto nivel, las pruebas son concluyentes. Clausuraron los toros en Cataluña por el artículo “treinta y tres” por sus cojones, dicho en cristiano. Este año, sin ir más lejos, Gijón se ha quedado sin toros, como sucedió en Oviedo años atrás. Y la lista de plazas de toros cerradas por el capricho de la izquierda más criminal podría ser inmensa.
La maldad, si de izquierdas hablamos, ha contagiado a todo el mundo. Un apestoso llamado Rafael Correa clausuró la plaza de toros de Quito, la feria referente de toda Hispanoamérica, todo ello bajo la dictadura que impuso en dicho país. Cerrada quedó y jamás se abrirá. La gran Plaza México, por designios de unos políticos criminales han cerrado sus puertas pero, no solo ha sido El Embudo de Insurgentes, son muchos los estados en los que ya no hay toros. La Santamaria de Bogotá la cerró el innombrable Gustavo Petro que, para desdicha de los colombianos gobierna ahora el país. Pero la cosa no queda ahí porque, como sabemos, Colombia era un feudo importantísimo si de toros hablamos y, apenas quedan dos plazas abiertas, Cali y Manizales pero, que se vayan haciendo el ánimo los colombianos que, al año que viene ya no habrá toros en plaza alguna. Venezuela era la locura si de toros hablamos, hasta el punto de que la monumental de Valencia sigue siendo la segunda plaza de toros más grande del mundo. Apenas queda un vestigio en alguna que otra plaza sin renombre puesto que, Nicolás Maduro, al cargarse la economía del país no ha tenido que prohibir nada, si la gente no pude comer, ¿cómo ir a los toros, verdad?
La izquierda, políticamente dicho, vino para quedarse, con la desdicha de que siguen sembrando el odio, el rencor y la enemistad entre las gentes por aquello de divide y vencerás, razón por la que ellos siempre saldrán triunfadores. Han dividido que no sería lo peor siendo algo dramático, lo más triste de la cuestión no es que hayan cerrado las plazas de toros, lo realmente sangrante es que, además de los toros, la gente sigue pasando hambre y miseria porque dichas formaciones políticas no desean el bienestar de nadie, lo que hacen es vender mucho humo para que luego no haya brasas para calentarse nadie.
En la imagen, la plaza de toros de Quito cerrada por designios de un dictador, como puedan ser La México, Gijón, Villena, Barcelona, Tarragona, La Coruña, Bogotá, Caracas, Valencia en Venezuela y tres mil cosos más que han sufrido la dictadura de izquierdas al más alto nivel. Las pruebas son concluyentes.