No pudimos ver en directo la grandiosa faena de Fernando Robleño en Madrid pero, tras las palabras escritas por Antonio Lorca muy pronto nos dimos cuenta de la dimensión de la obra que llevó a cabo el torero madrileño en Las Ventas. No hacia falta nada más pero, para colmo, tuvimos la fortuna de ver las imágenes del diestro y, cualquiera se quita el sombrero y se lo tira a Robleño a sus pies.
Luego, hombres de la talla de Paco Aguado entre otros, contaron y cantaron la obra cumbre de Fernando Robleño que, ante todo, debemos de matizar que le salió un toro bravo pero, amigos, era de José Escolar, de los que piden el carnet de torero; un toro bravo que, por regla general, suele desbordar a la mayoría de los toreros pero, Fernando Robleño estaba preparado para dicho envite porque si algo le sobra, además de valor, es su toreria al más alto nivel.
Su pena o su gran culpa, como lo queramos ver, es que no remató aquella grandiosa faena con la espada puesto que, como ha sentenciado todo el que lo vio, era faena de dos orejas sin la menor discusión. Como Antonio Lorca dijera, la faena del año sin lugar a dudas pero, como las grandes obras, la labor de Robleño no tuvo apenas nada más que veinte muletazos, los que sobraron para enloquecer a la gente y, como algunos me contaron, muchos aficionados lloraban de la emoción que pudieron sentir en directo. Si las imágenes de su actuación nos estremecieron, no quiero pensar todo lo que ocurriría en directo; la locura al más alto nivel, sin duda alguna.
Esa es la diferencia, triunfar con un toro bravo y encastadísimo, nada que ver con las orejas verbeneras que se conceden por esas ferias con el toro adulterado que, para mayor desdicha los tienen que moler a mantazos para que los despistados entren al trapo. Luego, que nadie se le olvide, Fernando Robleño llevaba en su haber cuatro corridas de toros en la temporada actual y toreó por lo grande. Lo digo porque durante este año, muchos comentaristas y críticos han ido justificando a Talavante diciendo que, a medida que estuviera más toreado todo iría mejor. Si la causa para triunfar es torear mucho, Robleño debería de haber fracasado con rotundidad. Tontos los hay por todas las esquinas; o como diría un amigo mío, hay más tontos que tejas.
Ilusionados nos sentamos ayer frente al televisor para ver a Fernando Robleño en Bargas, Toledo. Manolo Amador no dudó un instante en darle la sustitución de otro héroe, Sergio Serrano que resultó ser el triunfador total de Albacete pero que, cayó lesionado frente a los de Victorino Martín, de ahí que no pudiera comparecer en Bargas, el pueblo del que guardamos un recuerdo bellísimo del año pasado en que Escribano, Serrano y Téllez triunfaron a lo grande. En esta ocasión no podemos decir lo mismo pero, si de arte hablamos, Fernando Robleño llevó a cabo una faena bellísima, pura, hermosa pero, el toro no tenía trasmisión alguna, era un auténtico burro con cuernos, razón por la que nadie le tomó en cuenta y, mucho menos en un pueblo donde se ama al toro.
Por cierto, hubo un detalle por parte de los comentaristas que me quitó el humor. Estaba ponderando Martín de Blas la gran faena de Robleño en Madrid del día anterior puesto que, era el momento adecuado para ello porque, entre otras cosas, Fernando Robleño formaba parte del cartel como hemos dicho y, de repente, cuando Martín de Blas le pide a César Jiménez su valoración respecto a Robleño y su obra cumbre en Madrid, el locutor y director del programa apuntó a Jiménez lo que hemos dicho todos, que Fernando hizo la faena de la temporada en Madrid y, de pronto, salta Jiménez y dice: «Puede que haya sido la faena del año pero, no nos olvidemos de lo que hizo El Juli en Las Ventas» Y digo yo, ¿qué coño pintaba allí El Juli en la historia que estaban contando? A Jiménez le salió la figura que lleva dentro y aquello de soportar que un humilde haya estado a la altura de los más grandes, al parecer, Jiménez, por sus palabras, no estaba dispuesto a que un torero humilde estuviera por encima de todas las figuras del toreo en lo que ha sido la temporada de Madrid.
Fijémonos que, hasta un niño de pañales es capaz de darle el valor que tiene a lo que hizo Robleño, primero porque torea poco y lo poco que torea es siempre frente a las bestias que nadie quiere, con la suerte de que el domingo un toro de Escolar quisiera llevarle a la gloria, algo digno de encomio. No mató el toro como debiera pero su gran obra ha quedado esculpidas en Las Ventas.
Todo quedó clarísimo en Madrid, había un gran torero, un gran toro de verdad y al final como no podia se de otro modo, Fernando Robleño firmó una gran obra. A las figuras seguro que les ha dolido a todos dicho triunfo porque todos saben que el diestro obtuvo el gran éxito por el camino de la verdad, nunca frente a los burros medio muertos que salen por toriles para que los famosos de turno engañen a las pobres gentes que no saben de la verdad de la fiesta.
Fijémonos en el toro de la foto, en el que realizó Robleño su gran faena en Madrid, idéntico a los que matan El Juli y sus correligionarios ¿verdad?