Cuando leo en algunos medios que a la feria de Olivenza la denominan como LA FERIA DEL TORO, de repente, me entran los temblores de la muerte. Hay que tener muy poca vergüenza para utilizar tal definición en un ciclo que, pensado por y para el entrenamiento de las figuras de cara a la temporada, que utilicen el rimbombante título del TORO, insisto, hay que ser desahogados y no tener la más mínima decencia ni respeto, ni al toro ni a la propia fiesta.

Nadie le negará a José Cutiño la feliz idea que tuvo hace muchos años de inventarse esta feria que, como aperitivo de lo que acontecerá durante todo el año, la gente, ávida de toros acude ilusionada al coso oliventino. Como idea, no queda otra opción que felicitar al empresario pero, ante todo, habría que llamar a las cosas por su nombre y definir a dicha feria como una puesta a punta de las figuras para entrenarse de cara a la temporada que, lógicamente, tras lo de Olivenza queda ya muy cerca para los diestros.

¿Qué pesarán, por ejemplo, los aficionados de Ceret cuando lean lo de la feria del Toro de Olivenza? El insulto no puede ser mayor de cara a estos aficionados franceses que, con todo orgullo si pueden presumir de que en su feria se lidia el Toro, no hay más que ver las divisas que se anuncian, tanto en Ceret como en Olivenza y, hasta el más lelo del lugar sabría discernir.

Yo creo que sería más lícito, lógico, coherente e incluso admirable que dicha feria se anunciara como un ciclo festivalero de luces para ponerse a punto los diestros de mayor relumbrón. Se trata de una plaza de tercera categoría que, ante lo dicho, nadie pondría el menor reparo porque, en honor a la verdad, a Olivenza acuden los señoritos de toda España por hacerse ver en la primera feria de renombre. Démosle, pues, la categoría que le corresponde que, repito, no es otra que la de unos festivales con traje de luces en el que los beneficios son para los ganaderos, empresario y los toreros.

Este año, como plato fuerte tenemos a Morante en dos tardes que, con la gorra matará los toros y si los animalitos le embisten como es natural y lógico, formará la mundial, festivalera, pero se lo pasará en grande. Para colmo, el único aliciente importante, dentro de un orden, claro, es la corrida de Victorino Martín en la que Antonio Ferrera la matará en solitario. Por cierto, al margen de los toros, ¿qué interés tiene de cara al aficionado que este hombre mate otra vez seis toros? Absolutamente ninguno porque Ferrera es un torero aburrido, teatral, reiterativo y aquello de enfrentarse a seis toros es un traje que le viene grande; que lo ha hecho varias veces pero, sin fundamento alguno. Una vez más, por su ambición absurda le quita el puesto a otros dos diestros que, de forma natural tendrían cabida en dicha feria.

Del resto de los componentes, como diría Julio Iglesias, la vida sigue igual. Los mismos de siempre para que se entrenen y lleguen a Valencia y Castellón con el rodaje adecuado. Eso sí, como dije, al ser una feria tempranera, los “claveleros” acudirán para vitorear a sus ídolos y, si para colmo, desde los púlpitos más altos del poder, a dicha feria la bautizan como LA FERIA DEL TORO, la parodia no puede ser mayor. Lo de Olivenza podría ser exactamente igual que el afeitado; es decir, no pasaría nada si lo anunciara de antemano. Hoy se lidiaran seis animalitos con sus astas mutiladas y, la gente acudiría de igual modo; la gente sin el menor rigor, tal y como se hace la feria aludida. Pero no, al taurinismo le apasiona más el engaño que la misma sinceridad. Por cierto, hablando de afeitado, ¿se imagina alguien si tras la celebración de dicha feria se hicieran los análisis post morten de los pitones de los toros? Lo dicho no se hará nunca pero, de hacerlo y que nos enterásemos los aficionados, más de uno nos moriríamos de risa. Insisto una vez más, esta es la fiesta de las figuras, la Fiesta con mayúscula camina por otros derroteros.