Espectáculos emblemáticos, si de toros hablamos, no son otros que aquellos que nos dejan una huella profunda en el alma por la grandeza que en su día pudimos contemplar y que, al paso del tiempo, ese recuerdo sigue vivo dentro de nuestro ser. Lo que cuento no es nada cotidiano, de ahí la espectacularidad que un acontecimiento relevante puede tener el calado de inolvidable.

Si a medida que trascurre el tiempo, un festejo determinado que hayas visto en una fecha cualquiera, si el mismo ha tenido caracteres de acontecimiento ya vive eternamente en tu espíritu, es el caso de la corrida que se celebró en la pasada feria de Cali aquel 28 de diciembre del pasado año en que, con toros de Victorino Martín, el que lidiaba por vez primera en Colombia y que para nuestra fortuna fue retrasmitida por Movistar, nos dejó un recuerdo imborrable pero, por muchas razones.

Seguro que, la más importante es que, Emilio de Justo, ese torerazo sublime que había firmado su temporada más importante en que, además de haber matado varias corridas de Victorino con varios triunfos de clamor, entre ellos el de Sevilla con la citada divisa, el pasado año, amén de todo, se había convertido en el triunfador de la temporada en Madrid con dos salidas a hombros de Las Ventas y, como postre, se apuntó, como decía, a los Victorinos en tierras colombianas con un cartel que pocos toreros hubieran accedido, especialmente por tener que lidiar los Albaserrada en un coso que poca gloria podía darle y teniendo como compañero del mano a mano al colombiano Luis Bolívar.

Nadie dudábamos de la grandeza de Emilio de Justo al respecto de su participación en dicha corrida caleña, pero sí rezábamos para que los toros embistieran y, como si de un buen presagio se tratare, los bicornes de Victorino Martín embistieron como los ángeles para que, por si quedaba alguna duda, Emilio de Justo lograra su triunfo más apoteósico frente a los animales de dicha ganadería, y mira que los había conseguido enormes. Para mayor dicha, hasta el infortunado Luis Bolívar –lo digo con todo el cariño del mundo por la poca atención que se le presta- obtuvo un éxito de clamor. Total que, al final del festejo, ambos toreros salieron por la puerta grande mientras que Victorino Martin saboreaba su propia gloria al ver el juego que habían dado sus pupilos con tanto esmero había criado.

Este año, si de Emilio de Justo hablamos, todos conocemos su historia en la que, en aquella proeza que inició en Madrid en el primer festejo de la temporada en que se anunció con seis auténticos toros, su primero, el de Pallarés, le propinó una voltereta que pudo haberle costado muy cara por el dramatismo de lo que supuso dicha cogida. Era el momento en que entró a matar cuando resultó cogido pero, la espada había entrado y le dieron una oreja que sabía a gloria; un éxito que él ya no pudo disfrutar porque pasó a las manos del doctor García Padrós, certificando la grave lesión que padeció De Justo que, con la bendición de Dios no tuvo las consecuencias que todos presagiábamos. Es cierto que, debido a sus graves lesiones, el torero extremeño ha tenido que pasar su temporada casi en blanco porque reapareció a finales de agosto en Almería y, hasta Jaén, su trayectoria no ha sido otra que el triunfo permanente.

Como explico, pese a toda la crudeza y grandeza de su carrera, Emilio de Justo, una vez más, en un alarde de torería al más alto nivel, repite la historia y se anuncia otra vez en mano a mano con Luis Bolívar para cerrar la feria de Cali, lidiando, como el mundo sabe, otra vez los temidos toros del ganadero de Galapagar. ¿Cabe hazaña mayor? Creo que es imposible. O sea que, Emilio de Justo vuelve donde solía, es decir, al lugar del que nunca se apartó, el que le ha dado cornadas, sinsabores, éxitos y satisfacciones íntimas, los componentes importantes que vienen a definir la carrera de un torero con historia que, a estas alturas de su vida ya tiene forjada su leyenda……y lo que le queda.