Hemos sido objeto de repudio por parte de algunos empresarios que, para dicha nuestra, no les han gustado nuestras crónicas, sin lugar a dudas, lo más normal del mundo. Y es lógico que estén molestos porque, para satisfacción de su ego personal, ellos, los empresarios, saben apretar los resortes adecuados para que todos los medios tengan siempre a mano el botafumeiro, algo que les complace sin medida. Dicho lo cual, ver que alguien discrepa con el sistema les pone enfermos pero, a su vez, esos mismos empresarios deberían de saber que nosotros no tenemos la “costumbre” de mendigar un pase para la entrada, así como ningún atisbo de favor, lo digo porque, en mi caso, me compro una barrera y de tal modo puedo ver la farsa desde más cerca.

Hay un dato que es revelador respecto a la crítica o la pura información taurina y es que, al que se le ocurra opinar más allá de la pura noticia, que no le pase nada. En los toros sucede lo mismo que en la política, los organizadores quieren borregos sumisos para que les canten sus logros que, en definitiva, son fracasos en tropel. Al final, tras todo lo visto, ¿quién llevará la razón los del aplausos fácil y el halago permanente o los pocos que buscamos un poco de verdad y de justicia en este mundo de locos? Yo tengo mi propia respuesta, como hice toda mi vida de aficionado, seguiré comprando mi barrera de sombra que me sabe a gloria.

Me gusta bucear en los medios para saber qué opina el “enemigo”. Por ejemplo, el caso concreto del día que actuó Morante en Alicante que, algunos, hasta certificaban que el diestro de La Puebla había hecho una faena memorable. Hay que ser serviles y borregos para decir semejante afirmación porque, no lo digo yo, lo vio todo el mundo; Morante hizo una faenita bonita a un toro que no tenía ni la más mínima fuerza; vamos que, se le caía nada más tocarlo por la cara. Dicho en cristiano, la parodia elevada al cubo. ¿Se puede hablar de una gran faena si no tenemos el elemento toro en el ruedo?

Es muy duro contar la verdad, además de escabroso. La única recompensa son los lectores que, ellos si saben de verdad lo que es plausible y que es repudiable, nos lo dicen en sus correos y entendemos que no les falta razón. Es más, cualquier medio que se precie de vender su libertad, lógicamente, tiene que narrar para sus lectores, nunca para las organizaciones taurinas que, ellos ya tienen como recompensa el dinero que ganan con sus infamias y burlas por aquello del toro que lidian.

¿Pensarán estos cretinos que tenemos animadversión hacia alguien? Esa es la falacia que utiliza el poder para defenestrarnos con sus actitudes nefastas que, de la mentira quieren hacer una fiesta, algo que no permitiremos jamás. Por el contrario, tenemos ejemplos como los de Madrid en las dos últimas corridas que se han celebrado en que, como quiera que saliera el toro y, a su vez, toreros dispuestos para la batalla, ahí están nuestras crónicas plagadas de la misma verdad que en el ruedo pudimos ver. ¿Cabe justicia mayor?

Digamos que nosotros no defenestramos a los toreros o ganaderos por ser tales, no. No nos parecemos en nada al puto feminismo que vive del gobierno que, además de ser gandulas, culpan al hombre por la sencilla razón de ser macho cuando, como todos sabemos, existen verdaderas hijas de puta que maltratan a los hombres que, dadas las circunstancias siempre serán víctimas aunque tengan la razón.

Nosotros no criticamos a nadie por el hecho de ser torero, lo hacemos porque nos toman el pelo y nos engañan. ¿Quién se atreve a ponerle un reparo ahora mismo a Emilio de Justo o a Diego Urdiales? Digamos que, cuando todo discurre por el sendero de la verdad, cualquiera se derrite ante la misma y, lógicamente, nosotros no somos una excepción. Criticamos, como sucediera en Alicante, toda la parodia que rodea al mundo del toro, el circo que se inventan haciendo creer a los del clavel que se están jugando la vida frente a animalitos casi domesticados.

Sin lugar a dudas que, el sistema taurino lo tiene todo muy bien organizado, hasta el punto, como decía, la gran mayoría de los informadores todos entran al trapo con una memez inusitada; es decir, son capaces de contar los triunfos verdaderos, pero todavía son mejores cuando hay que embadurnar faenas sin sentido pero que, gracias a sus artimañas, le hacen creer a la gente que Enrique Ponce ha sido el rey de la torería mientras ejercía de enfermero en los ruedos.

El problema de los palabreros es que, en aquella citada corrida alicantina, lo dramático de la cuestión era que la televisaron y, pese a los plausibles comentarios de los informadores, cualquier buen aficionado comprobó aquel fraude sin paliativos. No podemos seguir así, cada día un fraude y una estafa; ellos así lo querrán, pero a Dios gracias todavía quedamos aficionados cabales que sabemos discernir cuando se está lidiando un toro o cuando se está chuleando a los espectadores. Por ejemplo, puesto que hablamos de nuestra comunidad, ¿le puso alguien reparo alguno a la corrida de Miura que se lidió en Castellón? En la citada plaza, como en otras, vimos a su majestad el toro y, sin remisión, nos destocamos.

Bogard decía que todavía le quedaba París. Nosotros decimos lo mismo, pero cambiando de ciudad, es decir, nos queda Madrid si es que de una santa vez se apertura su plaza para siempre. Y hablo de Las Ventas porque, como todo el mundo pudo ver, han sido dos auténticas corridas de toros las que se han lidiado y, en las mismas, nadie habló de fraude, ni de estafa, ni nada que se le parezca; se les enjuició a los toreros según sus actuaciones en el ámbito artístico pero, nadie osó negar la grandeza de los toros que se lidiaron en ambos festejos. Pues esto que tan sencillo, todavía quedan bobos que no saben discernirlo