En la corrida de feria celebrada días pasados en Sacedón, Guadalajara, pudimos ver el grave percance que sufrió un matador novel como es Víctor Hernández, lo que viene a demostrar que, la mala suerte se a cebado con este chico. Un chaval que de novillero se hartó de cortar orejas en Madrid, salir por la puerta grande y, en la temporada actual proclamarse como el triunfador de la Copa Chenel, lo que demuestra que condiciones las tiene todas para desarrollar con dignidad y torería su profesión.
Sinceramente, la cogida de Víctor Hernández resultó de un dramatismo inmenso. Todo ocurrió en el primer lance con el capote con el que resultó arrollado de muy mala manera, hasta el punto de que el animal hizo presa con el chico y le infirió una cornada y una lesión en la pierna pero, tal y como lo cogió aquello pudo haber acabado en tragedia de época. Para mayor escarnio, la corrida era cómoda, no en vano se trataba de una plaza de tercera, pero, ya vemos que, un toro, hasta con el rabo puede hacerte daño.
Hernández, a su pesar, con su cogida, sin pretenderlo demostró la cruda realidad de lo que es y supone ser torero. Es cierto que, cogidas y cornadas las han sufrido casi todos los toreros, es decir, el drama lo conocen todos. Pero amigo, hay cornadas muy a destiempo que solemos decir, caso de este chaval que, lleno de ilusiones ha perdido los pocos contratos que le quedaban. La suerte, como vemos, juega un papel decisivo en la carrera de todo torero. Hay diestros que han sufrido muchas cornadas, como le sucediera al maestro Juan Antonio Ruíz Espartaco, pero como él confesara, ninguna puso en riesgo su vida.
Mala suerte la de este chico que, ilusionado como todos, intenta abrirse camino en el difícil y complicado mundo de los toros. Tras caer herido, tuvo que hacerse cargo de la lidia de los tres toros puesto que, era un mano a mano con un novillero, el diestro Enrique Martinez Chapurra que, con dignidad y solvencia mató los tres toros; una pena que, los bovinos no tenían apenas fuerza, se defendían por dicha causa y apenas le dieron opción para el lucimiento, por tanto, para el éxito que tanto le hubiera reconfortado al diestro. Cortó una oreja en el tercero que, apenas sí le dio alguna que otra opción para mostrar su clasicismo con la muleta.
Chapurra, como otros muchos, con su acción, nos vino a demostrar que, actuar como sobresaliente no es ninguna broma; que se lo digan a él que ha tenido que matar tres toros en este día comentado, al igual que le ha ocurrido en anteriores ocasiones. Y si le preguntamos a Álvaro de la Calle por todo lo que tuvo que hacer en Madrid el día de la cogida de Emilio de Justo, matar cinco auténticos toros en la primera plaza del mundo y salir digno y airoso, eso ya fue un triunfo de clamor.
Mucha suerte para Víctor Hernández en el transcurso de su carrera y, recemos para que se una la diosa fortuna junto a él que, como es sabido, condiciones las tiene todas para ser un torero importante. Y desde aquí, un aplauso para nuestro admirado amigo Enrique Martínez Chapurra por su gesto con el que solventó la papeleta y con la dignidad y torería.
En las imágenes, Víctor Hernández y Enrique Martinez Chapurra, protagonistas del ensayo aludido.