Morante que, como sabemos, artísticamente se encuentra por encima del bien y del mal, en los últimos días ha querido que se siga hablado de él, en este caso fuera de los ruedos. El diestro de La Puebla se ha sacado de la chistera un asunto que, hasta igual tiene adeptos que le secunden, cosa rara, pero de todo hay en la viña del Señor. Morante quiere inventar una puya nueva; mejor dicho, dos.  Es decir, una más reducida para los toritos tontos de capirote como dicen en su tierra y, la otra, para los toros de verdad. Podría entender lo de la primera puya que no deja de ser una sandez, pero lo de la segunda raya en la estupidez más denigrante porque, Morante no se enfrenta nunca a los toros de Cuadri, Palha, Escolar, Pedraza……ganaderías que sí podrían aceptar esa puya más potente.

En definitiva, un acto estúpido donde los haya porque debemos de recordarles a los aficionados que, los toros de la rama Domecq, todos, sin distinción y con el permiso de don Ricardo Gallardo, en el tercio de varas no se necesita de pica alguna; lo vemos a diario puesto que, con un pequeño rasguño queda resulta esa suerte. Siendo así, cualquiera puede pensar que lo que Morante quiere inventar es que en el palo de picar, en vez de una puya se le ponga un bolígrafo Bic que, a no dudar, haría más daño en la piel de los toros que la puya actual.

Aplaudo los inventos de Morante en el ruedo; digamos que, aquello de resurgir suertes que estaban adocenadas en la historia de la tauromaquia en las que él, como protagonista, es capaz de revivirlas de nuevo, un hecho digno de aplauso. Su variedad, su gusto particular por todas las suertes que ejecuta son motivo de alabanza para este diestro singular. Ahora bien, si lo que pretende Morante es la eliminación de la puya como tal, como antes dije, eso ya lo han logrado entre él y sus compañeros figuras, sabedores todos de que la suerte de varas es un mero trámite para seguir engañando a los miles de bobos que se tragan la bola. ¿Una puya menos agresiva? Por Dios, Morante, que eso ya lo tenemos al comprobar que los picadores no deberían de cobrar porque apenas hacen ningún tipo de trabajo, salvo los que se enfrentan al toro auténtico.

En este año que termina y en lo que ha sido esta temporada, respecto a la puya, recordamos toros que se les administraron cuatro puyazos, algo inusual en un ruedo pero que, para nuestra fortuna lo hemos podido admirar y gozar. Cierto y verdad que en las tardes a las que nos referimos no estaba Morante en el ruedo, por eso no lo sabe. Pensemos que, si por regla general, a los toros se les administraran tres o cuatro puyazos, Morante no diría las tonterías que dice. Pero no es menos cierto que, el toro de verdad, el que asusta, el que se pica, el que pone en riesgo la vida de los toreros, ese tipo de toros no va con el diestro aludido que, insisto, tiene muchos valores artísticos, amén de que sabe vender la burra mejor que nadie, de ahí su éxito. Pero una cosa es el toro y otra muy distinta las frivolidades que hacen las figuras con sus toritos amaestrados.

Dale. Levanta. Estas dos palabras nos definen a la perfección a la vez que nos muestran si en el ruedo hay un toro auténtico o un animalito santificado. Por lógica, cuando un diestro se encuentra en el ruedo con un toro de Casta Navarra, por poner una ganadería encastadísima, a la hora de picar, el torero, sabedor de la casta y la fuerza del toro, siempre le dice al piquero: ¡Dale, dale, dale! Desde la otra trinchera, Morante, como sus compañeros, cuando lidian los animalitos de Juan Pedro, junto al picador tienen que decir siempre: ¡Levanta, levanta, levanta! Digamos que, son sabedores de que con medio puyazo andan más que picados porque si se les administra una puya como Dios manda, corren el riesgo de que se les muera el toro antes de que el torero coja la muleta.

Digámosle a Morante que en el toreo está todo inventado. Los aficionados, con tal de que salga un toro por toriles para picarlo como se hacía antaño y que el torero, muleta en mano, nos muestre que se está jugando la vida, lo demás nos sobra todo. Sobran puyitas, matador, lo único que nos falta es el toro, porque cuando este aparece en el ruedo nadie se atreve a decir la menor tontería, sencillamente porque un hombre se está jugando la vida. ¡Todos los toreros se la juegan! Diría un listo de turno. Es cierto que las figuras pueden tener un accidente con esos animalitos que, dado su peso y fuerza, pueden hacer daño hasta con el rabo. Pero mientras los aficionados no palpen desde los tendidos que el torero se juega la vida, todo el mundo come pipas en los graderíos. ¿Cabe estupidez más grande? Por cierto, lo dije sin pensar, pero la definición es perfecta. Si la gente come pipas y bosteza es que en el ruedo no hay un toro que emocione.

Sin con la puya que ahora utilizamos ocurre lo que vemos en la foto, si se pone en práctica la puya que quiere Morante, no quiero que se me pase por la cabeza lo que podría ocurrir.