La única solución que podría tener la fiesta de los toros pasa por el sorteo puro y duro pero, eso siempre será una quimera que nos quitará el sueño a los aficionados, nunca una realidad que pondría las cosas en su sitio y, sin duda, habría justicia verdadera. Los más obstinados siguen diciendo que es el toro el que pone a cada cual en su lugar y, la realidad es muy otra. Aunque nos pese, el mundo del toro funciona bajo los parámetros establecidos por los poderosos que organizan todos los espectáculos, creyendo, eso sí, que lo hacen bien cuando, en realidad, lo que están haciendo no es otra cosa que pan para hoy y hambre para mañana.
Hemos repetido miles de veces que el sorteo de forma genérica en las ferias sería el revulsivo para que la gente volviera a creer en dicho espectáculo que, por su escasa credibilidad los aficionados han dejado de asistir a los coliseos taurinos. Son muchos los festejos que se celebran que, la crónica podría escribirse antes del festejo y no marrar en lo más mínimo. ¿No es acaso un hecho lamentable el que digo? Así es. Y si se puede escribir una crítica antes de que se celebre el evento ello viene a demostrar que se ha perdido la magia, la incertidumbre de qué pasará, por tanto, de la grandeza que antaño tenía esta fiesta otrora maravillosa.
Y, cuidado, no somos adivinos, nadie tenemos la bola de cristal en que lo vemos todo, nada de eso; pero es todo más sencillo porque dada la estructura actual, viendo quién torea, se aplica la lógica y el acierto es pleno. La cuestión es todo un problema de comodidad por parte de los mandones del toreo; no porque no puedan con el toro, pero sí por saberse dueños de la situación y, riesgo, el menor. ¿Cree alguien que Morante no le hubiera cortado las dos orejas como lo hizo Escribano ante aquel bravísimo toro de Victorino Martín? Que nadie lo dude. Morante, por citar un torero famoso, tiene más técnica y poderío del que otros puedan pensar pero, la cuestión estriba en la decisión del diestro que, prefiere el burro adormilado antes que el toro muy despierto, caso del bovino que he citado.
A su vez, tampoco pido que las figuras dejen sin pan a los heroicos diestros que tienen que enfrentarse a los toros difíciles y complicados que, a su vez, son su única tabla de salvación pero, para ser justos y no herir ni menospreciar a nadie, por ello debería de existir el sorteo –todos los toros con todos los toreros-al que aludo y, una vez contratados los toreros sortear todos los toros y, le toque a quien le corresponda. Así, en lo que entendemos como un totum revolotum respecto a los toros, que le tocara a cada cual un toro distinto para poder demostrar sus habilidades y, por supuesto, su torería, la que muchos dicen tener pero que la llevan a cabo mediante la lidia de animales indefensos.
Las figuras, por los toros que lidian, siempre esperan que salga la hermanita de la caridad correspondiente para hacer el toreo que a ellos les gusta; eso le gustaría a todo el mundo, lo que no gusta a muchos es tener que enfrentarse a un toro que, de antemano sabes que puede ponerte en serios apuros, de ahí la comodidad en la que andan sumidos, es el caso, entre otros muchos, de la corrida que lidiaron en Sevilla, El Juli, Talavante y un tal Rufo al que como muchas veces he dicho han sentado en el festín de las figuras. Todo un esperpento como ocurre en el noventa por ciento de las ocasiones. Eso sí, ese mismo burro adormilado, en los pueblos, dan clamor; sí, porque los lugareños aquello de ver a las figuras de turno les enloquece y ese mismo toro que no dice nada en Sevilla o en Madrid, en cualquier lugar del mundo, los hábiles toreros de la actualidad les cortan orejas por doquier, no por los méritos contraídos, pero sí por la festividad de los pueblos en que, allí, todo vale. Lo dicho, mientras no haya sorteo puro y duro, la fiesta seguirá en su implacable declive.
En la imagen, un toro de verdad que, como explico, si se sortearon los toros en las ferias encontraríamos muchas sorpresas en cada una de ellas. Madrid sería el referente total por aquello por lo que abogo.