Ante un panorama tan desolador como el que estamos viviendo por culpa de la pandemia, al respecto de los profesionales modestos del mundo de los toros, cualquiera es capaz de echarse a llorar al ver cómo está dicho sector que, totalmente desamparado por el nefasto gobierno que padecemos, miles de personas que han consagrado su vida a dicho menester, en estos meses horribles desde que llegó la maldita pandemia a España, estas criaturas no tienen ni para comer que, para mi desdicha conozco algunos, de ahí que pueda certificar con datos la tremenda injusticia que se ha cometido contra estas personas que, en realidad, ni se les considera españoles y, mucho menos que hayan estado toda la vida pagando sus impuestos correspondientes.

No soy capaz de proponer una solución al respecto porque no la tengo pero, cuidado, si la unión hace la fuerza, todo el gran colectivo de profesionales del sector ya les está faltando tiempo para manifestarse en Madrid el tiempo que haga falta, delante del Congreso de los Diputados para que les vean, les oigan, les ayuden, les comprendan y, ante todo, que les atiendan como se han atendido a cientos de colectivos de nuestro país. En realidad, y así ha pasado muchas veces, solo se atiende al que más grita y, en los toros, como presumimos de civilizados, así nos va.

Con esta actitud del gobierno, además de ningunear a los profesionales, les están faltando el respeto en todos los órdenes porque, como sabemos, el mundo de los toros, sus gentes, siempre ha sido los más solidarios del mundo para con los más necesitados. Llena está la historia de la tauromaquia de aquellos grandiosos festivales en los que, la torería de España, se ofrecía de forma desinteresada para paliar algún mal que hubiera, incluso en cierto ocasión de celebró un festival para las víctimas del Volcán Nevado del Ruíz, allá por tierras colombianas. Es decir, el mundo de los toros ha tenido siempre una dádiva hermosa para con sus semejantes y, ese mundillo, digamos que la parte más humilde del mismo, ante la situación que estamos viviendo, el gobierno que sustentamos todos no ha sido capaz de darles ni agua para que subsistan.

Es horrible todo lo que cuento que, de no conocerlo, la situación nos parecería una película de Luis Buñuel pero, para desdicha de tantísimas personas, es una verdad que aplasta y, lo que es peor está corroyendo el alma y el cuerpo de miles de personas que, por nada del mundo podían sospechar que llegaría una pandemia para quitarles la “vida” y, lo que es peor, que llegado el caso, como ha sucedido, que no fueran atendidos como españoles por un gobierno sectario y aberrante.

En qué maldita hora nos metimos en esto, dirán cientos, miles de hombres que han consagrado su vida al menester de la tauromaquia y, en la actualidad, solo tienen hambre y desolación. Entre tanta desdicha, comprobar como cientos de toros van directamente al matadero porque, para lo que se criaron, para que fueran bravos y murieran de forma heroica en un ruedo, salvo las excepciones que todos hemos visto en las pocas corridas que se han lidiado, ¿Qué van hacer los ganaderos con tanto toro? Lo dicho, mandarlos toros al matadero a precio de carne y, como ha sucedido con algún que otro ganadero, vender la ganadería para poder seguir comiendo. Y dentro de los males, el ganadero todavía tiene “algo” para vender pero, ¿qué hacen los matadores de segundo orden, los novilleros, los banderilleros, mozos de espada, etc. etc. La condena la tienen escrita en la espalda, RIP.

Nadie estamos exentos de una pandemia, por supuesto, pero si tenemos un gobierno que, en realidad, poco ha hecho para paliar el desastre económico que la misma nos ha dejado y, los toros son el ejemplo más claro que podíamos poner al respecto. Lo digo con todo el dolor de mi corazón, me pongo en el lugar de las personas citadas y, muero de dolor, pero en el acto. Pero ese es el gobierno que habéis votado, el que ostenta el poder para enriquecerse como las pruebas de Galapagar nos demuestran y, si hay algún que otro millón de personas que no pueden comer, que se jodan, como ocurre con el mundo de los toros. Eso sí, animaros para seguir votándolos que, al paso que vamos perderemos hasta la casa en que vivimos, sencillamente porque la habremos tenido que vender para poder comer.