Confieso que, leer a Miguel Ángel Revilla es siempre una bocanada de aire fresco para el alma de cualquiera y, en esta ocasión no ha habido excepción con su libro “¿Por qué no nos queremos?” Un nuevo tomo con el que nos ha extasiado por completo porque, el verbo de Revilla es personal, único, genial, directo y, ante todo, de fácil comprensión para cualquier ciudadano; no hace falta haber estudiado en Oxford para entenderle.

Lo mejor que tiene Revilla cuando empuña la pluma –el Pilot, como él dice-  es que, es sabedor de que sus letras serán devoradas por sus cientos de miles de lectores porque, como decía, su verbo es cautivador y, dentro de cada libro nos ofrece una soberana lección. Se trata como es sabido por todos, puesto que hablamos del político más famoso de España y, me atrevería a decir, más allá de nuestras fronteras; su verbo es franco, libre, conquistador y, su mejor valor, su honradez, es la que mejor calado tiene entre las gentes, algo que Revilla sabe mejor que nadie.

Si de honradez hablamos, Revilla es de los pocos políticos de la actualidad que puede presumir de ello; aquello de hacer público su sueldo, cuatro mil euros brutos como presidente de Cantabria es su mejor valor; su vida sencilla, como un cántabro más, es algo de lo que puede presumir con toda la razón del mundo. Jacta Revilla de su vida humilde, sabedor, eso sí, que cualquier alcaldín de pueblo gana mucho más que él como presidente cántabro. Si tuviéramos que equipararle con un político del mundo, Revilla podría estar junto a Pepe Mujica que, casualmente comparten amistad, con toda la razón del mundo, sencillamente porque les une la honradez; ni el uno ni el otro se han visto jamás cuestionados por nada ni por nadie. Si Revilla vive de forma sencilla, Mujica todavía le gana porque el ex presidente uruguayo se apaña con novecientos dólares y sigue viviendo en la “chabola” de siempre muy cerquita de Montevideo.

Claro que, tras leer el libro, –¿Por qué no nos queremos?-  sobra la pregunta con la que nos presenta el libro. Tras todo lo que Revilla ha denunciado en este volumen, en vez de una pregunta yo titularía el libro del siguiente modo, con una aseveración, es decir, con signo de exclamación yo diría. Pese a todo, ¡todavía nos queremos! Entiendo a Revilla como nadie pero, por Dios, tras los datos que nos ha aportado de todo lo que ha ocurrido en este país en los últimos diez años, es para ponernos a llorar todos juntos; las buenas gentes, se entiende.

Es difícil, señor Revilla, que nos queramos de forma “genérica” como usted quiere darnos a entender. Repito que, tras todo lo que usted ha denunciado una vez más, el mérito es que nos queramos; es decir, existen miles de personas en España que no las puede querer ni Dios.

Tras analizar con detalle los cientos de denuncias al respecto de los políticos de este país en que Revilla, además de explicar cada fraude al por menor, aporta datos, cifras, detalles y situaciones que nos hacen temblar, especialmente a todos los que, como él dice, nos ganamos la vida honradamente.

Revilla “sacude” a la derecha de España con un rigor desmedido, incluso cuenta, con toda la razón del mundo que, por culpa de los malditos defraudadores que cohabitaban en la derecha, por dicha causa nació Podemos que, como él sentencia, tampoco sabemos si ha sido mejor el mal o la medicina. Las mentiras de Sánchez no pasan desapercibidas para él, ni el bobo de Errejón con sus peleas con su jefe Iglesias al que abandonó por celos y rivalidades internas. O el chulesco Albert Rivera que, creyéndose el amo del mundo cuando consiguió 57 diputados no los supo aprovechar para, por su culpa, llevar a este país a las manos del comunismo. Luego, tras la debacle prevista, se lavó las manos y ahí te pudras.

Como digo, no escapa nadie de las sentencias documentadas de este cántabro ejemplar, empezando por el Forum Filatélico y acabando por las “preferentes” de las cajas de ahorros que dejaron a cientos de miles de españoles en la más cruel de las miserias; ni siquiera ha tenido “piedad”, cosa que le agradecemos todos, de explicar los motivos por los cuales Zapatero nos llevó a la más absoluta de las miserias. Ahora bien, donde le otorgo la matrícula de CUM LAUDE no es otra cosa que cuando narra con todo detalle el fraude de los ERES de Andalucía, un tema tabú que jamás socialista alguno ha nombrado.

Repito que, Revilla no deja títere con cabeza y, con toda la razón del mundo; por un lado, su libro nos ha atosigado a todos al recordarnos las miserias de los que han supuesto los miles de millones que se han perdido en el mundo de la corrupción, sin olvidarnos, por supuesto, de Iñaqui Urdangarín, como del Rey Emérito que, como es sabido, admitió comisiones fraudulentas sin que le hiciera la puñetera falta. El separatismo catalán no escapa de las garras de Revilla y, mucho menos, los fraudes multimillonarios de la familia Pujol. Sangra la herida de Revilla al comprobar que, ante la justicia no todos somos iguales, como él dijera, todavía quedan apellidos “ilustres” que se escapan de la justicia, para desdicha de las gentes honradas, claro está.

Sobresaltado queda cualquiera al leer las tremendas lecciones de Revilla que, sin duda alguna, nadie le objetará la más mínima crítica porque este cántabro vivaracho y buena gente que, antes de escribir se ha documentado como nadie en el mundo. No es menos cierto que, pese al nudo que se nos hace en la garganta al saber tanta verdad, razonadas sus letras, muy pronto comprende todo el mundo que, la verdad no puede quedar oculta, como han hecho con los ERE de Andalucía. Es más, si todos chorizos o ladrones de guante blando hubieran devuelto el dinero robado, sobraba capital para construir otra España como la que tenemos.

Termina el libro Miguel Ángel Revilla contándonos algunas de sus anécdotas particulares que, como se sabe, nos quita el mal sabor de boca que nos había dejado por aquello de mostrarnos la verdad desnuda por completo de tanto político canalla y barriobajero. Nos hace esbozar muchas sonrisas con el “monumento de piedra” que le hicieron en su pueblo, con las anécdotas compartidas con Bertín Osborne y otros capítulos de sumo interés.

Lo dicho, señor Revilla, pese a todo, nos seguimos queriendo, especialmente las personas como usted, como yo y como esa inmensa mayoría de españoles de buena voluntad que todavía creemos en el trabajo, la amistad, la honradez.