Nadie podíamos sospechar que, el pasado año, uno de los festejos más triunfales y emotivos dentro de una plaza de toros tendría lugar en un pueblo; es más, nadie lo hubiéramos pronosticado porque, como es natural y lógico, la dádiva generosa de los municipios respecto a los toreros suele ser una norma general, por ello ninguno podíamos imaginar que, el pasado 20 de septiembre del 2021, en Bargas, provincia de Toledo, ocurriera lo que taurinamente podríamos calificar como milagro.

Convencido estoy que, para los que no vieron el espectáculo les costará creer que, aquel torrente de bravura, casta, emotividad, pitones, trapío y todos los elementos necesarios que un toro debe de lucir para salir al ruedo, todo ello ocurriera en Bargas, una villa con apenas diez mil habitantes que, en dicho festejo, todos nos emocionamos hasta la locura porque, en honor a la verdad, como pudimos ver se lidió un encierro qué hubiera pasado en Madrid sin el menor problema. Es cierto que, dicha corrida podía haber salido mala e ilidiable que, muchas veces sucede. Pero en aquella ocasión parece que los hados de la fortuna, al ser testigos de la verdad que allí se reflejaba, todo se confabuló para que viéramos un espectáculo inenarrable.

Me atrevo a certificar, sin ánimo de ofender a nadie que, dicho festejo debería de estar calificado entre los diez primeros espectáculos grandiosos que se dieron cita por toda España en el pasado año; al menos, de tener un ranking al respecto, Bargas ocuparía una posición altísima en el mismo. No es menos cierto que, Bargas, de cara al periodismo de “altura” no vende nada, ni falta que le hace añadiría yo. Era un lugar casi anónimo, sí; pero la mayoría de las capitales de provincia hubieran querido tener en sus ferias una corrida tan memorable como la citada. Añadamos que no está hecha la miel para la boca del asno.

Por cierto, no había figuras en el cartel ni tampoco periodistas de “renombre” para cantar la gesta; aquello era una cuestión de pobres y, para colmo, en un pueblo. ¿Quién tenía que estar allí? Apenas nadie respecto a la prensa, salvo los cabales que tuvimos la fortuna de deleitarnos con un espectáculo inolvidable que, gracias a los toros y a los toreros, todos juntos firmaron una tarde para el recuerdo. Un festejo que, si cualquier mago hubiera podido trasladar todo lo que allí ocurría a la plaza de Madrid hubiera borrado la mayoría de las actuaciones que se dieron cita en Las Ventas. Cómo sería la cosa que al igual que yo recuerdo aquella efeméride, muchísimos aficionados que vieron el festejo por el canal CMM, a estas alturas todavía me siguen comentando la grandeza y épica que en dicha tarde tuvo lugar.

Los toros eran del Conde de Mayalde, un ganadero que triunfó repetidas veces el pasado año pero que, en Bargas tuvo lugar el cénit, la explosión más bella de cuantos toros lidió el ganadero en el pasado ejercicio. Y, como no podía ser de otro modo, había tres toreros en la arena, tres; un triunvirato de hombres apasionados que, competentes de lo más grande del mundo fueron capaces de triunfar de forma rotunda y, cuidado que dichos toros pedían la matrícula CUM LAUDE a cada torero para ver si en realidad se comportaban como tales. Cuidado con lo que digo que, un toro bravo puede retirar del toreo al más pintado, que se lo digan a David Mora cuando le salió un toro bravísimo en Madrid en la feria de otoño de 2018.

Manolo Escribano, Sergio Serrano y Ángel Téllez, los tres dieron una tarde de toros inolvidable que, de no haber pinchado Escribano a uno de sus enemigos la apoteosis hubiera sido infinita para los tres. Como ocurriera, Sergio Serrano y Ángel Téllez, ebrios de placer por la torería que estaban tramando a lo largo de la tarde, salieron por la puerta grande en olor de multitud, algo que, como antes dijera, lo allí ocurrido, en Madrid nadie hubiera puesto el menor reparo.

Sigue siendo muy triste que, aquel suceso memorable, pasado el tiempo, apenas nadie se acuerde de nada; solo Morante está en la mente de todos los interesados, de los que viven o malviven del ejercicio del periodismo pero, amigos, no solo de pan vive el hombre, lo digo porque además de Morante, un artista donde los haya, a lo largo de toda España ocurrieron muchas cosas hermosas, incluso en algunos pueblos como el citado. No podemos, no debemos echar en el olvido tardes maravillosas como la citada que, insisto, “gracias” a la pandemia muchos pueblos tuvieron la fortuna o quizás la sabiduría para aprovechar la ocasión y lidiar en sus plazas toros que nunca hubieran imaginado.