Mientras soportamos esta catarsis de odio en todos los órdenes que sufrimos desde el mismísimo gobierno de España en que, los actos vandálicos son una maldita realidad en cualquier materia que queramos aplicar, para colmo, no contentos con todas las barbaries a las que someten al ciudadano español, por si faltaba algo había que mancillar a los niños para hacerles todo el daño posible por aquello de querer prohibirles que acudan a los toros porque, según los nefastos personajes que nos rigen, la fiesta de los toros es cruel y bárbara, la que hace daño a los niños para un futuro venidero. Vamos que, no quieren que estudien en la lengua de Cervantes, siendo así, dejarles ir a los toros, ni por error.

Otra excusa maldita para atacar a la fiesta de los toros la que, desde hace más de trescientos años ha admitido como espectadores válidos a los propios niños que, sin ellos, en la actualidad, hace años que la fiesta de los toros habría muerto. Es más, la mismísima fiesta taurina se ha sentido satisfecha, arropada con los niños porque, como primer ejemplo, ahí están las Escuelas Taurinas en la que enseñan a niños, adolescentes y jóvenes las suertes del toreo para que todo aquel chaval que así lo desee pueda ser torero. Precisamente, esos jovencitos que ahora pisan las escuelas taurinas, previamente han ido con sus padres cientos de veces a los toros y, ningún niño ha salido dañado de una plaza de toros, ni físicamente ni anímicamente que todavía es mucho peor.

No conozco ningún adulto de la actualidad que, por aquello de haber ido a los toros siendo niño, en estos momentos sea un delincuente o una persona indeseable; ni uno solo en todos los millones que conformamos este pueblo llamado España. Eso sí, ese mismo gobierno que quiere “proteger” a los niños impidiéndoles acudir a los toros es el que permite que haya millones de traficantes de drogas para que, de forma muy sencilla lleguen hasta los adolescentes para que se droguen de por vida y sean unos desdichados eternos en unión de sus familias. Lo mismo ocurre con el juego que, publicitado hasta por debajo de la cama, incitan a los jóvenes a la ludopatía a sabiendas de que, con dicho menester opositan a la ruina personal y familiar. Pese a todo, según este nefasto e indeseable gobierno, los toros siguen siendo el peor de los males para los niños, los jóvenes y aficionados en general.

Lo triste de la cuestión es que, analizado el panorama llegamos a la conclusión de que el gobierno, o son todos analfabetos o tienen malas entrañas que todavía es mucho peor. ¿Por qué no prohíben que los niños acudan al fútbol que, lo que se dice improperios se escuchan en cada instante del partido? Es decir, que los niños aprendan de pequeñitos que la palabra hijo de puta, dirigida al árbitro sea el caldo de cultivo para que niños y jóvenes aprendan un vocabulario horrible que, sin duda, tanto marcará el devenir de los niños que acuden al fútbol. Y, cuidado, dice esto del fútbol alguien que ama este deporte pero que, pese a todo, me sobra capacidad para discernir los malos modos que en dicho deporte anidan, dicho con toda mi pena, pero que es una cruda realidad que ninguna persona puede obviar. Como lo son esas trifulcas o peleas que muchas veces se dan cita en el fútbol, lamentable, odioso e indeseable, pero una verdad que aplasta.

En los toros, desde el inicio del espectáculo hasta el final del mismo, reina el señorío por encima de todo, el buen gusto en todas las acciones, el respeto hacia un hombre que se juega la vida, valores todos que el niño percibe y se los guarda dentro de su corazón porque, dichas emociones son inevitables; todas ellas para bien, como así se ha demostrado en tantísimos años en que, entre el arte y el valor, de vez en cuando, hasta aparece la muerte.

Como dato más “grave” si es que de este modo se le puede calificar, éste no es otro que al final de la muerte de cada toro, el espectador o aficionado tiene derecho a manifestarse para bien o para mal que, a lo sumo, la “maldad” queda reflejada en unos pitos contra el actuante porque no ha estado a la altura de las circunstancias o de la expectativa que había creado.

Por dicha razón, ningún niño sale de la plaza de toros con su alma lacerada porque, como se ha comprobado, no ha habido el menor signo que haya atentado contra el corazón de un niño que, por el contrario, si sabe discernir entre el bien y el mal. No nos olvidemos que, en la actualidad los niños son mucho más inteligentes que los adultos porque como se ha comprobado, muchos de los adultos que ejercen el poder, de pequeños deberían de haberlos llevado a la escuela y a los toros.

De haberlo hecho, en la actualidad, otro gallo nos cantaría. Pero como quiera que en el mundo actual, en el que se oposita para todo, si alguien pretende entrar en política no hace falta nada, con tener malas entrañas y llevar el carnet correspondiente en la boca, con ello te hacen presidente del gobierno o, en su defecto, diputado o cualquier cargo que se precie. Es cierto que, para llevar a un país a la ruina no se necesita estudio alguno porque, de tenerlo, sus dirigentes obrarían de distinta manera.