Ni por casualidad podríamos llegar a pensar que, en una temporada tan atípica como la que estamos viviendo, que serían los pueblos los que nos revitalizaran en calidad de aficionados. Sin pretenderlo, ha ocurrido lo impensable que, como hemos visto, no ha sido otra cosa que la presencia del toro en su más bella acepción en la gran mayoría de los pueblos donde se han celebrado toros, eso sí, sin la participación de las figuras que, de forma reciente llevaron a cabo su parodia en Mérida.

Benditos pueblos de Dios que, por vez primera en su historia, todos han visto lidiarse auténticas corridas de toros que ni en sueños podían imaginar, sencillamente porque en plazas de tercera, hasta es lógico que se lidie el toro de menos presencia, por mucha esencia que éste tenga. Claro que, como decía, “gracias” a las desdichas que hemos sufrido en todos los órdenes, como quiera que lo único que sobra son toros, los empresarios de las plazas citadas han elegido a su majestad el toro para satisfacer las ilusiones de los aficionados presentes que, como los ausentes que lo hemos visto por televisión, hemos quedado ahítos de placer y de gozo al comprobar que, el toro sigue siendo posible.

La práctica totalidad de los toros lidiados en los diferentes pueblos, todos han sido cinqueños, con tremenda arboladura y con la casta suficiente para que la emoción anidara en sus lugares donde se lidiaron. Por ejemplo, que hayamos visto lidiar toros en Añover de Tajo o Valdepeñas, todos que hubieran pasado el reconocimiento en Madrid, con esa está dicho todo. Es decir, que los pueblos nos hayan mostrado la verdad como bandera, eso dice mucho a favor de los empresarios que han montado los festejos que, repito, podían haberse aliviado en la presentación de los toros y nada hubiera pasado porque, como es natural y lógico, el toro de Valdepeñas no tiene por qué parecerse en nada al que pudiera lidiarse en Madrid. Ha sido, como digo, todo un signo de grandeza al más alto nivel que, como vengo contando, salvo Mérida y Linares, en todo lo que hemos presenciado ha sido el toro el gran protagonista.

Y mira tú por donde, en estos festejos aludidos, con presencia de toreros humildes, hemos visto faenas épicas como la de Uceda Leal en Astorga, las de Gómez del Pilar en Añover de Tajo y Valdepeñas, las de Joaquín Galdós en Astorga y Valdepeñas igualmente, con dos indultos en su haber. Cuidado con Gómez del Pilar que no gasta bromas; es más, se trata de un torero con unas condiciones extraordinarias, justamente las que ha mostrado frente a toros de verdad, en puntas, cinqueños, con casta, con todo lo que debe de mostrar un toro de lidia. Lo mismo debemos de aplicarle a Joaquín Galdós que, como demostró, se trata de un torero muy válido, es decir, tenemos relevo para el vetusto escalafón lleno de viejas glorias que, de una santa vez deben de dejar paso a los jóvenes, cosa que veo muy difícil porque los actuales, Ponce, El Juli, Morante, etc. etc., dudo que algún día se vayan porque, claro, yo tampoco me iría, con ese tipo de toros que lidian pueden estar en activo hasta que les llegue la jubilación por aquello de la edad.

Todo no podía ser malo, de ahí la grandeza que debemos de atribuir a la práctica totalidad de los pueblos que, de forma generosa han dado toros cuando creíamos que era tarea imposible y, en vez de aliviarse y “cuidar” a los toreros que han toreado por aquello de ser novedad en todas las plazas en las que han actuado, les han puesto delante de las fieras más insospechadas para que, de repente, sin que nada tenga que ver la casualidad, pero sí la causalidad, los toreros humildes hayan triunfad por lo grande. Termino como empezaba, exhausto de placer al comprobar que, gracias a los pueblos, a sus empresarios, a sus lidiadores, hemos visto la grandeza del toro en su más noble acepción y, a su vez, el triunfo legítimo de tantos toreros que, arrinconados como estaban sin que nadie les prestara atención, por su valía, por sus condiciones, caso de Sergio Serrano, entre otros que, siendo el diestro que menos ha toreado en el mundo tras su alternativa, el pasado sábado ridiculizó a Enrique Ponce en Manzanares, han demostrado su preparación para afrontar cualquier reto a que se les someta. Las pruebas han sido concluyentes.

En la imagen, Sergio Serrano toreando como los ángeles frente a un toro de Saltillo en Madrid, en el pasado año.