Con la asistencia del Rey de España y la presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha celebrado la corrida de la prensa que, a priori había despertado todas las pasiones del mundo, no era para menos puesto que, en el cartel figuraba nada más y nada menos que Victorino Martín, esa ganadería de la que siempre esperamos mucho y que en este día nos hemos tenido que conformar con la emoción de sus toros que, más que bravura tenían una casta indómita, algunos incluso amuermados, pero todos, con el peligro que siempre acecha en esta ganadería.
Ha sido emocionante ver lidiar los toros de Victorino Martín y, desesperante por el juego que han dado. Como decía, estábamos esperanzados de que, aunque fuera un par de toros mostraran esa bravura que tantas veces hemos visto pero que, en este día todo ha quedado en una declaración de intenciones sin más esperanzas tras todo lo que hemos visto en el ruedo.
Paco Ureña ha pechado con su primero, la auténtica alimaña que hace pensar a los toreros; menuda papeleta tenía enfrente el torero de Lorca. Un animal que le quita el humor al más fuerte de los toreros. Ureña se ha jugado la vida en sus intentos por torear, cosa que era imposible. A su segundo a base de esfuerzo le ha robado algún que otro derechazo admirable pero, el toro soltaba la cara arriba, pegaba derrotes, algo que se ha acentuado mucho más cuando Paco ha intentado torear al natural. Mucha exposición, un valor sin cuento ni medida, pero el diestro sabía, pese a que había brindado al respetable, que allí había muy poco que sacar. Es cierto que, los pocos pases que tenía el toro, Ureña se los ha sacado con mucha gallardía, con gran exposición para su anatomía. Ha estado muy de verdad. Ha matado de una estocada y le han premiado con la vuelta al ruedo. En su tercero, una vez más, el lorquino lo ha intentado por todos los medios pero, el bicorne salía suelto, se desentendía de la muleta y la labor de Ureña no ha trascendido al tendido. Silencio, vuelta y silencio, ha sido el balance final.
Regresaba Borja Jiménez a Madrid tras haber estado heroico hace tres días en Las Ventas; heroico y triunfador puesto que había cortado una oreja de ley en su primera actuación. Lógicamente, Borjita volvía ilusionado, con esas ganas desmedidas que tiene por triunfar sin importarle para nada la divisa que tiene enfrente. Su primero, en principio, nos ha parecido el único toro bravo de la corrida, un animal que, Borja, de forma milagrosa le había endilgado unas verónicas inexplicables puesto que, como sabemos, los toros de Victorino rara vez se dejan torear con el capote. El antagonista del diestro había ido dos veces al caballo sin demasiada convicción, pero, de repente, tras el cambio de tercio, yo sospechaba que el toro se había quedado crudo y, así resultó. El bicorne se mostraba altanero, cosa que ha evidenciado en el tercio de banderillas que, como sabemos, banderillear a este tipo de toros resulta complicadísimo. Borja, sin dudarlo un instante, se ha puesto a torear como Dios manda y, las tres primeras series con la derecha han tenido una emoción sin límites; el toro quería coger la muleta y comerse al torero, es lo propio en esta ganadería tan encasada y fiera. La gallardía del diestro ha aflorado una vez más y, la emoción era lo que reinaba en la faena. El torero lo ha intentado por la izquierda y es ahí donde hemos comprendido que el toro estaba muy crudo; el ansia de llegar cuanto antes hasta el animal, no la ha permitido al torero medir o calibrar la fiereza del toro, de ahí el puyazo que entiendo que le faltaba. De repente, el toro, ha aprendido la lección y, solo se limitaba a tirar derrotes por doquier. Borja ha estado valentísimo, como es habitual en él, pero la faena que él soñaba no ha sido posible por las circunstancias adversas que el toro le ha mostrado a mitad de la faena. Se ha eternizado con el descabello y, el posible premio se ha esfumado por completo. Su segundo tenía una sosería maldita; una forma de embestir en la que había mucho peligro pero que, el toro no decía nada, absolutamente nada. La voluntad de este chaval ha sido una constante a lo largo de la tarde. En el último, su tercero, más de lo mismo. Faena infructuosa por las condiciones del toro que, en honor a la verdad, para colmo, solo tenía una peligro sordo, pero que lo cantaba a gritos.
Una pena lo de ambos toreros que no les hubiera salido por chiqueros, al menos un par de toros de los que Victorino Martín nos tiene acostumbrados. No ha podido ser, ha reinado la fiereza y la exposición de dos hombres jugándose la vida pero, a su vez, dada la condición de sus enemigos, su esfuerzo apenas ha tenido recompensa.
Nosotros, los aficionados que hemos visto lidiar muchas corridas de Victorino, de forma concreta, nos acordamos de la corrida más brava, noble y encastada que ha lidiado el de Galapagar, justamente, en diciembre del 2021 en Cali, donde Emilio de Justo se entretuvo cortando seis orejas y Luis Bolívar creo que cortó cuatro. Sin duda, la mejor reata que ha sacado Victorino Marín García a una plaza de toros en los últimos años. ¿Por qué digo esto? Muy sencillo, porque aquel festejo nos marcó para bien como si de un hierro se tratare pero, a su vez, tenemos el estigma de que siempre esperamos que cualquier corrida de Victorino se parezca en algo a la comentada pero, a su vez, sabemos que eso es un imposible. Hoy, repito, nos hemos tenido que conformar con la emoción de la lidia de esta corrida dura, difícil, complicada, incluso algún que otro toro amuermado. Como fuere, una corrida de Victorino Martin, con sus matices, con todo lo que ello comporta. Lo que ha quedado latente es que nadie se ha aburrido. Esperábamos todos el animal que nos hiciera soñar junto al torero pero, como se diría antaño, otra vez será hermano.