Lo que ocurre en las altas esferas del poder es muy difícil de descifrar porque, de forma habitual, todo son mentiras lo que nos cuentan que, para colmo, nos las tenemos que tragar. Ahí está el guapo de turno que dice presidir el gobierno de España que, a mentiroso y traidor consigo mismo no le gana nadie y, ya vemos el puesto que ocupa. Es decir, en cualquier menester que nos queramos adentrar todo es mentira; en política, en la banca y en cualquier aspecto que queramos profundizar, nada es lo que parece y, los toros no podían ser una excepción.

Es cierto que la maldita pandemia nos ha lacerado desde todos los costados y, a priori, siempre pensábamos que este año nos quedaríamos sin toros, esa es la pura de verdad de lo que barruntábamos por aquellos días de marzo en que, los contagios se contaban por cientos de miles mientras que, el gobierno escondía las cifras que le daba la gana por aquello de que no cundiera le pánico. Repito que, la batalla en torno a los toros la teníamos perdida pero, a medida que pasaron los meses y la situación se iba “normalizando” dentro de un orden, de pronto, pese a todo, se concedieron permisos para poder dar toros con las debidas precauciones, ante todo, con aforos muy reducidos.

Pero bueno, algo es algo que siempre es mejor que nada y, en algunos pueblos se empezaron a montar corridas de toros por aquello de que, unos valientes, empresarios humildes, apostaron por aquello de que la fiesta no muriera por inhalación, razón por la que montaron muchos festejos y, ante todo, los que tenemos anunciados que para nuestra fortuna, no son pocos.

Si la causa fundamental para poder dar toros, como se dijo era como base primordial el aforo reducido de las plazas, todos creíamos que, siendo así, Madrid era de las pocas plazas en el mundo que, gracias a su gran aforo natural, aquello de reducirlo en su cincuenta por ciento, todavía teníamos capacidad de maniobra para poder congregar, en el peor de los casos, a diez mil personas cumpliendo a rajatabla las normas establecidas. Digamos que, todos albergábamos ilusiones al respecto y, craso error el nuestro porque como se ha demostrado, no es que no haya habido toros en Las Ventas, no los ha habido en ninguna plaza de la comunidad madrileña.

¿Qué ocurre? Lo que antes decía, nadie sabe los entresijos de la fiesta, lo que pasa entre bambalinas, lo que se cuece en los despachos y, mucho menos, cuando se trata de políticos y taurinos en que, nosotros, pobres mortales, votantes de la manada de borregos que se nos considera, jamás sabremos la verdad por la que Madrid y su provincia no han dado toros.

Alguien debería de explicarnos las razones de peso por la ausencia de la fiesta de los toros en Madrid y aledaños cuando, como es sabido por todos, los dirigentes de dicha comunidad, todos, desde el primero hasta el último se declaraban partidarios de la fiesta de los toros, es decir, con palabras mostraban su apoyo hacia dicha fiesta y, como se ha demostrado, todo era mentira; y más horrible es que, Simón Casas, empresario de Madrid, ha montado una feria admirable en Nimes cuando, en Francia tienen los mismos problemas sanitarios y de contagios como nosotros. ¿Dónde está el misterio?

Nadie lo sabe, pero sí todos sabemos que nos llevan por donde quieren, nos hacen creer lo que a ellos les interesa y, nosotros, pobres borreguitos nos queda la opción de la pataleta, de callar y obedecer sin tener ninguna otra opción que el derecho a la rabia y la desolación. De que en Madrid hay una mano negra es algo que lo barrunta todo el mundo. ¿De quién es? Esa es la cuestión, la que no sabremos nunca, pero lo que sí sabemos todos es que somos utilizados a la mano que el poder les interesa y, cuentan con nosotros para el maldito voto porque, tras ese acto, al día siguiente, ya no somos nada ni nadie, a las pruebas me remito.

Se han dado toros en lugares que era insospechable, en pueblos que por su aforo, montar una corrida de toros era un riesgo tremendo y, lo han hecho algunos valientes y, en la primera plaza del mundo y todos los cosos de dicha comunidad, nadie ha permitido que hubiera toros, siendo, el caso más sangrante la localidad de San Sebastián de los Reyes y Alcalá de Henares, dos ejemplos sangrantes que nos hacen sospechar puesto que, cuando ya tenían los permisos pertinentes, la cartelería en la calle y los toros en los corrales, un día antes se les vetó para que no celebrasen los festejos, lo que nos hace sospechar que, algo se está cociendo en Madrid y no es precisamente el cocido madrileño.

Tras todo lo visto, ¿nos podemos fiar de algún político? El que lo haga será un hereje porque, los hechos nos han demostrado que, desde lo más altos estamentos del poder todo es mentira y, lo que es peor, el pueblo llano sigue sin enterarse. La pandemia, como se comprueba, les ha venido como anillo al dedo para la destrucción de la fiesta de los toros; a unos y a otros, es decir, a políticos de izquierdas como a los acomplejados de la derecha. La gran verdad es que nos hemos quedado sin toros en Madrid –y en tantísimos otros lugares, claro- y nadie ha dicho nada.

Para la clase política, como decía, somos una manada de borregos que nos alimentan con mentiras que, para colmo nos las seguimos creyendo, la prueba es que les votamos cada cuatro años. Y como antes contaba, cuando se mezclan intereses políticos y empresariales relacionados con el mundo de los toros, mejor pongámonos a temblar que, el terremoto lo tenemos cerca.

En la foto que mostramos, al fondo, la Monumental de Las Ventas y, en primer plano, el monumento de don Antonio Bienvenida.