El sistema actual que se ha implantado en el toreo solo beneficia a los bendecidos por la organización puesto que, estamos en el último día de diciembre y ya se perfilan la mayoría de las ferias del año próximo. ¡Qué digo de perfilar! Se están cerrando los primeros ciclos taurinos para deleite de los de siempre. Digamos que, ese madrugón que se están pegando los empresarios no es otra cosa que la certificación total de la desdicha de la fiesta en la que, unos pocos se lo llevan todo y el noventa por ciento están abocados a la miseria.
Todavía no hace tantos años, las ferias se montaban según se desarrollaban los primeros festejos del año y, de tal modo, el que triunfaba tenía la oportunidad para ser llamado en otras plazas. Ahora, para que la hecatombe sea todavía mayor, como anuncian, la feria de Madrid verá sus carteles a primeros de febrero, todo un desacato en toda regla porque, por ejemplo, ¿qué pasa si un chaval triunfa fuerte en Castellón, Valencia o Sevilla con la ilusión de entrar en Madrid? Pues que se ha jodido a sí mismo. Ya no hay oportunidades que valgan porque todo está pensado para la elite. Cierto es que, con la moda actual de madrugar tanto por dar los carteles con tantísima antelación, el sistema beneficia a los de siempre y castiga y denigra a todos aquellos que no tienen acceso al festín de las ferias.
¿Y con semejante planteamiento pretendemos que salgan chavales nuevos para refrescar la tauromaquia actual? ¿Cómo, de qué manera? Es imposible. Seamos cuerdos y comprendamos que la organización taurina solo quiere lo que existe, lo que está constatado, aunque lleven mil años como toreros porque, como queda explícito, buscar novedades les trae sin cuidado. Eso sí, el que ha entrado en el circuito ese ya no lo baja nadie. Tras llegar “arriba” el pedestal ya es eterno. Si una figura fracasa no pasa nada, para eso tiene firmadas “mil” tardes más, para que lo arregle. Como dije ya en repetidas ocasiones, para que la hecatombe sea más grande, faltaban los reaparecidos que, como vemos, quitan puestos que podrían ser para los jóvenes. Pobres chavales ilusionados, los veinte que se han doctorado este año y otros tantos que están a las puertas de la alternativa. Y no digamos ya esa larga lista de muchachos con varios años de matadores de toros que, no verán un pitón ni en tentaderos.
Debemos de convenir que, si vemos algún chaval nuevo en los carteles como pueda ser el caso de Ángel Téllez, Tomás Rufo o Francisco de Manuel del que tanto se ha hablado, otros de similares condiciones se les ha apeado del circuito porque no existen puestos para todos; si entra uno tiene que salir otro como en la consulta del médico. Qué pena de fiesta de los toros que se ha convertido en un clan en el que participan unos pocos mientras que, los demás, la inmensa mayoría no les dan ni las migajas.
Lo lamentable de la cuestión es que, es lo que tenemos y no lo podemos cambiar por mucho que critiquemos y pidamos con gritos desgarradores el cambio que tanto anhelamos. Convengamos que todo lo que digo tiene un fundamento correcto pese a que los palmeros les suenen a falacia. Vuelven Castella y El Cid –dos chavales menos que no disfrutarán de las oportunidades que se han ganado en los ruedos- y ya les vemos en muchas ferias de las que se perfilan. Estos hombres de Dios que tienen la vida resuelta, que no aportarán nada nuevo al toreo, que les conocemos de memoria, tras más de veinte años en activo todavía no tienen bastante. Y pensar que Pepe Luis Vázquez se retiró de los ruedos con apenas treinta años de edad. Hasta el mismo Manolete, a sus treinta años tenía anunciada su retirada el año que le mató Islero en Linares. Ahora, como los hechos demuestran, los que han sido figuras quieren emular a Nicanor Villalta que se retiró con setenta años. Un desacato en toda regla que, como digo, tanto daño le está haciendo a la fiesta. ¡Pobres chavales, no quisiera estar en la piel de nadie de ellos!
Valga este trincherazo del maestro Carlos Escolar Frascuelo para denunciar las tropelías de la fiesta.