Cualquier aficionado que se precie se debe sentir muy feliz al comprobar la enorme gesta de Manolo Escribano en Sevilla, sencillamente porque estoqueará seis toros de Miura, una ganadería a la que conoce a la perfección  y a la que, a no dudar, con la misma, debe de salir consagrado de una santa vez desde Sevilla para el mundo. El hecho tiene tintes de acontecimiento, nada que ver con las parodias que muchos se anuncian matando seis animalitos sin casta y sin el menor peligro.

Enfrentarse a seis toros, como no puede ser de otro modo, tiene que ser algo muy especial, con tintes épicos, en una plaza de raigambre y en un momento oportuno, justamente todos los condicionantes de los que hablamos se dan cita en la gesta de Manolo Escribano en la capital hispalense para la próxima feria de abril. Queda claro que, lo del diestro de Gerena no admite broma alguna porque, como es natural y lógico, de antemano, todos sabemos que se jugará la vida ante seis toros de la mítica ganadería de Zahariche, la que tantos toreros rehúsan, la que no han toreado jamás y de la que, por el contrario, Escribano es un auténtico héroe ante tan emblemática divisa.

Loas de alabanza para este diestro singular que, cada tarde, por aquello de los toros que lidia, su verdad resplandece con mayor intensidad que lo hace el astro rey en el firmamento. Digamos que, en la actualidad, el diestro que mejor conoce los toros de don Eduardo Miura no es otro que Manolo Escribano que, precisamente, como dato relevante, es el único diestro en el mundo que ha indultado un toro de tan relevante divisa.

¿Habrá cosa más hermosa, de cara al espectador o aficionado, que tener asegurada la emoción revestida de la más absoluta verdad? La pregunta se contesta por sí misma, sin mayores aditamentos para ello puesto que, toros y torero, formando un binomio fantástico, garantizan una tarde para el recuerdo. Lo esencial de dicha corrida es que, al contrario de lo que ocurre con las llamadas ganaderías comerciales  en la que, antes del festejo ya podemos hacer la crónica sin temor a equivocarnos. Miura y Escribano son siempre una incógnita, todo un misterio que solo se podrá revelar la tarde del festejo que, por mucho que lo intentemos no se puede hacer la más mínima objeción.

Me sigue emocionando Manolo Escribano al igual que los compañeros que le secundan por esas plazas de Dios en las que, a diario se enfrentan al toro auténtico, lógicamente, con el consabido riesgo para su vida. ¿Habrá algo más grandioso en el mundo de los toros que la certificación de que un hombre se está jugando la vida de verdad, sin trampa ni cartón? Cuidado que, la pregunta tiene migas; parece lo más natural del mundo pero, en una entorno en que, los que mandan en el toreo matan el burro amorfo, el toro adormilado, sin casta, sin el menor atisbo de lo que debe ser un toreo bravo, por el contrario, tener la certeza de que un hombre se juega la vida eso admirable, digno de encomio porque sobrepasa las parodias que vemos a diario y se sustenta con la realidad de lo que debe ser una corrida de toros.

Como sabemos, hace pocos años, Manolo Escribano ya indultó un toro de Victorino Martín en Sevilla, Cobradiezmos era su nombre y, en estos días, el emblemático diestro ha donado el vestido que luciera aquella tarde al museo de la Real Maestranza de Sevilla, toda una dádiva al más alto nivel. Claro que, a nivel material cualquiera puede ser más o menos generoso, lo realmente importante es mostrar esa dádiva en el ruedo, justamente cuando el diestro se está jugando la vida, eso sí es un acto de generosidad al más alto nivel, algo de lo que Manolo Escribano está dotado por la varita mágica de Dios y de la que este hombre hace gala con enorme hombría, con gallardía de torero auténtico y de una responsabilidad infinita.

Son muchos años de reivindicación, de cornadas por doquier, de torería absoluta, de entrega apasionada, de éxitos de clamor frente al toro auténtico, valores todos que le deberían de abrir de una santa vez las puertas de la gloria; no con el burro adormilado que, con toda seguridad Escribano rechazaría, pero sí, frente al toro de verdad, de una vez por todas que Manolo Escribano obtuviera esa matrícula CUM LAUDE, la que se ha ganado con toda justicia, la que ha aprobado con el bagaje de su verdad, valores todos que, pese al taurinismo, para los aficionados, Escribano es un torero admirable.

En las imágenes vemos a Escribano con el triunfo que obtuvo indultando a Tahonero de Miura, una de sus múltiples cogidas, toreando a Cobradiezmos, en la suerte de banderillas y con un ayudado por abajo.