Me duele en el alma, quedo roto de dolor al ver las cartas que un señor de la categoría de Victorino Martín le escribe a un indeseable como Pablo Iglesias que, pese a ser vicepresidente del gobierno sigue siendo un indeseable porque, como se demuestra, con sus actitudes, no es capaz de ni de respetar la ley, el orden, la paz y la concordia con la que anhelamos vivir la mayoría de los españoles.

Nadie en el mundo discutirá la noble actitud de Victorino Martín que, ejerciendo de lo que es, todo un señor al frente de la Fundación de Toros de Lidia que preside, actúa como tal, un gesto que le ennoblece todavía mucho más al tener el valor y la decisión de escribirle a un irresponsable que, por supuesto, jamás le hará caso, de ahí la pena que nos embarga a todos a sabiendas de cómo las gasta el tal Pablete. El camino que quiere recorrer Victorino es el lógico, el noble, el cabal, el correcto pero, escribirle a ese tipo es como tirar piedras a la luna y acertar en el centro. Desdichadamente no es el camino; es decir, tratar de convencer al enemigo acérrimo de los toros y de la propia vida, es un dislate en toda regla. Nadie como Victorino sabe de la gravedad que sufrimos ahora en el mundo de los toros, de ahí su ardor para que se nos escuche en los altos estamentos de la nación.

En otros tiempos, hasta el más retrasado mental, una vez llegado al gobierno, sería capaz de entender la problemática de la fiesta de los toros porque, entre otras muchas razones, es un espectáculo amparado por la ley; es decir, no somos delincuentes nadie de los que amamos la fiesta de los toros y, muchos menos los componentes de la misa, que se lo digan ahora mismo a Victorino Martín o a cualquier ganadero actual por aquello del destino incierto de los toros que tienen para su lidia en las dehesas.

La fiesta de los toros jamás tuvo connotaciones políticas porque no es de izquierdas ni es de derechas, es un arte en toda regla para disfrute de millones de personas que, para colmo, aporta millones de euros a las arcas del estado. Eso sí, el tal Pablete, el que denigraba la casta a la que él definía a todos los españoles creativos que habían construido empresas para que el bienestar de los españoles, ese mismo tipo, sin crear nada ya vive como un rey en su mansión particular porque lo de vivir en Vallecas queda para los imbéciles que le votaron que, a partir de ahora, imagino que en las próximas elecciones harán tomado nota de semejante sujeto y de los engaños a los que les sometió a los suyos.

Claro que, el tipo aludido quiere acabar con la fiesta de los toros para seguir engrandeciendo a los titiriteros, a los maricones y, como ahora, a fomentar gandules que es lo que ha conseguido con esa paga que se ha sacado de la manga para que, a partir de ahora, España sea lo más parecido a Venezuela. Y a un tipo de semejante calaña, el señor Victorino Martín, con educación, corrección y buenas palabras le quiere convencer. Craso error porque, dicho sujeto, como su propio “amo” no entienden de dichas razones.

Al margen de esperar que un día haya elecciones de nuevo –cosa que dudo- el mundo de los toros, los aficionados, los profesionales, todos en su conjunto, debemos de plantarnos frente al Congreso de los Diputados y alzar nuestra voz en pleno centro de Madrid para que se nos escuche desde Galicia si hace falta. En el momento en que esto sea posible, día sí y otro también, ese debe ser nuestro cometido porque a semejante individuo, hablarle con educación, con argumentos, con la ley en la mano es tarea baladí que se la pasa por el forro de sus cojones.

Eso sí, abramos los ojos, lo digo porque estas gentuzas que nos representan –a unos cuantos, claro- están gobernando porque tienen votos suficientes para ello; es decir, sociatas, comunistas, pro-etarras, criminales y de más especies dignas de repudio, son los que ocupan la gran mayoría del Congreso, de ahí que tengan un gobierno a su medida, el que construyeron a su imagen y semejanza. ¿Más cartas a estos tipos? Por Dios, no perdamos el tiempo, salgamos, cuando podamos, a la calle y demostremos nuestra fuerza que, unidos, podemos vencerles.

Pese a todo, enhorabuena a Victorino Martín que, una vez más ha vuelto a demostrar su categoría, su señorío, su capacidad para dialogar, su cultura al narrar, su anhelo para que se cumplen las leyes que nos rigen. Pero, insisto, ha sido todo un fracaso porque Pablete está muy ocupado con los suyos, es decir, con todos aquellos que les ha dado una paga para que no trabajen nunca más, que seamos un país de gandules y, eso sí, a cambio que les demos el voto eternamente, el puto calco de Venezuela. ¿Lo habéis comprendido? No creo que quede duda alguna.