Nadie quiere reconocer la dramática situación que está viviendo la fiesta en cuanto a la asistencia de aficionados o, como suele ser habitual, público festivalero que, cansado ya de la parodia, ni ellos tienen ganas de asistir a los espectáculos de las figuras, ejemplos los tenemos por doquier. Entre otras muchas plazas, leemos los partes de los festejos y nos entra el escalofrío de la muerte. Analicemos la cuestión que, merece mucho análisis. O sea que, por ejemplo, el pasado 28, San Agustín, Curro Díaz, en Linares congregó, él solito a tres cuartos de plaza que, en honor a la verdad, son las entradas que se vendieron ante un cartel que se suponía era el colmo de la dicha si de figuras hablamos puesto que, además de Curro, estaban anunciados Morante y Manzanares que, como dije, en un gesto de cobardía se cayeron del cartel. Lógicamente, la soledad en el paseíllo de Curro Díaz para matar los seis toros no fue impedimento para que nadie devolviera una entrada.
Y en esa misma plaza, como nos ha contado un amigo personal y aficionado cabal de Linares, ayer se congregó un tercio de entrada con Castella, Borja Jiménez y Pablo Aguado. Y esa es la tónica dominante que, dichas figuras no concitan la atención de “nadie” y aunque les cueste mucho reconocer la gran verdad a los taurinos, la decadencia es inevitable y, todo por culpa de los toros que, en todas las plazas sale el mismo tipo de toros sin el menor atisbo de bravura, con una falta de fuerzas tremenda, la prueban en los últimos días ha sido Tarazona, Cuéllar, Tomelloso, Linares como he dicho y tantísimas plazas que, los mandones del toreo apenas congregan medio aforo en plazas en las que, apenas hablamos de tres mil personas siendo muy generosos.
Todo lo dicho está basado en que, los empresarios, de forma genérica -los hay más listos y ecuánimes- lo sustentan todo con el medio toro anovillado, sin fuerzas, sin el menor atisbo de casta y, esa circunstancia que parece que no la ve nadie, al final lo perciben hasta los más ignorantes en materia porque, ya me dirán qué diablos pinta un torero frente a un toro inválido, exposición que pudimos sufrir en la feria de Bilbao en la despedida de Enrique Ponce, un bochorno de época pero claro, se despedía el maestro y todo había que darlo por bien empleado.
¿No hay más sangre que la de Domecq? Por supuesto. Pero todas las variantes de casa madre, todas, sin distinción, es cierto que de vez en cuando sale un toro amaestrado que, obnubila a las gentes y con semejantes argumentos van tirando hasta que ya sea un imposible; la prueba más relevante de lo que digo la hemos visto en Bilbao en que, las llamadas ganaderías apetecibles por los toreros, todas han fracasado con rotundidad y, por ende, los diestros que se han enfrentado a ellas. ¿Queremos más pruebas? Las tenemos por doquier. Y lo triste de la cuestión es que me moriré contando siempre el mismo relato para que, a fin de cuentas, los males de la Fiesta sean siempre los mismos, la carencia del toro bravo y encastado en casi todas las ferias de España.
De esta hecatombe solo puedo salvar, si de diestros figuras hablamos, a Emilio de Justo puesto que es el único diestro actual que torea en todas las ferias pero que, pese a ello, no se ha olvidado jamás de sus ancestros. Años tras año y en los sitios clave, mata los toros de Victorino Martín en lugares muy destacados como por ejemplo la encerrona que tiene con los Albaserradas en la feria de Valladolid, todo un hito en su haber, al margen de otras muchas ganaderías encastadas al estilo Santa Coloma y similares, caso del toro de La Quinta en Madrid en la que este año, en la feria de San Isidro hizo lo más destacado de dicho ciclo, justamente con un toro encastadísimo que pedía el carnet de torero.