El dato más preocupante que asfixia al mundo de los toros no es otra que, la poca asistencia de aficionados a las ferias, más que preocupante, yo diría que es aterrador. Los datos lo dicen todo, es cuestión de ver las plazas con esas pobres entradas cuando torean las figuras porque, lo normal sería que se agotara el boletaje cuando aparecen los llamados toreros taquilleros del escalafón que no son otros que las llamadas figuras de la torería, entre ellos, Roca Rey que, pese a ser el hombre que más gente congrega en una plaza, el pasado domingo, en Almería, con el cartel más atractivo de la temporada, el mano a mano que sostuvo con la reaparición de Emilio de Justo, apenas tres cuartos de aforo se llenaron.
Yo creo que, los taurinos, nadie se pregunta los motivos por los cuales la gente ha dejado de ir a los toros, se conforman con esa media plaza aludida y en base de dicho boletaje se hacen los números para el desarrollo de los festejos. Digamos que, todo se organiza sin el menor atisbo de ilusión puesto que la monotonía y la rutina son los componentes que viven dentro del mundo de los toros. Sigo creyendo que existirán remedios para dicha enfermedad ya que, si la feria de Huesca ha sido todo un éxito si de público hablamos, ¿cómo es posible que en el resto de las ferias de España no ocurra lo de la capital oscense? ¿Será su empresario el más sagaz y listo de España? Sospecho que detrás de todo ello hay algo que este hombre ha hecho y que los demás no le secundan. Si con los mismos toros y toreros de las demás ferias, Huesca se ha llenado, la gran mayoría de los coliseos de España debería de colgarse el no hay billetes, cosa que recordamos solo en una ocasión este verano en El Puerto de Santa María.
A los taurinos de España debería darles rubor comprobar que en nuestra vecina Francia, los llenos siguen siendo históricos y, en muchos lugares, hasta con carteles llamados humildes. Es cierto que, en el país galo el toro sigue siendo el auténtico protagonista en la mayoría de las ocasiones y, como quiera que dichos aficionados aboguen por el toro, cuando se lo sirven en bandeja acuden prestos al festín. Dax y Beziers son los últimos ejemplos que nos vienen a la memoria y, precisamente con todos de Miura. Fijémonos que, sin estar en dichos carteles ninguna figura del toreo de España, los llenos fueron apabullantes. Lo dicho, algo estamos haciendo mal para que, tan cerquita de nosotros se llenan los coliseos mientras que, en nuestro suelo patrio, el toreo vive prácticamente de la “caridad” de los aficionados.
Nuestro mal es endémico y, lo más sangrante de todo es que no lo queremos reconocer, nos hemos acostumbrado a esa mediocridad de aforo y lo demás no nos importa para nada. Quisiera ver las liquidaciones de muchos toreros de los que actúan todos los días puestos que, las mismas deben ser horrorosas, cuestión que, por vergüenza ajena nadie es capaz de difundir. Claro que, el problema es de los demás. En mi caso, como en el de cualquier aficionado nos importa muy poco lo que cobren los toreros, como si quieren torear gratis –cosa que hacen muchos-. La cuestión estriba en que, por unas causas u otras, vemos el deterioro de la fiesta porque, ver mucho cemento en los toros es sinónimo de pobreza en todos los órdenes. Y si queremos ver una plaza llena a rebosar tenemos que contratar a José Tomás que, con sus correligionarios que no saben nada de toros, como son adeptos al ídolo de barro, ellos si son capaces de llenar un coso taurino, algo que tampoco nos sirve porque eso es flor de un día.
Si en la feria del 2019, la última que se celebró en Bilbao, sus entradas fueron dramáticas, este año salvo en la corrida en que participó Roca Rey que se congregaron tres cuartos de aforo, el caos ha sido de época. Y, como se comprobó, el llamado toro de Bilbao tampoco tuvo repercusión alguna puesto que, tanto los toros de Dolores Aguirre como los propios Miura apenas concitaron la atención de muy pocos aficionados. Como tantas veces dije, estamos en la triste época de la media plaza, si acaso con la máxima figura del momento un poquito más, pero todo ha quedado en la nada.