Ha tenido que ser ahora, en el otoño dorado de mi vida cuando los buenos aficionados y las gentes honradas del mundo de los toros, por lo que denoto, se han convencido por completo de nuestra libertad informativa por aquello de no estar sujetos a nada ni a nadie y, a diario nos llegan pergaminos extraordinarios para ser publicados; documentos que, llegado el caso, como ha sucedido de forma reciente en Valdemorillo, seguiremos mostrando a nuestros lectores que, ávidos de emociones y ante todo de la verdad, suspiran por la misma, cosa muy lógica a sabiendas de que, si queremos un mundo mentiroso, cruel y mezquino, éste no es otro que el de los toros.
La mentira, como digo, sigue siendo el caldo de cultivo que sostiene a la mayoría de los taurinos que, para desdicha mayor, todo se traduce en miserias por doquier para la gran mayoría de los profesionales del mundo de los toros que, para su desdicha, del silencio han hecho una forma de vida que, en realidad es pura cobardía a la espera de que llegue el milagro soñado que, como se sabe, jamás llegará y, lo que es peor, nunca aparecerá. Y, para colmo de los males, el taurinismo tiene aleccionados al mundo del periodismo para que todos, en el mismo pesebre, sigan mintiéndole al aficionado que, sin reparar mucho, es el calco de los votantes de izquierdas que, sin el más mínimo análisis de lo que sucede en España, votan a su “amo” y se quedan todos tranquilos y, así nos va.
Siento una pena infinita el respecto del mundo de los toros que, al final, todo se traduce en decepción. Y lo digo porque si los aficionados que acuden a los recintos taurinos supieran todo lo que se cuece entre las “bambalinas” de la tauromaquia, a los toros no acudía ni Dios. Menos mal que la ignorancia es la que nos mantiene vivos, al menos a los que no son curiosos por saber aquello que sucede dentro de las plazas de toros y, lo que es peor, en los despachos donde se cuece todo. Ya lo dice uno de nuestros sabios refranes, la ignorancia es la madre de la felicidad.
Nosotros, impulsados por esa fuerza motriz a la que llamamos verdad, ésta es la que nos empuja para contar lo que los demás callan porque, periodismo no es otra cosa que contar lo que los demás quieren que se mantenga en silencio, algo que hemos hecho nuestra norma, hablar cuando todo el mundo está callado. Si dentro del propio mundillo de los profesionales del toreo anida esa cobardía de la que hablo, al margen de los toros pero muy cerquita de ellos, están los políticos, los advenedizos, los que quieren vivir del “toque” al precio que fuere y, entre todos han forjado un mundo de mentiras que ellos mismos se las creen con la finalidad de vivir en paz con sus conciencias, todo un imposible porque son sabedores de su maldad.
Voy recopilando nombres de toreros, empresarios, políticos, amiguetes de los mismos, apoderados y gente de toda condición que, para desdicha del mundo de los toros, tanto dejan que desear pero, reitero, unos y otros son cómplices de todo lo que les pasa porque del silencio, como dije, han hecho un modo de vida que solo se traduce en algo que llamamos cobardía. O sea que, sin darme cuenta, me han convertido en el “confesor” de esas gentes honradas que, hastiados por el maltrato al que son sometidos, todos anhelan que se diga la verdad, algo que haremos con todo el gusto del mundo y, sin duda, con toda convicción.
A mis años, todavía me sorprendo cuando compruebo que, de la verdad no quiere saber nadie nada; al menos, los que deberían de esgrimirla allí donde anidaren cuando, desgraciadamente sucede todo lo contrario porque sigue siendo la mentira y la falsedad la que une a tantos cobardes, unos por aquello de escuchar cantos de sirena, otros porque se creen las mentiras que les dicen y, lo más, por pura ignorancia por aquello de no ser capaces de analiza ni su propia vida. Todo se sujeta con alfileres razón por la que se nos derrumba el castillo de naipes sin que apenas nadie se dé cuenta y lo que es peor, viajamos hacia el abismo en el mundo de los toros y, por ende, en cualquier ámbito de la sociedad en que vivimos.
Los taurinos, para mal de dicho mundillo, han emulado siempre a los políticos que, como se sabe, solo se sostienen con las mentiras que les cuentan a millones de ignorantes para que les voten. Y si de la mentira hemos forjado esta sociedad en que vivimos, apañados vamos todos y, como muchas veces dije, los toros no escapan del maleficio contado puesto que, como quiera que todos finjan, ¿para cuándo descubriremos la verdad? Tarea difícil la que nos ponen porque sigue siendo desolador encontrarnos con personajes que nos ponen una cara amable y en realidad son auténticos malhechores.
El toro que mostramos en la imagen es el vivo retrato de las miserias que viven dentro de la fiesta taurina.