Morante quería ser el centro de atención de todo el taurinismo y lo ha logrado por completo puesto que, hasta sus más acérrimos críticos entramos al trapo de sus quehaceres que, en muchas ocasiones sus actitudes nos parecen muy lógicas y, a su vez, muy deleznables. Dicen que el genio de La Puebla ya tiene contratadas cien tardes y me lo creo por completo. No me cabe la menor duda a tenor de cómo se están desarrollando los hechos en lo que a su temporada se refiere. Insisto que, el hombre puede hacer lo que le venga en gana porque estamos en un país libre y sus acciones no nos perjudican a los aficionados.

Vistos así lo hechos parece que hasta tenemos que indultarle por todo el bien que le está haciendo a la fiesta. Pero lo dicho se trata de una verdad a medias porque, si le preguntásemos a la mayoría de los toreros que aspiran a tener una oportunidad, todos responderían de forma negativa hacia este singular diestro que, de repente le ha entrado un ansia desmesurada por llevarse lo que encuentre en su camino en las plazas que sean, todo ello sin reparar en todos los cadáveres que se dejará en el camino.

Me parece bien que se anuncie seis tardes en Madrid, Sevilla y hacer doblete en la práctica totalidad de las ferias. Es su deseo y nadie podemos coartarle. Pero sí debemos recordarle que, estando rico y famoso debería ser un poquito más condescendiente hacia todos aquellos que no tienen nada y que, a lo sumo, a lo largo de la temporada, aspiran a un par de tardes en cualquier otro pueblo pero, amigo, eso ha pasado a ser historia porque los pueblos los ha copado Morante, sucedió en Valdemorillo, amén de otros muchos municipios pequeños, por si faltaba algo ya está contratado para Azpeitia. ¡Échale hilo a la cometa! Su presencia, a no dudar, será un lujo para todos los carteles en los que participe pero, una putada de órdago para decenas de chavales que, como digo, se amparaban en los pueblos como única salida. Incluso muchos toreros de los llamados emergentes, al ver que Morante les copa todas las ferias, lo que se dice simpatía no le tendrán mucha. El hombre juega a caballo ganador, por tanto, a priori, el éxito lo tiene asegurado pero, quiera Dios que no pinten bastos ninguna tarde.

Lo que yo digo no lo dirá nadie, y mucho menos los toreros humildes pero, todos, sin distinción, de forma velada, cuando hablas con ellos sin dar nombres se refieren a este artista singular que, por lo que veo, quiere hacer “caja” donde fuere y lo que hubiere. Un torero de su talla debería tener dignidad porque, por ejemplo, ¿qué coño le podrán pagar en Azpeitia siendo la “bombonera” del norte? Y no es que el empresario no quiera; es que no hay público para ello, por tanto, llevarse las migajas que siempre estaban reservadas para los humildes, hasta sin eso se han quedado.

En ese tipo de plazas, ¿dónde están los cientos de miles de euros que dicen que percibe Morante? Como se comprenderá, todo es mentira. Por mucho que el empresario, el que fuere, se empeñe en pagar fortunas a los toreros, en una plaza de cuatro mil localidades pocos milagros se pueden hacer. Siendo así, ¿qué lectura sacamos de toda esta historia? Está clarísimo. Se trata de la avaricia de un tipo sin escrúpulos que, tendrá mucho arte, pero muy poca dignidad. ¿Se sentirá bien cada tarde en esos pueblos de Dios sabedor que en cada una de sus actuaciones le ha quitado el puesto a un torero humilde que, para mayor desdicha esa era su única ilusión?

Recuerde, señor Morante que la avaricia rompe el saco y no es más feliz el que más tiene, pero sí el que mejor se administra. Ellos, los humildes, se administraban muy bien con lo poquito que ganaban pero, ahora, gracias a usted ya no podrán administrar nada, salvo la ruina tan grande que usted les ha buscado a muchos de sus compañeros.

Y ahora, analizada la historia de forma artística, ¿puede un torero llamado artista torear cien tardes? Poder, seguro que puede pero, lo de triunfar será otro cantar, por muy “arregladitas” que sean las corridas que tenga que lidiar que, lo que se dice casta no tendrán ninguna, bravura la mínima y, con toda seguridad, todo se basará en la santidad de sus enemigos que, para su desconsuelo, todos los animales tampoco le saldrán como para elevarlos a los altares.

Claro que, así está la fiesta. Morante se ha convertido en el torero de moda, los empresarios, hasta en las plazas portátiles, todos quieren contratarle. El problema vendrá cuando en muchas de esas plazas sobren boletos por doquier. Al final de la temporada volveremos a leer este escrito y sacaremos muchas conclusiones.

En la imagen vemos a Morante enseñando a los empleados de la plaza de Alicante cómo se riega su albero que, como pudimos ver, en ello es un experto.