El solo hecho de ver a Morante con su indumentaria del pasado siglo, sombrero incluido –destocado ante los reyes, como no podía ser de otro modo- si de toreros hablamos, recogiendo el Premio Nacional de Cultura en su faceta sobre la tauromaquia, ello ya nos emociona. Si de este premio hablamos, las aguas han vuelto a su cauce puesto que, en su día, que dicho galardón recayera en las manos de Rivera Ordóñez nos pareció una afrenta a la tauromaquia y, por ende, un insulto a todos los que amamos esta fiesta hermosa.
Luego, dicho laurel, en lo que a su cuantía se refiere, Morante lo ha donado para causas benéficas, -en este caso para la Casa de Misericordia de Pamplona- un gesto importantísimo como en su día hiciera José Tomás. Son esos detalles hermosos que distinguen a los grandes hombres y los abrazafarolas como diría nuestro inenarrable José María García. Si somos sinceros, no ha sido premiado Morante solamente puesto que, su figura y su obra nos representa a todos los aficionados, por tanto, todos hemos sido distinguidos con dicho premio, algo que desde estas páginas queremos resaltar puesto que, para mayor dicha, fueron los Reyes de España los que entregaron tal recompensa a tan magno torero.
Sin duda alguna, en aquel acto, sobraba por completo ese personaje nefasto llamado Iceta al que nadie había llamado y que acudió porque, porque en un lance criminal del destino, un día le hicieron ministro de cultura, lo que demuestra que, para ser ministro, por muy indeseable que un tipo sea, con tal de ser de izquierdas se puede llegar a dicho cargo. Y menos mal que no le dio por bailar en aquel acto porque, como esa es su especialidad en mítines y otros actos apestosos, de eso que nos libramos.
Política aberrante al margen, lo que quedó patente es la personalidad de Morante en aquel acto celebrado en Zaragoza en la que, como se demostró, el diestro de La Puebla, tan natural y tan torero como siempre recogió un galardón que lo merecía como nadie. Morante es el rigor, el buen gusto, el empaque natural hasta vistiendo de calle, razón por la que explico que, hasta vestido de paisano pero con el mismo atuendo que hubiera lucido Joselito El Gallo, allí se presentó para recoger un galardón que tanto merecía.
Si el toreo quería ser representado por completo, allí estuvo Morante para darle luz y sentido a una fiesta que nos la quieren liquidar los mismos que otorgaron el premio, menos mal que, las instituciones, a Dios gracias, están por encima de las decisiones de estos políticos aberrantes y apestosos que, de ser por ellos, por sus ideas y malas artes, el toreo nunca hubiera sido premiado ni mucho menos reconocido.
A Morante le podremos criticar todo aquello que no nos guste pero, nadie en el mundo podrá negarle su personalidad y su estatus como artista que, para colmo, el pasado año, hasta nos ofreció algún que otro recital de torería al más alto nivel. Ahora, como refrendo a todo lo bello realizado por el diestro en los ruedos ha sido condecorado con esta alta distinción, nuestra suerte no puede ser más hermosa. Y digo nuestra porque, insisto, si premian a Morante, nos agasajan a todos, sí señor.
Si nos recreamos en la foto que mostramos, sobran todas las palabras puesto que, la pose del diestro no puede ser más hermosa, así como su atuendo al efecto. Todo un personaje puesto que, en la actualidad, salvo él, no queda nadie con ese rancio abolengo que nos hace recordar aquellas fotos antiguas de toreros ilustres que adornaron una época dorada del toreo. Si hace ahora cien años recordamos a José Gómez Ortega, pasado el tiempo, quizás otra centuria, todo el mundo recordará a otro grande que transitó por el mundo de los toros, Morante de la Puebla, el que emulando a Joselito el Gallo, dejando una huella imborrable.
Claro que, para que la dicha no fuera completa, un hijo de puta de Podemos ha criticado con saña a Morante llamándole matarife y, a su vez, achacándole que se ha apoderado de un dinero, la cuantía del premio, que según ese mal nacido no le pertenece que, como es notorio y antes conté, el importe del premio, Morante lo ha donado a la causa más bella del mundo, La Casa de Misericordia de Pamplona. Y mientras todo eso ocurre, a esos hijos de mil padres de Podemos y demás partidos criminales les seguimos pagando con el dinero de todos los españoles. ¡Viva la democracia, sí señor!