Prácticamente, taurinamente dicho, el año está vencido y, lo peor de todo es que se avecinan muchos nubarrones para el año venidero que, si Dios no lo remedia será peor que el actual que ya es decir. Todo puede empeorar y este será nuestro caso.

Jamás podíamos imaginar todo lo que se nos ha venido encima y, para colmo, que dichos males pudieran satisfacer en grado sumo a nuestros dirigentes que, ávidos por la desaparición de la fiesta de los toros, la pandemia les ha venido como anillo al dedo. Ellos, nuestros mandatarios querían el exterminio de la fiesta como lo hizo Hitler en los campos de concentración con los judíos y, el social-comunismo de España, para la destrucción de la fiesta no ha necesitado cámaras de gas; ha sido el destino el que ha confabulado con la maldad para que muriera para siempre la fiesta de los toros.

Este año hemos comprobado nuestra fragilidad como espectáculo, nuestras carencias de todo tipo, nuestra desunión en todos los órdenes y, lo que presagiábamos desde hace muchos años en esta ocasión se ha tornado realidad. ¿Quién nos tenía que decir que una plaza como Las Ventas de Madrid permanecería cerrada todo el año? De loco hubiésemos tratado a todo aquel que hubiera hecho tal predicción ¿verdad? Pues ha ocurrido. Y al igual que Madrid, todas las plazas señeras de España que, todavía nadie entendemos cómo ha sido posible que se den toros, pese a la pandemia, en decenas de pueblos españoles y las grandes plazas han quedado cerradas.

Tras lo expuesto, no sé si se trata de una mano negra la que hay detrás o, por el contrario, que el mismo taurinismo ha querido certificar la defunción de la fiesta de los toros; cuesta mucho creer todo lo que estamos viviendo. Es cierto que, las condiciones sanitarias no han sido las más adecuadas para la celebración de eventos taurinos pero, comprobados todos los hechos, uno llega a pensar muchas cosas y ninguna buena, por supuesto. O sea que, se han dado toros en Arlés y Nimes como plazas emblemáticas de Francia y, el mismo empresario de Nimes, el que regenta la plaza de Madrid, Valencia, Alicante y otras y, en las mismas dijo que era inviable montar festejos taurinos. ¿Lo entiende alguien? Seguro que no.

Como dije, han tenido que ser los pueblos los que han reivindicado la llama de la fiesta, todo ello con un mérito inmenso del que algún día le preguntaremos a los empresarios cómo y de qué manera han podido llevar a cabo esos espectáculos que, sin apenas nadie en la plaza, hasta hemos visto lidiar corridas de Victorino Martín y Miura, entre otras vacadas legendarias.

Cierto es, insisto, que el ambiente no era el más adecuado para montar festejo alguno pero, si otros lo han logrado, especialmente en sitios humildes, ¿qué ha ocurrido entonces en las grandes plazas de España? Sospecho que, como en la política, nos manejan como si fuésemos marionetas, nos cuentan milongas para que nos las creamos cuando, repito, tenemos el ejemplo de los pueblos y eso no los lo puede quitar nadie.

Al albur de lo que sucedía en muchos pueblos, la FTL, en unión con Movistar, espoleados por lo que se hacía en esos lugares humildes del suelo patrio, quisieron montar lo que ellos llamaron la Gira de la Reconstrucción y, como se ha comprobado, les ha salido el tiro por la culata; es decir, han querido mostrarle al aficionado la fiesta de los toros pero, para desdicha de todos, se les olvidó el toro. Siendo así, ¿qué se ha logrado? Yo creo que nada, absolutamente nada. Todo ha ido mal, las pruebas son contundentes pero, como decía al principio, lo peor está por venir. Al respecto de la televisión, para fortuna nuestra, ha habido algunas televisiones en abierto, caso de Canal Sur o CMM que, como se comprobó, retransmitieron festejos admirables de los que dejan huella, todo un milagro en los tiempos que corremos puesto que, la heroicidad de los que montaron dichos festejos, quedó plasmada en dichas televisiones. Enhorabuena para tales héroes.

Que Dios nos coja confesados.