La vida nos ha demostrado, con pandemia incluida, el error que puede cometer una persona cuando elige una profesión determinada. Es el caso de los toreros que, salvo ese minúsculo grupo de afortunados, en dicho mundillo anidan miles de personas que, hasta la fecha, mal que bien, todos vivían de su profesión pero, ya vimos que, las circunstancias les han alejado de la realidad en que vivían puesto que, en un abrir y cerrar de ojos se ha ido todo por el garete. ¡Qué lejos teníamos todos de la mente lo que hemos tenido que soportar! ¿Verdad?

O sea que, muchos, quizás demasiados, pensarán en el error que cometieron el día que, sin hacerle caso a sus padres, emprendieron la dura tarea por ser toreros, en la categoría que fuere pero, toreros al fin y al cabo. ¿Sería todo un presagio por parte de sus progenitores cuando les querían quitar de la cabeza que no se aferraran a dicha profesión? Los hechos, de forma lamentable le han dado la razón a los que querían impedir a toda costa tener un hijo torero; ellos, los que se oponían no sabían todo lo que vendría pero, al venir, seguro que se sienten dueños de su verdad, es decir, de tratar de impedir que un hijo fuera torero.

Claro que, si a la pandemia que todos padecemos, los toros, como sector de una industria importante en España, le añadimos el desprecio que dicho mundillo ha sentido por parte de nuestros gobernantes es cuando comprobamos el error por haber elegido dicha profesión que, fuera de los ruedos, de igual modo, son miles de personas las que viven gracias a dicha fiesta. Llegó la pandemia para arruinar la vida de estas personas que, la mayoría, a estas alturas de la desdicha sufrida, todavía no han percibido la más mínima ayuda estatal cuando, como es natural y lógico, se han pasado la vida pagando sus impuestos como todo el mundo y, al final, se ha quedado en la nada o, lo que es peor, les han echado al precipicio del más absoluto olvido. Y son seres humanos, como usted, como yo pero, para nuestros mandatarios, apenas son unos apestosos que juegan al toro.

Decía aquello de saber elegir la profesión y, al igual que los toreros han errado por completo, los que eligieron dedicarse a la política, en la actualidad son los reyes del mambo porque, por mucho que “llueva” en España, con pandemia o sin la misma, ellos nunca se mojan. Como sabemos, estamos en la ruina más grande que jamás podíamos pensar; al margen de la desdicha particular que cada cual pueda tener, resulta que, según los expertos, los españoles debemos tres mil euros por cabeza, justamente por eso, por la mala cabeza de nuestros dirigentes pero, como somos así de extravagantes y graciosos, les seguimos votando para que nos endeuden más y, a nivel particular, para que todos muramos de hambre; lo que no ha conseguido la pandemia, en cuando a números, lo logrará este gobierno puesto que con ese macabra cifra de parados que tenemos, en realidad, solo podemos aspirar al hambre, la miseria y la desolación.

Ya vemos que, el sistema ampara a los políticos los que todos gozan de privilegios al más alto nivel, amén de estar aforados “por si acaso”, todo lo contrario que les sucede a los “toreros” en sus distintas categorías que, primero nadie les ha atendido y, en segundo lugar, nuestros malditos gobernantes solo aspiran a la destrucción y abolición de lo poco que queda de la fiesta de los toros. Sin duda, fallaron a la hora de elegir su profesión toda la grey taurina porque, ellos, inocentemente, albergaban acercarse a una profesión que en su día era admiradísima pero que, al paso de los años ha quedado como una legión de apestados que, al final, todos acabarán en la miseria. Antes, cuando un torero no lograba triunfar podía marcharse a los albañiles como se decía en la jerga taurina; ahora, ni eso, no quedan ni ladrillos ni muchos menos albañiles. Muchos, lógicamente, añorarán dedicarse a la política pero, han llegado tarde. Ahora solo queda la resignación y el hambre, eso sí, mirando de soslayo que, por ejemplo a Miguel Abellán, mediante el mundo de la política le han dado un cargo de relevancia. Pero todos no han tenido la suerte del torero de Madrid. ¿Todavía quedará alguien que quiera ser torero? Si es así, mucho mérito tendrá.

Fijémonos en la importancia que tiene saber elegir la profesión porque, como decía, ser político es solucionar tu vida para siempre sin riesgo alguno y, con saber mentir y engañar ya está todo solucionado. Claro que, como las circunstancias nos han demostrado, otro oficio que está en ascenso no es otro que las funerarias y, si son como aquella de Valladolid que utilizaba el mismo féretro para decenas de muertos, el negocio era redondo por completo. En fin, los que no somos políticos ni enterradores solo nos queda rezar y, mucho más en el mundo de los toros en que, como es notorio se ha instalado el hambre.

En la foto que mostramos, uno de los personajes siniestros que se dedica a la política, un tipo inteligente que, para mayor desdicha se pasa la vida destruyendo todo lo que encuentra en su camino, de forma muy concreta lo poco que queda del mundo de los toros. Vista la foto nos queda la duda de si el personaje se dedica a la política o al mundo del hampa.