Ayer, una vez más pudimos disfrutar del arte excelso de Curro Díaz en la localidad de Bargas, en su corrida de feria. No fue la corrida soñada porque los toros presentaron más problemas de los deseados y, pese a todo, Curro Díaz, en su segundo enemigo dejó la impronta de su clase, su torería al más alto nivel para demostrar, una vez más, que un artista de su talla debería de estar en las grandes ferias, amén de los pueblos que pisa con torería y dignidad, pero ese toreo caro que tiene el linarense está predispuesto para grandes y mayores obras.

Como explico, gracias a las televisiones autonómicas que son un primor de cara a los aficionados, hemos tenido la fortuna de presenciar, como ocurriera el pasado año, algunas de sus faenas épicas y memorables. Nadie en su sano juicio sería capaz de descubrir a estas alturas de su vida a un torero tan importante al que, los hombres y las circunstancias han relegado a un segundo lugar. Si hablamos de estética, Curro Díaz la tiene en grado sumo; y no digamos si comentamos lo el arte que, en definitiva, desde el primer momento de su carrera, el arte le brotaba ya por todos los poros de su piel. Para colmo, si queríamos disipar cualquier duda, su espada es un cañón mortífero con la que tumba a los toros de unos espadazos increíbles; rara es la vez suele pinchar, de ahí que, sus triunfos, además de su clase torera, dada su eficacia estoqueadora, llegan cada tarde.

El gran público, las grandes plazas que otrora admiraron al diestro de Linares, desde hace unos años, como si de un maldición se tratare, han obviado el nombre de este artista singular, un torero que se cansa por nada del mundo, que soporta desprecios de sus compañeros como le pasó en Linares que, para su fortuna, hasta se quedó con los seis toros consiguiendo un triunfo de clamor. Un torero de una pieza que, del arte ha construido el camino de su verdad, luego, las circunstancias son las que son, pero él no ha dejado le menor esquicio para que se le critique y, lo que nadie entiende, que no toree cuarenta corridas de toros de auténtico lujo que sería el premio en verdad le corresponde.

Nos acordamos el pasado año en las feria de Úbeda -dos tardes- y Jaén en las que, compitiendo con las máximas figuras del toreo supo estar a una altura memorable, incluso consiguiendo más trofeos que sus compañeros y, ¿de qué sirvió todo aquello? Bueno, en realidad para que le pongan de nuevo este año que no está siendo nada sencillo pero que, Curro Díaz, con su torería, hombría y ser un gran mensajero del arte es por ello que, aunque sea en si sitios determinados, en cada actuación consigue un triunfo inenarrable, amén de ello, recordemos su épica en Burgos en la que resultó cogido y corneado, su raza le permitió volver de la enfermería para matar su segundo toro que, una vez más le volvió a echar mano.

Mucha suerte para el maestro en todos los compromisos que le quedan que, para su suerte, son muchos y, algunos de mucha importancia. Seremos felices mientras nos siga tocando el corazón con su toreo profundo e inolvidable.