Los titulares respeto a la prensa en torno a la corrida de rejones celebrada en el día de ayer en Logroño, sin duda, se los ha llevado Pablo Hermoso de Mendoza que, junto a su hijo Guillermo protagonizaron una tarde memorable en la lidia de los toros de doña Carmen Lorenzo que, ambos maestros del rejoneo, de haber acertado con los rejones de muerte su triunfo hubiera sido épico. Como se desprende, no soy docto en dicha materia de ahí que, lo que sí puedo confesar es que, lo que presencié me pareció muy bello. Igual estoy equivocado, pero nada me importa porque, ante lo desconocido, si en verdad te gusta, el éxito está más que servido.

En realidad, me quiero quedar con la parte humana de lo que pude escuchar; lo que vimos, como decía, a todo el mundo nos emocionó pero, amigo, las palabras de Pablo Hermoso de Mendoza me calaron mucho más hondo que su propia actuación que, como decía, estuvo revestida de esa belleza singular de la que es artífice el rejoneador estellés.

Una vez en el ruedo, el periodista le preguntó a Hermoso sobre su actuación y, como era preceptivo, sobre el estado actual que está viviendo la fiesta de los toros y, sin duda, España entera. Y es aquí donde me conmovió el rejoneador navarro puesto que, desde sus palabras pudimos apreciar su calidad humana, algo que en los tiempos que corremos debemos de celebrar con desmedido gozo.

Pablo Hermoso de Mendoza dijo: “Me ha venido muy bien este parón que todos hemos tenido porque, en primer lugar he bajado la total intensidad que llevaba durante tantos años entre España y México, un ritmo frenético que me impedía hasta descansar pero que, en los momentos actuales me está sirviendo para hacer la labor más bella y apasionante del mundo, cuidar de mis padres”

Démosle la lectura que le corresponde a tan hermosa frase “cuidar de mis padres”, algo en desuso por parte de la sociedad actual, en el mejor de los casos, es algo que ha pasado ya de “moda” porque, los padres, los viejitos como se diría por toda Hispanoamérica, que los cuiden otros, que dicha responsabilidad recaiga sobre terceros porque, en la actualidad, todos vivimos tan al borde del precipicio que, insisto, no tenemos tiempo para ayudar a nuestros padres. Como dice un axioma popular, abandonamos a nuestros padres en las residencias, llevamos a los niños a una guardería y, para mitigar nuestra soledad nos compramos un perro.

Para colmo, que la citada afirmación venga de la boca de un señor, de un artista en su género que, acaudalado como pocos gracias a su arte, a su tesón, a su entrega, a su constancia y a su valor, él, mejor que nadie, podría tener “criados” que le resolvieran el problema y, como pudimos saber, Pablo Hermoso le ha dado gracias al destino por todo aquello que estamos sufriendo para, ante todo, dedicarle ese tiempo a sus padres, algo que estaba añorando desde hacía mucho tiempo.

Repito, toda mi admiración hacia este hombre singular que, como era lógico y natural, le sabíamos artista consumado en su menester pero, lo que todos desconocíamos era que, dentro de ese cuerpo de artista anida un ser humano irrepetible. Es, sin duda, su más grande valor. Y dicho esto de un hombre que, valores artísticos los tiene todos, nuestro reconocimiento no puede ser mayor.

Bendiciones para un hombre singular que, no solo es Hermoso por su apellido, es hermoso en todas las facetas de la vida puesto que, sus palabras y sus acciones así lo han demostrado. No hay tarea baladí en la vida y, a su vez, la misma no se queda con nada de nadie, es más, se trata de karma esencial sobre todo lo que tu hagas es lo que la vida te recompensará y, a las pruebas me remito; si Hermoso tiene ese corazón que no le cabe en el pecho, la vida le ha recompensado con sus más de treinta años como rejoneador de éxito en todas las plazas del mundo.