Cuando todos nos las prometíamos muy felices con los toros de Cebada Gago en el día de ayer en Pamplona, al final, nos salió el tiro por la culata puesto que, la decepción resultó inmensa. Esperábamos ese toro encastado y fiero y, al final, hallamos una corrida de muy digna presentación, pero, totalmente vacía de contenido. Desagradable, mansa, sin la menor intención de nada que valiera la pena; todo un cúmulo de despropósitos que tuvimos que soportar en una tarde para el olvido. Si a los toros de Cebada Gago les falta la emoción ya no queda nada, lo que sucedió en el día de ayer de horrible recuerdo para los pamploneses que, ellos tenían igual, se pasaron la tarde cantando y aquí paz y allá gloria. Lo mejor que tiene Pamplona para los toreros es que allí no hay broncas.

Juan Leal es un modelo de entrega en todos los órdenes, un valor que hay que resaltarle aunque, más tarde, como el toro no le presente serios problemas para exponer su valor, su labor queda parodiada por completo. Tuvo que matar cuatro toros por el percance de Isaac Fonseca y, en ninguno logró brillar; ya dije que, el material que tenía enfrente, insulso, corretón y desagradable, aquello no invitaba a la menor fiesta. Es cierto que, su primero tuvo más posibilidades que el resto de la corrida pero, Leal es hombre de arrebatos y como quiera que su calidad brilla por su ausencia, allí murieron todos sus intentos. Para colmo, con el descabello estuvo horrible.

De Román podríamos decir otro tanto de lo mismo. Su primero no tenía malas intenciones pero se le iba en cada muletazo; no quería saber nada del valenciano y su faena discurrió entre quiero y no puedo, eso sí, con alardes de valentía que, como sabemos, Román es otro especialista en las cuestiones del valor. Allí no estaba pasando nada pero, pe recetó una estocada fulminante y le dieron la oreja; Román ha demostrado mejor que nadie que, una estocada valer una oreja porque de lo contrario, ni silencio hubieran guardado ante su loable labor de entrega por completo. En su segundo, más de lo mismo, otro toro desaborío donde los hubiere pero que, Román ha luchado con denuedo para que aquello resultara que, por supuesto, no logró nada. Se eternizó con el descabello y volvió a la realidad.

Isaac Fonseca, como los hechos demostraron reapareció antes de hora tras la cogida que tuvo en Cutervo, Perú. Era una lesión en el brazo que, al parecer, no estaba curada por completo, lo que no le impidió a Fonseca mostrar sus tremendo valor y sus ganas por ser torero; todo lo intentó el mexicano porque, como es notorio, si un torero no deja nada por hacer en el ruedo ese es Isaac Fonseca, un modelo de entrega al más alto nivel. Sus logros, por culpa del toro no fueron los deseados. Entró a matar y se lesionó de nuevo el hombro que, como hemos podido saber, tiene que estar varias semanas de reposo. Una pena su lesión porque, el de México quiere ser torero al precio que fuera y, seguro que lo conseguirá.

Como digo, festejo aburrido, anodino, de malas sensaciones porque los de Cebada Gado no dieron ni sensación de peligro que, por supuesto lo tenían pero, vaya frialdad la de estos animales en dicha tarde aciaga para el olvido.