Vamos que, el descargo que ha dado Talavante para justificar que no se le televisen sus festejos es como para mear y no echar gota como diría el genial Pedro Ruíz en sus parodias inenarrables. Dice Talavante que se opone a la televisión privada porque se trata de algo elitista que, muchas personas no pueden pagar. Podría tener razón si se hilara muy fino pero, no olvidemos que peor será que no se le pueda ver de ninguna manera porque, nunca lo olvidemos, con el precio de una barrera podemos comprar el abono para toda una temporada. Es más, en el mundo televisivo existen mil plataformas para que cada cual elija lo que más le convenga y, los toros no pueden ser una excepción.

Y, cuidado, no estoy defendiendo a nadie y menos a las empresas privadas que, lógicamente, en este caso Movistar, retrasmiten los festejos por aquello de captar esa clientela a la que persiguen que, por otro lado me parece fantástico. No es menos cierto que dicha cadena no obliga a nadie para contratar sus servicios. Es la elección de cada cual, depende del grado de afición que tenga una persona hacia los toros. Si tengo claro que, si solo pudiéramos ver a las figuras con sus animalitos, barrunto que Movistar pasaría un mal rato porque eso ya no le interesa a nadie.

Tampoco seré yo el que incite a nadie para contratar con dicha cadena televisiva por aquello de poder ver a El Juli, Manzanares, Morante y demás figuritas con los toritos moribundos de Juan Pedro porque, para ello se necesita se masoquista en grado sumo o, lo que es lo mismo, la flagelación de alma al más alto nivel. En descargo de la cadena, porque todo hay que decirlo, de vez en cuando se equivocan y nos ofrecen el espectáculo soñado como pasara el año pasado en Madrid, Albacete, Mont de Marsán, Sanlúcar de Barrameda, Cali y alguna que otra plaza más que, en realidad, solo por esos festejos ya merecía la pena el abono en dicha plataforma. O sea que, con poco nos conformamos pero, la gran realidad es que los festejos que he citado merecieron la pena en todos los sentidos; lo demás, puro relleno para regocijo de los señoritos del toreo que, auspiciados por el gentío torpe, ellos son la clientela habitual de dicha televisión.

Digámosle a Talavante que, el elitismo llega cuando hay que pagar una fortuna por verle a él en las plazas, algo que sí está predestinado para unos pocos elegidos; primero por los que quepan en la plaza y acto seguido para los que puedan pagar esas cantidades astronómicas para ver al astro de la torería; eso sí tiene tintes de elitismo. A su vez, el torero extremeño decía que las televisiones en abierto son las que deberían de retrasmitir los festejos y de tal modo él no pondría la menor objeción. ¿Se puede ser más insensato a sabiendas que las cadenas privadas eso no les interesa, y la que debiera, TVE, la que pagamos todos los españoles está en contra de los toros?

Como estamos viendo, se puede ser un gran torero y muy torpe a su vez, las pruebas nos la ha servido Talavante en bandeja de plata. O lo que es lo mismo, el mundo de las excusas sigue siendo infinito. Diga usted que no quiere televisión y acabamos antes que, por otro lado, hemos estado dos años sin Talavante y la feria no se ha hundido y, si se hunde, no será solo culpa suya, más bien de todos los señoritos que, como él, pretenden la comodidad y, a ser posible, sin la menor difusión, de tal modo, menos gente contempla el ridículo para poder criticarlo más tarde.

Se posiciona Talavante por la televisión en abierto y, al parecer, no se ha dado cuenta de que CMM retrasmite todos los años alrededor de cien festejos en los que, claro, él no participa, razón por la que no se ha enterado de que existen cadenas autonómicas como la citada que, sin que él lo diga, se desviven por la fiesta de los toros. Como estamos viendo, lo peor de los señoritos del toreo no es que maten el burro medio muerto en los ruedos, lo más sangrante de todo es que buscan excusas inexplicables para justificar sus yerros mayúsculos.

A todos nos dolería no poder ver a Talavante en los ruedos si tuviéramos la certeza de que se enfrentaría al toro en todo su esplendor pero, como no está hecha la miel para la boca del asno, tampoco nadie nos rasgamos las vestiduras si no vemos a este torero que, como la mayoría de las figuras, si no los vemos nos ahorramos el consabido disgusto. Vaya a lo suyo, señor Talavante, que nosotros iremos a lo nuestro que, sin duda pasará por no asistir a los festejos en que usted intervenga.