He tenido la fortuna de leer varios capítulos del “manuscrito” de Pedro Mari Azofra, el libro que ha escrito nuestro compañero que, como se adivina, el gran crítico riojano ha aprovechado el tiempo de confinamiento con un ardor increíble, hasta el punto de que, en un arranque de sinceridad, Pedro Mari ha decidido contar sus memorias que, para dicha de sus lectores, cuando las mismas caigan en las manos de los aficionados, todos quedarán anhelados por la dicha que podrán sentir.

VIVIR PARA CONTARLO, dijo una vez Gabriel García Márquez cuando escribió su biografía. De tal modo, Pedro Mari Azofra, el que tanto ha vivido dentro del mundo de los toros tiene atributos más que suficientes para “contarlo”, sencillamente porque lo ha vivido que, en definitiva, es el todo. He quedado emocionado con sus letras las que, como es natural y lógico me han cautivado. ¿La razón? Muy sencilla. Pedro Mari no es ningún fabulador, hasta creo que, si le llamaran novelista por aquello de tantos libros como ha editado, seguro estoy que se sentiría incómodo ante semejante definición, sencillamente porque lo suyo son vivencias en primera persona, razón del calado de sus letras.

Azofra cuenta, de primera mano, cientos de vivencias que ha tenido en el mundo de los toros, se recrea junto a tantísimos diestros como ha conocido, ganaderos, compañeros de profesión, amigos del mundo del toro; todos tienen su sitio en tan espléndido libro. Como tantas veces dije, lo que me fascina de este hombre es que todo lo que narra, TODO, está sustentado por su verdad que, a su vez, son sus propias vivencias; digamos que, documentos exclusivos en los que muestra sus sensaciones ante todo aquello que ha vivido. Es más, su vida ha sido tan intensa que no necesita fabular nada porque con lo que ha vivido, le basta y le obra para editar varios libros sobre su dignísima persona.

Yo soy un tipo afortunado al contar con la amistad y el cariño de este personaje irrepetible, especial, único en su género al que conocí en la década de los ochenta cuando me cupo la fortuna de coincidir con él en la revista EL MUNDO DE LOS TOROS, aquella que creara el gran Juanito Bochs en Palma de Mallorca. Desde aquellos años, hasta la fecha, Azofra me ha brindado una amistad extraordinaria, por tanto, ya puedo sentirme afortunado porque ser amigo de un señor de su talla ya es un premio que la vida me ha concedido.

La extensa bibliografía de Pedro Mari Azofra no tiene paragón. Muchos han sido los libros que ha editado, inmortalizando, entre otros, al cineasta Rafael Azcona, al cantaor Rafael Farina, al mítico Pepe Blanco, amén de otros muchos libros de temática taurina que, a no dudar, han engrandecido las bibliotecas de los mejores aficionados. Libros que, al finalizar estas líneas daré el nombre de todos los títulos editados por el autor riojano.

Pedro Mari logró, en su dilatada vida lo más difícil del mundo, ser respetado por allí por donde caminare, situación harto difícil porque, en honor a la verdad, Azofra no era de regalar lisonjas para nadie, más bien, ceñirse a la verdad que, sin duda, ha sido siempre su mejor argumento. Y es que, como confesara el gran poeta argentino llamado Facundo Cabral, nada como la verdad para poder ser libre por el mundo.

No voy a dar datos concretos de todo aquello que me ha emocionado del último libro de Pedro Mari Azofra, pero sí confesaré que, he pasado ratos deliciosos con semejante “mensaje” que el maestro tuvo bien remitirme para que, a su vez, yo pudiera mitigar mis horas de ocio ante el encarcelamiento que nos sometió la pandemia y, acto seguido, el cruel gobierno que tenemos que, como es natural y lógico, se ha encargado de que la cosa se prolongara porque de tal modo, nadie protesta para nada. Como fuere, millones de gracias al amigo Pedro Mari Azofra que, repito, gracias a sus letras he sido feliz en este tiempo de letargo y abstinencia en todos los órdenes.

Lo dije muchas veces pero, lo vuelvo a repetir, qué satisfacción más grande me llevé cuando el maestro me envió dicho regalo pero, todavía sentí mayor pasión por este hombre cuando, sabiéndole retirado de las crónicas, artículos y demás retahílas taurinas, me llenó de gozo el día que le propuse reaparecer junto a nosotros y, sin vacilar lo más mínimo, a los tres segundos ya tenía yo su primer ensayo sobre mi mesa y, desde aquel momento, de forma semanal, Pedro Mari Azofra nos embelesa con sus historias que, al igual que ha hecho con su libro, nos narra capítulos de su existencia, personas a las que conoció y, sin duda alguna, todo aquello que vivió y que tan feliz se siente al contárnoslo.

BIBLIOGRAFÍA DE PEDRO MARI AZOFRA.

El quite.

Historia taurina de la Rioja.

La Rioja, pueblo a pueblo.

En lucha por la vida.

Un siglo de toros en Cenicero. 1893-1994

Vueltas al torno.

Reglamento Taurino 1992

Pepe Rioja.

Primer medio siglo.

En la Rioja nací.

Rioja Taurina, 84, 85 y 86. Trilogía.

La Rioja, pueblo a pueblo

Cenicero en el mundo de la pelota.

Toreros que aplaudió la mayoría.

Vida y muerte de El Yiyo.

Mi Salamanca.

La Tauromaquia según Rafael Azcona.

Azcona….¡Sin guión!

Si alguien tiene alguna duda al respecto de este fantástico personaje, ahí está su obra, la que puede leer todo el mundo. Si a esta extensísima bibliografía le añadimos los cientos de miles de ensayos escritos por el autor, no encontramos ante un personaje digno de admiración.

Pedro Mari Azofra, recogiendo uno de los muchos premios que ha sido condecorado.