Ante lo que estamos viendo en torno a la posible suspensión de la feria de Algemesí en Valencia, cualquiera se pone a temblar ante tan nefasta noticia. Deseamos que triunfe la cordura y que unos políticos aberrantes no echen por la borda la celebración de una feria que, según la historia, data de hace cuatro siglos. O sea que, durante cuatrocientos años nadie ha puesto el menor reparo a la construcción de los cadafals, los tendidos dicho en cristiano, con tablas de madera que, por lo que deducimos es la plaza más segura del mundo ya que, en los cuatro siglos comentados jamás ha habido el menor incidente respecto a su construcción.
“Entendemos perfectamente” que un indeseable llamado Urtasun, que llegó a la política nadie sabe cómo, elimine el Premio Nacional de Cultura que el Gobierno entrega cada a los representantes de esta. Y digo que le entendemos con el consabido recochineo porque nadie en su sano juicio podría entender que un comunista descerebrado decida sobre nosotros porque es el ministro de cultura. Esas son las lagunas de la democracia que, el primer mal nacido que haya tiene derecho a decidir sobre el pueblo que, lógicamente, a él no lo votado “nadie” puesto que, como es lógico en las últimas elecciones las ganó el PP, aunque muchos crean lo contrario.
Hecha la salvedad contada, aunque nos parezca mentira, al menos así lo entiendo yo, es el PP de la Generalitat Valenciana el que está poniendo trabas a la construcción de dicha plaza en Algemesí, todo un modelo único en el mundo para la celebración de las novilladas, una feria para los novilleros que, desde siempre, ha sido la admiración del mundo. Que a principios de septiembre, cuando la feria tiene que celebrarse a finales del mes en curso, desde la Generalitat se le pongan trabas para impedir que dicha feria se celebre, ello es propio de los comunistas que regían el gobierno de Valencia cuando mandaba Ximo Puig, pero que lo hagan ahora personas a las que creíamos lógicas, coherentes, responsables y partícipes de la cultura taurina, ello es para quitarnos el sueño a todos los aficionados y, no quiero ponerme en la piel de los algemisenses que, estarna todos para morirse.
Desde luego, si el conflicto planteado no se resolviera, sería el momento para que todo el pueblo de Algemesí se plantara frente a la Generalitat para “prenderle fuego”. No podría entenderse de otro modo. Barrabasadas, si de toros hablamos, las hemos visto monumentales llevadas a cabo por políticos comunistas y criminales, tanto en las capitales como en los pueblos. Cataluña es el ejemplo de lo que digo y, si de pueblos hablamos, quedémonos con Espartinas por citar un ejemplo sangrante.
Vivimos en una sociedad enloquecida en la que, todo lo antaño era válido, aplaudido, respetado y admirado, ahora, unos políticos nefastos lo han convertido en pura basura. Los toros, como se sabe, están en el punto de mira del comunismo para acabar con ellos; es decir, la izquierda más asquerosa tiene como meta clausurar la fiesta de los toros. Y, si en Algemesí no hay toros, la derecha será partícipe de dicha farsa tan criminal como ruin. Hace un siglo, la izquierda era respetuosa ante todo aquello que no comulgaban; es decir, el respeto del que siempre hablé, era la norma para la pura convivencia; incluso los intelectuales de la época, unos eran aficionados a los toros y otros todo lo contrario pero, mediante el respeto todos vivían en paz y concordia. Ahora, como el odio el que impera en todos los sectores, ahí tenemos la sociedad que entre todos hemos construido. Ya resulta curioso por llamarlo de alguna manera, que todos los que odian la fiesta de los toros, incluso que luchan para que se prohíba, todos, sin distinción, son partidarios del aborto, la pena es que sus padres no pensaban lo mismo porque de haber sido así, estas gentuzas no estarían ahora en este mundo.