Por si fuéramos pocos, parió la abuela. Lo digo en el sentido de que Twitter va cerrando cuentas de aficionados que esgrimen la belleza de la fiesta de los toros pero que, dicho canal –lleno de mierda por sus usuarios- considera a la fiesta de los toros como un placer sádico para lo que amamos este espectáculo que, además de ser legal y patrimonio de nuestra historia nos lo vilipendian por decisión propia y arbitral de unas redes que, como digo, su único logro no ha sido otro que para lo que fueron creadas, para esparcir todo el odio del mundo para que, a su vez los malhechores de las redes entren al trapo.

Muchos son los males que atañan a la fiesta taurina, más de los deseados pero, insisto, faltaban las llamadas redes sociales para que el caos fuera todavía mayor, hasta el punto de convertirse en una hecatombe. Convengamos que, sin esos medios que “gozamos” en la actualidad, todos éramos más felices porque, por ejemplo el odio, era mucho más difícil de trasmitir, tenías que irte a una tribuna periodística la que solo tenían cabida los periodistas que, dicho sea de paso, ciertos personajillos, desde su púlpito instaban al odio, pero ya tenías que comprar el periódico y eso suponía un esfuerzo.

Ahora todo ha cambiado de forma radical y, dichas redes, como me cuentan –digo que me cuentan porque yo no entraré jamás al trapo donde anidan estúpidos, criminales y gentes de mal vivir que destrozan la buena voluntad de las personas de ley- sirven para decir las atrocidades más crueles del mundo y, como se da la circunstancia de que todo el mundo usa dichos elementos, la guerra está servida.

Ya no sirve el correo electrónico con el que la gente se comunicaba, ni las páginas Web donde narraban personas de distinto calado pero que, todos, de alguna manera, tenían algo importante que decir. Ahora, las redes sociales lo han fulminado todo; vamos que, ni los periódicos, de papel o digitales tienen peso alguno de cara a la información porque, para millones de personas, la única información es la sádica que ellos promulgan en las malditas redes sociales.

Y esos malnacidos, hasta se permiten el lujo de llamar a la fiesta de los toros “placer sádico”, eso sí, para que les canten las gracias los negacioncitas, separatistas, comunistoides y toda la gente de mal vivir que anida por esos núcleos informativos que, como es lógico, más que información lo que mandan por las redes es basura al más alto nivel, siempre, eso sí, revestida por el oído. Siendo así, la fiesta de los toros no podía escapar de dicho mal pero, nunca creíamos que una red social, Twitter en este caso, cerrara la cuenta de un usuario porque defendía la fiesta de los toros.

Todavía nos pasa poco por entrar al trapo de lo que las multinacionales deciden que, como es el caso, lo único que les preocupa es su propio beneficio, no en vano, cada año se embolsan miles de millones a cuenta de una sociedad ignorante que solo re regocija con los estercoleros del odio y el rencor, llevándose en dicho envite, todo aquello que siempre hemos disfrutado las gentes de bien, los toros son un ejemplo de lo que digo.

Hace pocos años creíamos que la fiesta de los toros perduraría para siempre, con sus problemas y devenires pero, al paso que vamos estoy convencido de que nuestros nietos no conocerán la fiesta de los toros salvo que, algún que otro abuelo le cuente al nieto aquello que ha vivido al respecto. Son muchos los problemas que habría que solucionar que, en realidad, no hay solución alguna; se ha juntado el cielo y la tierra para que, entre unos y otros, lo que siempre se consideraba como una diversión de las gentes, en la actualidad, porque así lo dictan las criminales redes, acudir a los toros es un sadismo sin límites.

Lo realmente sádico no es otra cosa que tener que soportar esas malditas redes que, como es notorio, del odio han hecho un modo de vida y, como quiera que son millones de personas  conectados a dichos espacios de información, ahí hemos perdido toda batalla que quisiéramos entablar; antes de empezar ya hemos fracasado porque no es que hayamos perdido la batalla citada, hemos perdido la guerra por completo, siendo así, es inútil intentarlo.