Sin pensábamos que lo habíamos superado todo nos hemos equivocado porque, si faltaba algo para que la desdicha fuera mayor respecto al mundo de los toros y lo que piensan nuestros contrarios, en el día de ayer la tragedia que ocurriera en Onda, Castellón, ha servido para que tomen más fuerza los antitaurinos para que sigan destruyendo lo que a ellos no les gusta. Murió un hombre corneado por un toro, algo que ha sucedido muchísimas veces a la largo de la historia porque nuestra fiesta, en la calle y en la plaza tiene ese atisbo de crueldad del que todos somos conscientes pero, en el caso de los toros en la calle, muchos irresponsables se ponen frente a un toro a sabiendas de que pueden perder la vida pero, esa actitud nefasta les lleva hacia el precipicio que, en este caso ha sido la muerte de un hombre de cincuenta y cinco años.

La fiesta de los toros sigue siendo lícita en todo nuestro suelo patrio, tanto en las plazas de toros como el toro corrido en las calles y, la muerte de este hombre no ha sido otra cosa que un cruel accidente que nada tiene que ver con la grandeza del toro que, dicho sea de paso, en miles de pueblos de España es santo y seña para sus fiestas. Un accidente lo tiene cualquiera, pasa en todas las profesiones del mundo y nadie pone en el grito en el cielo cuando muere un albañil que ha caído de un andamio. Y es un accidente más, reitero, de los cientos que ocurren a diario en nuestro país y en todo el mundo. Pero como quiera que el destino, en ocasiones es cruel y caprichoso, ha tenido que ser la muerte de un hombre mientras corría al toro por las calles en Onda.

Se trata de una desdicha más que todos lamentamos, un accidente fortuito que nadie quería que sucediera pero, barrunto que dicha muerte nos hará mucho daño porque, las gentuzas de la política y demás adláteres se nos echarán encima como lobos de presa. Hasta este extremo nos llega la suerte, para que haya un muerto en las calles de un pueblo en que, insisto, un hombre ha sido corneado por las astas de un toro de Cuadri. Pensemos que todo ha sido un cruel accidente del que nadie debe de hacer leña del árbol caído. Ha muerto un hombre en la penumbra de una tarde sin gloria pero, a su vez, esta fiesta es tan grande, tan cruel a veces que, pese a que mueren personas en el ruedo y en la calle, cientos de miles de aficionados siguen añorando esta fiesta singular.

Muy cobardes serán los que ahora utilicen esta muerte para satisfacer sus egos personales, sus odios ancestrales porque, en realidad, la cobardía de unos pocos canallas no puede ensombrecer para nada, la grandeza de esta fiesta singular y única. ¿En qué actividad de riesgo no mueren personas? Cuando hay riesgo, hay peligro de muerte porque ésta siempre acecha en el lado más peligroso porque, pasteleros, que yo sepa no ha muerto ninguno, pero corredores de formula uno, ciclistas, boxeadores, toreros……Y en tantas otras profesiones en que todos tenemos asumido el riesgo. Siendo así, ¿por qué todo el odio del mundo tiene que verterse junto al mundo de los toros?