Como aficionado y como alicantino, me hizo mucha ilusión recibir como regalo de Navidad esta foto que adorna este ensayo que, en honor a la verdad, es todo un privilegio el que he tenido por las connotaciones de dicha imagen que, tantos años después, reúne, en un mismo “cartel” el trío de toreros que en su momento enardeció al público y aficionados de Alicante.

Ahí vemos a Vicente Fernández El Caracol, Gregorio Tébar El Inclusero y a Emilio García El Lince, tres toreros de Alicante con el cartel que vemos a sus espaldas, el que tuvo lugar en un 20 de julio de 1974 y del que guardamos un recuerdo hermoso. El citado cartel, en su día dio mucho que hablar pero, que tantos años después se hayan reunido con motivo de fraternidad los tres espadas citados, es un logro de la propia existencia, máxime a sabiendas de los toreros que han perdido en la vida en el pasado año.

Como fuere, es un hecho casi insólito porque tras tantos años después de aquel cartel de toreros alicantinos, el hecho de que el destino los haya vuelto a encontrar sanos y salvos, es algo de celebrar. Ahí les vemos posando para la cámara con la satisfacción de haber vencido a los imponderables, amén de que, como podemos comprobar los años no han lacerado sus almas. Como sabemos, arruga más el miedo que los años, razón por la que como ellos no han tenido miedo jamás, ese es el motivo por el que lucen espléndidos en su piel y, sin duda, en sus ilusiones.

El Caracol, El Inclusero, El Lince, tres toreros de referencia en los años sesenta y setenta en que, en dicho festejo aludido del 20 de julio de 1974, todos resultaron triunfadores, obteniendo mayor número de trofeos Emilio García El Lince que, para su desdicha solo pudo matar uno de sus toros que le cortó las dos orejas dicha sea de paso, al margen de sufrir una luxación en un pie, razón por la que salió el hombros, pero hacia la enfermería. El Caracol y El Inclusero cortaron una oreja cada uno porque, como ocurriera tantas veces, la espada les privó de un triunfo mayor.

No es tarea baladí que podamos contemplar, cuarenta y siete años después de aquel festejo, a los tres participantes que, en la actualidad sigan gozando de buena salud y, como digo, que el destino les haya reunido en la actualidad, es todo un hecho memorable. No es nada sencillo que, al margen del cartel que citamos, que tres diestros de aquellos años setenta estén vivos, en pleno uso de sus facultades mentales y como el caso de El Inclusero, todavía impartiendo lecciones a los chavales que quieren ser toreros.

La foto, insisto, nos parecerá lo más normal del mundo y, en realidad, esa es la lectura que queremos darle, pero a su vez no podemos negar de que se trata de un hecho singularísimo porque, en honor a la verdad, reunir a tres toreros de aquellos años, que hubieran actuado juntos y verles en triunvirato posando para la cámara con toda la salud  del mundo, además de no ser nada frecuente es algo emocionante.

Utilicemos esta foto, esta conmovedora instantánea para felicitar a todo el mundo taurino para que, este año que comenzamos podamos disfrutar de la salud que, conforme está nuestro país y el mundo entero, que nos deseemos salud es lo más grande del mundo. Mi abrazo más entrañable para los diestros citados y que el destino les diga dando fuerzas para poder gozarles durante muchísimos años más.