Esta es la pregunta que se hará Curro Díaz al levantarse porque, como es obvio, ni él mismo entenderá cual ha sido su pecado para que sea condenado al ostracismo al más alto nivel. Tras analizar la carrera de este diestro llega uno a la conclusión de no entender nada y, lo que es peor, saberse uno completamente analfabeto en cuestiones taurinas puesto que, un artista, como tal, debería de tener el refrendo de la gran parte de las empresas del mundo y, craso error el nuestro ante este diestro admirable.

Se enfrenta, sin duda alguna, a la temporada más incierta que este artista pudiera sospechar y, como digo, lo más triste de la cuestión es no saber las razones porque, por ejemplo, supongamos que hubiera fracasado las dos tardes que el pasado año toreó en Madrid, hasta se podría entender su ausencia este año en dicha feria pero, ocurrió todo lo contrario, triunfó y, lo que es mejor, los aficionados venteños paladearon el regusto de su arte.

Abogaba el gran Paco Mora, días pasados, sobre la ausencia de Curro Díaz en Sevilla, una injusticia que clama al cielo pero, lo de Madrid sí que mana sangre a borbotones. ¿Lo entiende alguien? Es difícil de comprender puesto que, si echamos la vista atrás, Curro Díaz tiene dos salidas por la puerta grande de Madrid, amén de haber esculpido otras faenas de enorme calado artístico. Hablo de Madrid pero, son decenas de plazas en España, Francia y América en las que el diestro ha dejado la impronta de su arte, patrimonio exclusivo de su persona.

Es cierto que, en alguna que otra temporada, Curro Díaz estaba en tierra de nadie; digamos que, pretendía un tipo de toro acorde para realizar su arte y no se lo ofrecían, al tiempo que veía difícil exponer ese arte frente a ese otro tipo de toro encastadísimo, pero es algo que superó con creces y se enfrentó a los Victorinos, Miura, Cebada, etc. etc. todo lo que saliera por toriles que, más tarde, como se demostró, hasta triunfó con dichas camadas. O sea que, no estamos hablando de un torero solo de arte, nos referimos a un diestro con un valor espartano porque, amigo, interpretar ese arte que Dios le ha dado frente a divisas encastadísimas, el mérito todavía es mucho mayor.

Lo diremos hasta la saciedad, Curro Díaz no es un torero más de los tres “mil” que existen en la profesión. Su arte tiene un calado extraordinario puesto que, cada vez que un toro se lo ha permitido, la esencia de la pureza que corre por sus venas ha florecido en cualquier ruedo del mundo. Si de personalidad hablamos, Curro la tiene para dar y repartir y, lo que por momentos pudo ser su talón de Aquiles, hace años que lo superó, como era la espada, la que ahora maneja con una destreza admirable, la que le ha aupado para conseguir triunfos importantísimos.

Estamos hablando de un hombre que lleva casi cinco lustros persiguiendo la meta que en verdad le pertenece por la calidad de su toreo pero, suerte que tengas que el saber poco te vale. Pensar que, por ejemplo, Jesulín, Manuel Díaz, Rivera Ordóñez, El Fandi y otros más se hicieron ricos en el toreo es como para que nos dé un síncope si los comparamos con Curro Díaz.

Los que hemos visto decenas de faenas de Curro Díaz estamos capacitados para emitir el veredicto que nos dicta nuestro corazón porque, al recordarle, seguimos ahítos de placer al recordar sus bellas obras en los ruedos. En su persona anida el gusto, empaque, naturalidad, esencia y, lo que es mejor, que tras una bella faena suya, la misma, queda grabada en el corazón de cualquier aficionado que se precie. Como cosa curiosa, además de Madrid y tantísimas plazas como antes comentaba, en Linares saben muy bien de lo que hablo, pero no porque Curro Díaz sea hijo de dicha ciudad, pero sí por el enorme calado de sus triunfos en dicha plaza.