La tremenda “sequía” que padecemos durante tantos meses sin espectáculos taurinos, pese a ello, hemos tenido que reinventarnos y, a su vez, visualizar todo lo que ocurría en derredor nuestro que, si se me apura no ha sido poco. Una huelga de harineros puede dejar un pueblo sin pan, nada es más cierto; pero la falta de actividad en el mundo de los toros como se ha demostrado no ha sido nunca la causa efecto para que nos quedásemos parados y dejásemos sin ensayos a nuestros lectores.

La inventiva ha sido la norma, como lo ha hecho todo el mundo. No es menos cierto que este silencio prolongado en el mundo de los toros nos ha motivado para echar mano de otros asuntos, temas variopintos que, al fin y a la postre, nos han servido a todos. Es verdad que, el mundo de la política y su dejadez al respecto del mundo de los toros nos ha servido como caldo de cultivo de primer orden para entrelazar muchísimos ensayos en lo que le hemos mostrado al aficionado el momento actual, tanto en lo que a los toros se refiere como a la misma política que padecemos que, con tintes criminales, hemos tenido que ir lidiando.

Digamos que, todo este barullo sufrido nos ha servido para tirar de ingenio y en realidad comprobar nuestras habilidades para seguir entreteniendo que, sin duda, no existe mejor intención por nuestra parte que el lector se sienta motivado porque alguien le cuenta todo aquello que está pasando o, como ha sucedido en estos tiempos, lo que no ha sucedido pero que podía haber pasado. Cuestión de pareceres, nada más. Es verdad que, el silencio obligado que hemos tenido que sufrir nos ha mostrado la verdad de muchos asuntos que, en tiempos normales, por falta de “espacio” apenas nos percibíamos pero que, en estos meses extraños de tanta crueldad, hemos sacado a la luz diversos temas que, en definitiva, a todos han interesado. Reverdecer la laureles pasados no ha sido tarea baladí; todo lo contrario porque pretendiéndolo o sin darnos cuenta, hemos hecho justicia a hombres y nombres que merecían todo nuestro reconocimiento.

Convengamos que, de todo lo malo hemos encontrado lo mejor, algo que nos llena de orgullo. No es menos cierto que hemos intentado abrirle los ojos al aficionado mostrándoles el mundo de la política que, en realidad, tanto dolor ha causado a nuestra fiesta taurina. Decía el maestro Cañabate que, los toros eran la idéntica realidad de lo que era España en su momento y, era muy cierto. España no puede entenderse sin el mundo de los toros y, esa ha sido nuestra tarea, explicarle al aficionado que nuestros políticos querían justamente eso, una España sin toros.

Y si los toros son el fiel reflejo de lo que sucede en España, tomemos nota y tendremos la cruel realidad de lo que estamos viviendo. José Gómez Ortega Joselito decía que él no podría vivir en Londres, por citar una ciudad europea porque, de vivir allí, ¿qué harían los aficionados los domingos por la tarde y fiestas de guardar, amén de los días de feria de cada pueblo? Pues esa tragedia a la que aludía el coloso de Gelves es la que nos ha tocado vivir en el último año y, nuestra desdicha no ha podido ser mayor porque, de alguna manera, todos hemos tenido la sensación de vivir en Londres o en Barcelona, que viene a ser lo mismo ¿verdad?

Lo que no podíamos llegar a sospechar es que, pasados los años viviéramos una situación tan caótica como lo que nos ha tocado pasar. Es surrealista porque, hasta la llegada al poder del indeseable Zapatero, los narradores taurinos jamás se nos ocurrió mezclar los toros con la política porque nuestra fiesta, como tal, brilló siempre con más intensidad que el Astro Rey. Los toros, como fiesta, nos alimentaban hasta el alma y como quiera que fuéramos libres como el viento, lo que sucediera en la política nos la traía al pairo, como decía el otro.

Pero amigo, un día de la vida la política se mezcló con los toros y a partir de aquel momento llegó nuestra tragedia que, como el mundo sabe empezó  en Barcelona cuando un apestoso socialista llamado Montilla, con la anuencia del reptil antes nombrado, cerraron la Monumental catalana y, por ende, la tauromaquia en toda Cataluña. Y de aquellos barros, estos lodos que estamos impregnados. No nos ha quedado otra solución que mezclar toros con política; más que mezclar, la definición sería tratar de defender lo que unos políticos descerebrados han querido robarnos.