Me quedé con la sangre petrificada cuando hace pocas fechas leí que Ortega Cano reaparecía en Sevilla, con motivo del gran festival que está organizando para el doce de octubre el diestro Emilio Muñoz. No daba crédito a la noticia, me parecía lo más surrealista del mundo, incluso daban detalles de cómo se estaba preparando Ortega en el campo para dicho evento artístico benéfico. Creía que estaba soñando porque, una noticia de semejante calado me parecía un hecho abominable.

Poco tiempo después, al parecer, ha triunfado la cordura y sospecho que, Emilio Muñoz, como organizador del festival le explicaría al torero de Cartagena las cuestiones para que Cano reculara y evitara un ridículo sin precedentes y, lo que es peor, evitarse el riesgo de enfrentarse a un animal que, a su edad, eso sí era un riesgo mayúsculo que, más tarde, alguien podía haber lamentado.

¿Será acaso que Ortega Cano quería que se hablase de él en el mundo de los toros? Puede ser. Y digo en los toros porque en las publicaciones basura y en esas televisiones de idéntico barrizal, a diario, según me dicen, cuentan las miserias de este ser humano al que la vida ha tratado con extrema dureza. Como sabemos, en su momento, su egolatría le asfixió por completo. Es notorio que Ortega Cano estuvo casi diez años batallando por conseguir su meta y, a su lado estuvimos todos los que le ayudamos porque estábamos convencidos de que era un gran torero. El tiempo nos dio la razón. Triunfó por la grande, se convirtió en una figura del toreo y, en aquel preciso instante, aquel hombre se convirtió en un pelele y, tantos años después, en ese estrado vive.

Ortega Cano es el único torero en la historia que ha mancillado su propia carrera puesto que, tras varios años gloriosos –con todo el honor del mundo- se retiró y nos dejó un sabor maravilloso porque, había dejado una gran estela en el toreo pero, su egolatría de la que antes hablaba, le traicionó y fue capaz de arrastrar sus miserias como torero fracasado durante casi una década, actuando en pueblos de mala muerte, cosechando fracasos y, como digo, ridiculizándose a sí mismo.

No seré yo el que entre en su vida privada, para eso están las televisiones pestilentes las que, cuando huelen a carroña, acuden como buitres hacia su presa. A nivel personal, bastante tiene este hombre como para hurgar en su herida. Es posible que todo se lo haya ganado a pulso pero, su mala suerte en ese sentido es un hecho constatado. Ortega Cano, para su infelicidad, desde hace muchos años es pura carroña para esas gentuzas a las que me refiero.

Me preocupó desde siempre este hombre en calidad de torero que, para su infortunio, ha cometido demasiados errores. El primero y trascendental para su vida no fe otro que abandonar, tras su triunfo en Madrid, a todos los que le ayudamos que fuimos muchos, de forma muy concreta los hombres de su peña de Cartagena, a los que olvidó tres segundos después de su éxito. Ya se sabe, quien mal anda…….y Cano anduvo mal, muy mal. Cuando todos los toreros luchan por lograr la fama, el éxito, el dinero y todas las prebendas que proporciona el triunfo, algo tan sencillo de administrar, Ortega Cano no lo supo hacer; digamos que lo hizo, pero rematadamente mal. Y, como sabemos, hay errores que se pagan carísimos, como le está sucediendo a él.

Ahora, lamentablemente, Ortega Cano es un caricato de sí mismo en que, por razones que no vienen al caso, perdió el crédito como ser humano que, en definitiva, es la peor desdicha que le pueda suceder a una persona. Atrás quedaron sus tiempos gloriosos con la tonadillera, con sus triunfos apoteósicos, con su finca, su ganadería, su gloria toda; ahora, en estos momentos, todo aquello no deja de ser un mal recuerdo de quien lo tuvo todo y no supo administrarlo con el decoro que requería.

Y, tras lo sabido, pensar que se ofreció para actuar en el festival antes mencionado, ese hecho lo dice todo para su desdicha. No tiene edad para ello, pero mucho menos facultades que, las físicas serían una broma, me refiero a sus facultades anímicas que, por miles de razones se le han derrumbado por completo.

Al respecto de la carroña que buscan las revistas amarillas y las televisiones que satisfacen el ego de todos los distraídos de España, ¿por qué esos medios nos buscan a Morante, por citar un torero famoso? Que conteste el que sepa.