Pasan los años y, sin darnos cuenta, los mismos nos van alejando de nuestras actividades, es el caso de Antonio Picamills que, tras toda una vida dedicada al apoderamiento de los toreros y rejoneadores, en estos días ha puesto fin a lo que durante toda su existencia tanto le alimentó. Su paso por la actividad citada le granjeó muchos amigos por su carácter afable y, ante todo, porque todo el mundo sabía que el vasco era un aficionado admirable al que había que respetar y, si a todo ello añadimos los conocimientos de este hombre en la materia que trabajaba, nos encontrábamos ante un profesional de una sola pieza.
La lista de los toreros que apoderó sería muy larga, como lo ha sido su existencia, la que le pedimos a Dios nos lo guarde muchos años porque, Picamills se ha retirado del campo del apoderamiento pero, su otra pasión, la narración y búsqueda de todos los datos más insospechados del toreo, en ello sigue siendo un auténtico maestro. Posiblemente, como nos ocurre a todos a medida que pasan los años, Picamills se ha cansado ya de tantos viajes acompañando a sus poderdantes pero, ese tiempo que ha vivido no le ha lacerado en lo más mínimo su actividad literaria puesto que, durante treinta años ha editado el famoso DIETARIO TAURINO en el que, año tras año, ha recopilado los datos más relevantes de todo el mundo taurino.
Y para que su grandeza fuera todavía mayor, ahí nos ha dejado para la posteridad su colección en torno a los matadores de toros en la que se ha entretenido en buscar y aportar todos los datos más relevantes de cada diestro, empezando por el primer matador de toros que ha habido en la historia del toreo y, terminando con el último alternativado hasta el pasado año. Un lujo de su parte en el que, su legado, quedará para la inmortalidad y, pasados los años, cualquier aficionado que quiera saber un dato concreto no tendrá más opción que acudir a la biblioteca “picamiliana” para encontrar el dato buscado.
Como digo, ya no veremos a Antonio Picamills en los callejones de las plazas de toros pero, justamente eso, su calidad como apoderado le llevaron a recorrer todos los países de habla hispana en que se celebran corridas de toros, un gozo que lo ha sentido él al conocer a tantos personajes del mundo del toro que, como decía, de todos se llevó el máximo respeto. Fue en México y cuando nadie conocíamos a Rodolfo Rodríguez El Pana, Picamills ya tuvo contacto con este genial diestro al que, entre otros logros, le puso en distintas plazas aztecas cuando no era nadie. Más tarde, en el devenir de los años todos supimos de la grandeza y genialidad de El Pana tras aquella tarde de su retirada en la temporada 2006-2007 en el Embudo de Insurgentes en que, tras un éxito de clamor, El Pana tuvo que continuar para que todo el mundo le admirásemos.
Explicado queda que se ha marchado un hombre luchador en el campo del apoderamiento pero, seguimos gozando, para dicha de todos, de su pluma magistral, de sus vastos conocimientos en el mundo del toro al que ha aportado más datos que nadie en el mundo y, lo que es mejor, al respecto, sigue tan activo como el día que empezó.