Ser figura del toreo es a lo que aspira todo aquel que se viste de torero que, a priori, debería ser la honra más grande para cualquier diestro por aquello de haber logrado el sueño dorado. Es decir, cualquier torero, una vez instalado en el olimpo de los dioses, por regla natural, diríamos que por lógica aplastante, deberían de cuidar el elemento toro que, como el mundo sabe, es que le da sentido a la fiesta. La lógica, así nos lo hace saber.

Pero amigo, craso error el nuestro cuando pensamos de este modo que, insisto, debería ser el válido para que la fiesta de los toros tuviera esa credibilidad de antaño pero, la realidad nos desazona por completo cuando vemos las barbaries que se cometen en los pueblos. Si normalmente, en las plazas de segunda, cuando hay figuras de por medio, el toro siempre brilla por su ausencia, imaginemos en lo que pasa en las plazas de tercera, es decir, en los pueblos que cito.

Parece una contradicción lo que digo puesto que, de mis manos y sentidos han brotado letras de aliento para muchos pueblos en que, por arte de magia –es decir, sin figuras- hemos visto la grandeza del toro con todo su esplendor, algo que he ponderado hasta la saciedad porque, repito, esos hechos me parecen milagrosos. Si nos ceñimos a la realidad, ha sido en los pueblos donde hemos visto al toro en su pujanza, en su casta, en su bravura, en todo el esplendor que luce dicho animal cuando es auténtico.

Miura, Victorino, Adolfo, Pedraza de Yeltes, Pablo Romero y muchas ganaderías más las hemos visto lidiar en esos pueblos y, por lo que vemos anunciado en muchos carteles, todavía queda mucha verdad, la que resplandecerá en distintas ferias de núcleos pequeños pero que, el toro será siempre el puro referente de esta fiesta que, de ser ecuánime, sería justa, nunca mejor dicho. Lo dicho es la auténtica verdad pero, algunos pueblos, ignorantes ellos, aspiran, sueñan, anhelan ver a las figuras de turno, Tomelloso ha sido el último ejemplo, para que les cuelen la “gatada” como allí nos han confesado. Idéntica parodia ocurrió en Alcázar de San Juan, en Ronda, Lucena y en todos los lugares donde aniden las figuras que, como siempre sucede, el toro brilla por su ausencia. Que Dios nos pille confesados.

Qué triste resulta todo, razón por la que le dije a Octavio Chacón que no quiero por nada del mundo que sea figura del toreo, -él y otros más- porque de serlo nos perderíamos a auténticos lidiadores para “admirar” a toreros sin alma, sin escrúpulos, sin nada que tenga que ver con la verdad de la fiesta.

Para colmo, a las figuras, sus adláteres les ríen las gracias, les ponderan ese tipo de festejos que, definitiva, no es otra cosa que un fraude consentido en el que, sabedores de la ignorancia de los públicos feriantes, las figuras se lo pasan en grande con ese tipo de animalitos amorfos que, a lo sumo a lo único que aspiran es a una muerte rápida. Y, por si fuera poco, esas figuras, frente a dichos toritos sin casta, sin peligro, sin apenas riesgo alguno, hasta se ponen bonitos. ¿Cabe desvergüenza mayor? Es imposible.

Si cabe ridículo mayor, cuando lees en algún portal de necios y dice, por ejemplo, cumbre de Manzanares en Tomelloso. Hay que ser torpe o cretino o, lo que es peor, estar al servicio de las figuras para enaltecer el triunfo ante el medio toro que, en realidad, es el vacío ante la nada. Antaño, esas mentiras se podían decir y, apenas nadie se daba cuenta porque los medios eran escasos; todo lo contrario de la actualidad en que vivimos que, lo que sobran son medios, imágenes, videos y todo el material que se precise para que, desde cualquier lugar del mundo sepamos todos la verdad de lo ocurrido en tal o cual lugar, maleficio del que no escapan los actuantes en Tomelloso.

Por cierto y como dato curioso, los informadores a “sueldo” del espectáculo en dicha ciudad contaron las excelencias de los toreros y sus faenas de apoteosis ante toros moribundos y, donde deberían de haber mentido para tapar la hecatombe económica no era otra cosa que en la entrada puesto que, cuando dicen que se cubrieron los tres cuartos del aforo permitido está todo clarísimo; no llevaron a nadie porque ese porcentaje nos dice que acudieron dos mil quinientas personas de pago.

Está clarísimo, mientras los actuantes frente al toro auténtico se han jugado la vida de verdad, muchos hasta se han escapado de milagro de la cornada, caso de Cristóbal Reyes en Sanlúcar de Barrameda, las figuras no han sufrido ni el menor envite por parte de sus enemigos que, como todo el mundo sabe, llamar enemigos a esos animalitos que lidian es todo un sacrilegio porque esos animales, en realidad, se comportan como auténticos amigos. Claro, ahora lo entiendo todo, si son amigos de verdad, ¿cómo no cuidarles al máximo, es decir, sin picarles, sin atosigarles, sin nada que pueda hacerles el más mínimo daño? Para ser más justos, todos los toros que lidian las figuras deberían ser indultados, por la sencilla razón de la bondad que tienen frente a sus “amigos” lidiadores.

En un mundo de trampososo y de esfadores como es el de los toros, valga la imagen de Octavio Chacón, un hombre honrado que no miente y, lo que es mejor, con su actitud, dignifica la fiesta.