Lo cuenta Pla Ventura:

Ha llegado el momento en que, la torería, en su conjunto, tenemos que ser bravos por excelencia y, si hace falta morir en centro del ruedo. No podemos esperar un minuto más porque cada segundo que perdamos será un tiempo irrepetible. La ocasión amerita cambios muy radicales dentro del mundo de los toros y, esa tarea solo nos compite a nosotros, en primer lugar todo el  mundo taurino con todos sus actores principales y, acto seguido todos los que presumimos de aficionados.

El sector, por bello y emblemático, ha quedado olvidado de la mano de Dios, en este caso, para desdicha nuestra, de las manos de un gobierno absurdo que, a lo sumo solo quiere que se destruya y elimine esta fiesta cultural, bella, ancestral, pura, magnífica que, para colmo, sustenta a miles de familias por todo el globo terráqueo allá por donde se hable la lengua de Cervantes, y con esa Francia admirable que conocemos.

En mi caso, como aficionado, me queda la satisfacción, la proclama a los cuatro vientos de todo aquello que nos compite que, para colmo, es nuestro pan el que está en juego y, si nos arrebatan el pan creo que es motivo más que suficiente para que todos saquemos la bravura que llevamos dentro, auspiciado por la misma nobleza que nos caracteriza en todos los órdenes.

Que nadie se duerma que, dentro de cinco minutos puede ser tarde, a las pruebas me remito. El asqueroso virus le ha venido como anillo al dedo para que, el maldito gobierno que nos representa ponga en tela de juicio la profesión más arriesgada del mundo que, para colmo, es un manantial de arte. ¿Qué está haciendo el mundo del toreo? Muy poco, si acaso, tomándose unas cervezas en casa de Roca Rey unos amiguetes que, siendo capaces de jugarse la vida frente a un toro, ahora son incapaces de enfrentarse el peor “toro” que les ha tocado lidiar, el de defender su libertad, su pan, su profesión, su dignidad y el orgullo por ser toreros, sin duda, la profesión más emblemática que jamás hemos conocido.

Recordémosle a los toreros que, en el toro citado no está en juego su vida, pero si su pan que, de faltarles, podrían opositar a la muerte que, en realidad, si la muerte de un torero en una plaza es la grandeza al más alto nivel, morirse de hambre es un escarnio en toda regla.

No es cuestión de palabrería ni de mensajitos por las redes que, al final, son todo mariconadas de las que se ríen nuestros déspotas dirigentes. ¿Qué se puede esperar de un tipo llamado Garzón, comunista de los cojones, ministro por más señas y que dice que, si el sector hotelero no puede abrir, que no lo haga? Y se queda tan ancho y, lo que es peor, sus secuaces le aplauden; si, es el mismo tipo que dijo que si no hay dinero ponemos la máquina en marcha y hacemos los billetes que hagan falta.

El mundo de los toros, sabedor de todo lo que está sucediendo creo que debería de tomar medidas muy serias y aplicarlas a la lógica y la coherencia puesto que, nos jugamos el todo por el todo. Aquí no caben más bromas a sabiendas de que, este año, nefasto como ninguno será de un recuerdo amargo para el sector que nos compite pero, pese a ello, debemos de rezar y en este caso pasar a la acción porque el venidero puede ser mucho peor. ¿Lo duda alguien?

Como nos quedemos quietos el bolivariano que tanto odia la fiesta de los toros, se sacará de la manga un as de última hora, hará un referéndum sobre los toros, lo perderemos porque España está llena de descerebrados por no darles el calificativo que merecen y, luego, átame esa mosca por el rabo; veremos luego a quién nos amparamos si ahora no tomamos las medidas pertinentes. Por dicha razón, cuando España se normalice si es que eso llega algún día, todos, sin distinción, debemos de salir a las calles para manifestar nuestro sentir que, como se sabe, no es otro que defender nuestra fiesta, la que nos quieren arrebatar un grupo de desaprensivos.

¿Dónde queda esa bravura de la que aludo? Sepamos que, la izquierda que nos tiene cautivados, a lo sumo son capaces de hacernos una faena de aliño y, junto a las tablas rematarnos con un certero descabello que, no es otra cosa que la prohibición de esta bendita fiesta, la que tiene lugar durante siglos y que, ahora, por un apestoso, sus secuaces y los borregos que le secundan, la misma, dentro de cinco minutos puede ser historia. ¿Lo dudáis? Os juro que, moriría de pena si mañana me dieran la razón por cuanto estoy pronosticando que, tampoco hace falta ser un genio para ver lo que yo estoy presagiando.

Siento una pena tremenda cuando hablo de la izquierda que, en la jerga taurina es sinónimo de grandeza, éxito, dinero, reconocimiento al más alto nivel y, por el contrario, hablar de izquierda en política es tanto como mentar el hambre, la falta de libertad, la miseria y la desdicha al más alto nivel, eso sí, en el día de ayer el CIS de Tezanos decía que en este momento ganaría la izquierda por autentica mayoría; yo no me lo creo porque aplicando la lógica, no quiero pensar que en mi país haya tantos retrasados mentales que apoyen el hambre, la miseria, la desolación y la desdicha. Que tome nota el mundo de los toros y que sepamos discernir en qué manos estamos; vamos que, el Diablo es un gracioso al lado de estas gentuzas que nos rigen.

Y que nadie se equivoque porque esta maldita izquierda que nos gobierna nada tiene que ver con la grandeza cultural que siempre esgrimió la izquierda tradicional donde había hombres de talento, políticos llenos de rigor, hombres de esto que, podían ser de la parte que les viniera en gana porque, ante todo, eran personas decentes, los que tenemos una cierta edad los hemos conocido y, lo que es mejor, les disfrutamos en su momento.