Para poder hacer comentarios o críticas al respecto del mundo de los toros solo hay que estar atento a la realidad en que vivimos y, los trabajos, en mi caso, me los dan hechos. Hay tanto cretino suelto que uno no tiene que hacer el más mínimo esfuerzo para darle al teclado, antaño dirían la pluma.
Hay cosas que chorrean sangre a borbotones y, aunque uno quisiera, no puede callar porque el mundo de los tontos es infinito y, ante cualquier desacato uno tiene que aparecer en escena por aquello de que los demás comprendan la verdad de tal o cual asunto.
El asunto del IVA de la empresa Pagés de Sevilla clama al cielo. Ahora resulta que, Ramón Valencia, máximo representante de dicha empresa le reclama a La Maestranza seis millones de IVA pagado por dicha empresa desde el año 2002, año en que se renovó el contrato que tenía firmado la Maestranza con la empresa Eduardo Pagés, abuelo de la esposa de Ramón Valencia. Ante lo dicho, mucha confianza debía de haber entre maestrantes y empresa para que, un contrato firmado en 1932 tuviera vigencia hasta el 2002 aludido que, en aquella ocasión se firmó hasta la actualidad.
Imagino que, tanto los maestrantes como la propia empresa, dicho contrato lo firmarían en presencia de sus respectivos abogados porque, el mismo no era cuestión baladí. Es decir, estoy abogando por la lógica pura y dura, algo que para entenderlo no hace falta haber estudiado en Oxford.
Y, como se comprueba, casi veinte años después, Ramón Valencia, en un arrebato de “genialidad” se da cuenta que el IVA que pagaba, cosa lógica y natural, -por el pago citado- el mismo le correspondía pagarlo a los maestrantes, hasta el punto de que Valencia ha llevado a los tribunales a los propietarios de la plaza que, seguramente se estarán partiendo de risa al comprobar la ineptitud de un tipo que vivido de la sopa boba, es decir, a expensa de su señora esposa por ser hija del gran Eduardo Pagés.
Luis Manuel Halcón, representante legal de los maestrantes no sale de su asombro ante un hecho de este calibre. Ciertamente, yo no tengo por qué saber a quién le correspondía pagar el IVA, ni me importa lo más mínimo, se ha pagado que es lo justo y cabal pero, tras casi dos décadas después, Ramón Valencia se dé cuenta de que estaba pagando algo que no le correspondía, su actitud me parece la más pueril del mundo, vamos, que un niño chico no hubiera actuado de tal modo y, Valencia ya está entrado en años.
Tras casi noventa años de fantástica relación entre Pagés y los maestrantes, ha tenido que llegar ahora Ramón Valencia para estropearlo todo, cuestionando, como se ha comprobado, un asunto tan burdo y estúpido porque, Valencia, como arrendatario y empresario debe de pagar el IVA como lo pagan todos los hombres lógicos de este país. Luego, de ese veinte por ciento que entrega a La Maestranza, con ese dinero ya son responsables los maestrantes que, si han pagado o dejado de pagar los impuestos que pudieran corresponderles, ese ya es otro asunto que nada tiene que ver con la memez desatada por el empresario que, tras vivir opíparamente en la empresa de su suegro, ahora se da cuenta que ha “regalado” seis millones en concepto de IVA. Claro que, ante la firma del contrato de 2002 uno se hace la pregunta obligada. ¿Sabrá leer el señor Valencia? Tengo mis dudas porque yo he firmado muchos contratos en mi vida y jamás he tenido problema alguno.
Insisto que, en España hay miles de empresas que tienen su actividad en un inmueble alquilado, caso de La Maestranza de Sevilla y, todos, sin remisión, pagan el IVA al propietario del inmueble y, lo que el dueño haga con ese IVA que la empresa ha pagado le tiene sin cuidado. Vamos que, si la estupidez de Valencia sentara precedente, cosa imposible, cientos de miles de empresarios se echarían encima de sus alquiladores para reclamarles dicho impuesto. Como se comprueba, el mundo está lleno de boludos y, lo que es peor, incluso fuera de la política que es todavía mucho más sangrante.
En Sevilla hubo varias plazas de toros pero, la actual, la que conocemos como la Maestranza, fue construida en el año 1765 pero quedó estancada porque el entonces Rey de España, Carlos III, decidió prohibir los toros como quieren hacerlo ahora los comunistas de nueva ola. Tras aquel horrible paréntesis, en 1820 se cubre la mitad de la plaza y fue en 1881 cuando se da por terminada por completo. La plaza como el mundo sabe fue construida por gentes nobles de Sevilla que, más tarde se denominaron maestrantes que, como es notorio desde su construcción los beneficios obtenidos por la organización empresarial se destinan a obras sociales y benéficas que, año tras año, tantas penurias han solventado los maestrantes con dicho beneficios obtenidos a lo largo de tantísimos años, todo ello sin percibir un solo euro para sus bolsillos. Con toda la razón del mundo, su majestad el Rey de España es hermano mayor de dicha congregación altruista.
Como decía, los dividendos obtenidos de la empresa Pagés son destinados todos a obras sociales desde que se instaurara la Maestranza. Claro que, la pregunta es obligada, ¿qué porcentaje de sus beneficios destina Ramón Valencia para los pobres del lugar? Qué responda el que sepa.