Tras analizar las declaraciones de Ramón Valencia al respecto de su presentación de los carteles hispalenses, cualquiera tiene derecho a pensar que este hombre ha perdido el norte porque, justamente, ha dicho todo lo contrario de lo que decía el año pasado en que, entre otras cosas sostenía que la feria de Sevilla no podía tener más de una semana de toros como,  a su vez, predecía que no se llenaría la plaza nunca más. Es decir, para Valencia, el averno era lo que se presagiaba en la ciudad bética y, de repente, gracias a él hemos tocado de nuevo cielo –aparentemente- con las manos.

Contradicciones por doquier que nos dejan muy pensativos a los aficionados. Vamos que, Valencia, más que un empresario taurino nos ha parecido un político del PSOE mintiendo o desdiciéndose de todo lo que antes había afirmado. Es más, algunas de sus afirmaciones actuales son de “libro” como, por ejemplo, decir que no ha llamado a Paco Ureña porque no tenía nada importante que ofrecerle al diestro de lo mucho que él se merece. O sea que, lo deja en la maldita calle y le trata mejor que a un amigo. Cuidado, Ureña, con amigos así no te hacen falta enemigos, vas más que sobrado. Cierto es que, Paco Ureña, para sus adentros se preguntará, ¿qué mal hice en el toreo para que todos me hayan olvidado? A veces, amigos, el triunfo es tu peor enemigo, que se lo digan al diestro de Lorca.

Ramón Valencia no ha tenido valor para confesar que, por ejemplo, Talavante, no ha entrado en la feria porque no quiere televisión, otro imbécil más que no se acuerda de aquella alternativa arreglada en Hellín en que, Antonio Corbacho, perdió hasta las ganas de vivir por alternativar a su pupilo que, dicho sea de paso había estado cumbre en Madrid de novillero. Pero de esa grandeza de aquel apoderado bohemio, emprendedor, auténtico y genial, de eso no se acuerda nadie y mucho menos el que debería de acordarse eternamente, caso de Talavante. Pero claro, ahora se siente figura del toreo, consentido y admirado y hace y dice tonterías que no se las cree nadie. Allá él y sus secuaces.

El empresario que decía que la fiesta se había “terminado”, para revitalizarla contrata a las máximas figuras del toreo con toda la saga Domecq como protagonistas del toro. O sea que, ha sucumbido, como tantos, a los caprichos de las figuras que ya veremos los resultados pero, a priori, los carteles de Sevilla que parecen oro puro, en realidad, son de oropel del más barato del mundo. Quincalla diría el otro y con toda la razón del mundo.

De tal modo, ¿cómo iba Morante a dejar escapar una oportunidad como la presente en que, en sus  seis tardes no matará ni un solo toro de verdad? Y no mata todas las corridas porque no le da la gana porque, los toros que se anuncian permiten hacerles diabluras que, como en el caso de Morante, él es un maestro consumado. Otra cosa es que tuviera que lidiar toros de Luis Uranga, Baltasar Ibán o Celestino Cuadri, de tal modo cambiaría el panorama. Todo lo dicho nos viene a confesar que Sevilla, taurinamente es una afrenta hacia el aficionado porque como el mundo sabe, los triunfos en la Maestranza no revitalizan el caché de nadie porque saben que lo que allí acontece tiene más de broma que de verdad.

De cara a la farándula que es para la que se monta esta feria, el éxito está más que asegurado; al menos, eso queremos creer pero, cuidado que el pescado no está todo vendido. Faltan muchos días para la feria y, los abonos no se han terminado. Sigo sosteniendo que el aficionado de verdad se ha cansado de la parodia y, en Sevilla, salvo los taurinos y los señoritos del lugar amén de los que acuden de otros lares, artísticamente, lo que suceda en Sevilla les importa un bledo porque, como finalidad, asistir a la Maestranza no es otra cosa que un acto social en el que unos y otros se colman de abrazos.

Por dicha razón, los triunfos allí logrados, el resto de los empresarios se los pasan por el arco del triunfo. Podría dar el nombre de algunos toreros que, tras haber triunfado en Sevilla se les ocurrió pedir dos “duros” más, mientras los empresarios se mataban de la risa. Ahí está el caso de Paco Ureña, el que tenga dudas que analice la cuestión y lo entenderá todo. No es que el chico haya pedido nada, es que ni siquiera le han llamado al banquete. Si ya apenas valen los triunfos de Madrid, imaginemos la farsa sevillana y lo entenderemos todo.

Dejo para el final al gran protagonista de la feria que no es otro que Manolo Escribano, el auténtico héroe del ciclo que, como sabemos, se enfrenta a seis toros de Miura como un gesto con pocos precedentes, los tuvo, pero no son los más. Como digo, toda una heroicidad por parte del diestro de Gerena que, por nada del mundo debe de caer en saco roto. Es cierto que, conociendo a los taurinos, como no haya éxito en dicho día para el muchacho ya puede despedirse del santo que se lo llevaron en procesión los ateos del sistema. Muy ilidiables tienen que salir los Miura en dicho día para que este hombre ejemplar no firme una tarde para el recuerdo. Confiemos para el bien del diestro y de todos los aficionados que amamos y defendemos al toro en su grandeza, que en dicha fecha Manolo Escribano se alce vencedor y pueda darles en la cara a los señoritos del toreo.