Los aficionados de Sevilla están que no caben de gozo tras la presentación de los carteles maestrantes y, según ellos, no es para menos. Desde luego que, si el futuro de los toros dependiera de Sevilla, dicha fiesta moriría por inhalación propia. Más que una feria taurina, lo que en Sevilla quieren es una cuestión social donde juntarse la flor y nata de dicha ciudad sin importarles para nada la grandes cuestiones –y trascendentales a su vez- que lleva implícita la tauromaquia. Y todo ello con unos precios en taquilla desorbitados puesto que, dicha feria está montada para el glamur de la ciudad y, los de fuera, si no pueden pagar la entrada que se queden en su casa, nadie les ha llamado.

El toro, su bravura, su casta, su presentación, su fuerza, su fiereza si se me apura, todo ello queda en un segundo lugar sin que nadie se percate lo más mínimo de la grandeza intrínseca de ese animal admirable llamado toro de lidia. Allí, con tal de que parezca un toro, todo vale. Nadie se pone estrecho en las cuestiones vitales al respecto. Si el toro no se pica, no pasa nada y es cierto porque, en realidad, los “aficionados” de la capital bética lo que pretenden es ser vistos por los demás; unos y otros, pero todos juntos. ¿Exigencias? Vamos, ni de broma

Como digo, es una feria peculiar en la que brilla siempre el mono encaste si de toros hablamos. Fijémonos cómo será el desaguisado que, este año, Ramón Valencia ha prescindido de Juan Pedro Domecq. El dato es revelador, yo diría que dramático. Tampoco entiendo cómo se prescinde de este ganadero cuando, la gran mayoría de las dehesas son el calco de la citada ausente.

Eso sí, la feria se ha diseñado para Morante que, para su fortuna, allí disfrutará como siempre porque es un icono en dicha plaza. Y tiene su fundamento. Si para salvar la feria, hasta el año dos mil, Diodoro Canorea tenía a Curro Romero, en la actualidad, Ramón Valencia hace lo propio con Morante que no es mal asidero. Dicha feria le viene a Morante como anillo al dedo porque, amigos, que todo vaya a favor del diestro ya es un bagaje importantísimo; el diestro de La Puebla sabe que, en su feudo natural no habrá broncas, ni exigencias de ningún tipo, pero sí alabanzas por doquier que, como es lógico, dejan a Morante ante un trato de favor que otros quisieran; otros no, todos.

¿Cree alguien que algún aficionado, incluso periodistas de Sevilla se ha rasgado las vestiduras clamando por las ausencias de Curro Díaz, Paco Ureña, Ángel Téllez, Isaac Fonseca, López Chaves en el año de su despedida? Nadie ha dicho esta boca es mía y, lo que es peor, si algún año faltara Miura –tradicional de toda la vida por su leyenda- tampoco pasaría nada. Recordemos que, Victorino Martín debutó en Sevilla cuando ya había recorrido toda España durante muchas temporadas saboreando el éxito. ¿Qué nos dice este dato? Que el toro les importa muy poco. Y si una plaza que dice haber hecho LA FERIA como ha sentenciado Ramón Valencia y el toro de verdad aparecerá dos tardes –Miura y Victorino- solamente, sobran las palabras.

Hace muchos años, el maestro Paco Ruíz Miguel se atrevió a decir que Sevilla daba prestigio a quiénes actuaban en dicha feria pero que, el dinero estaba en Madrid. No cabe verdad más grande. En La Maestranza cada torero se llevará aquello que tenga contratado pero, con puerta del Príncipe incluida, que nadie espere sumar un euro más de la cuenta tras un éxito de clamor en dicho ruedo. Daniel Luque es el ejemplo de lo que digo puesto que, el pasado año, tras salir por dicha puerta y acabar el año con un bagaje de éxitos increíbles, no le quedó otro remedio que cambiar de apoderado. ¿Dónde estaba el dinero?

Eso sí, Ramón Valencia que es más listo que su suegro, hasta le sobra “sensibilidad” para montar una corrida de seis toros para, de un tacazo, quitarse de encima a seis que molestan. Tras ese festejo nadie podrá decir que no ha tenido su oportunidad. No es menos cierto que, tras sufrir la presión de algunas gentes influyentes hasta ha contratado a Alfonso Cadaval, un chaval que nada tiene que decir en el toreo. A su vez, cuando todo nos hacía presagiar que sería López Chaves el que podría despedirse de Sevilla con la de Miura, llegó Matilla a las oficinas de Ramón Valencia y les encasquetó a El Fandi. Eso sí, Pepe Moral que ha triunfado varias veces en esta plaza y con dicho hierro, a este chico ni agua.

Basta ya, no hagamos más conjeturas, Sevilla es como es y nadie la cambiará porque allí, como dije, nada de lo trascendental les importa. Allí se fragua el glamur dentro y fuera de los ruedos y todos se quedan más contentos que  unas castañuelas en pleno repique. Eso sí, todos, a su manera, en el pecado llevan la penitencia porque nada de lo que en dicho ruedo suceda nadie le dará la más mínima importancia.